Comienza estableciendo que en estado de naturaleza al hombre, en tanto ser animado, le es lícito todo lo que su propio poder le permita, en tanto su objetivo sea Ser, y lo deduce a partir del poder absoluto del todo, que es la naturaleza, que es Dios y de lo cual el hombre forma parte. Es decir que en estado de naturaleza no existe la moral ni la ley humana. En la naturaleza prohibido es aquello que nadie desea o que nadie puede alcanzar y permitido seria aquello necesario o deseado. Pero siendo el hombre solamente una partícula más, la naturaleza va más allá de la razón humana la cual indica al hombre lo que más le conviene a el mismo. Al hombre se le aparece ridículo, malo o absurdo aquellas cosas de la naturaleza de las cuales solo alcanza a ver una parte o que no son buenas para el mismo, pudiendo serlo para la naturaleza toda. La naturaleza tiene su propio orden y leyes, orden y leyes universales. La razón dicta al hombre lo que más le conviene. Y el hombre quiere vivir seguro y sin miedo, y la razón le indica que para eso debe conspirar en la búsqueda de un bien común que reemplace el apetito individual. Regirse por la razón en lugar del apetito, razón que lleva a considerar que es conveniente para el bien individual, el bien común y por tanto evitar dañar a otro y lo que no quisiera que los demás nos hagan a nosotros y procurar el bien común tanto como el propio. El hombre que buscara el apetito sin hacer caso de la razón quedara como un mentecato y por eso no lo hará en público. (Nota mía: un razonamiento permite proyectar y sacar conclusiones lógicas causales que al parecer el apetito, involuntario, no consideraría. Al establecerse la supuesta necesidad de un bien común, surge la posibilidad de dominio a través del mismo, así como de todo a lo que hay que atender sean dioses, bien común, propiedad privada, normas, cultura, identidad social, comunidad, constitución, estado nacional, salud psicofísica, derechos de la minorías, libertad, progreso, supuestos cuidados hacia los más débiles. Detrás de todo supuesto necesario control llega el dominio a través del mismo. En tanto haya príncipes, no puede haber bien común ni nada común. En tanto sea lícito el uso del otro como medio, nada bueno común saldrá). El hombre escoge lo que le parece mejor. Espinosa mezcla razón con moral o virtud, atribuye razonabilidad a y solo a aquello acorde con la moral y la virtud que es lo mismo, que es aquello aprobado por el sentido común que es el sentido de la clase dominante, en su época, el clero. Esta mezcla es la misma que vienen haciendo hasta hoy en día. Y la razón, aquello que es razonable no es lo que es razonable para el clero porque lo razonable para el clero es que se haga a su conveniencia y lo razonable para un ser animado es hacer y lograr que se haga a su conveniencia propia. La moral es un invento, fabricado para hacerle creer al ser humano que hay una forma correcta de Ser y que curiosamente coincide con la que más le conviene a la clase dominante. Pero un ser animado puede internamente consciente mente es decir por voluntad o inconscientemente es decir por hecho social o por axioma instalado en su subconsciente más allá de su voluntad, determinar que le conviene para mejor seguir siendo hacer caso a la moral, y es cuando olfatea peligro actuando de otra manera o avizora beneficios haciéndolo de esta. Spinoza otorga a los seres animados incluido al hombre el derecho a todo lo que le conviene y hacer su enemigo a todo el que se lo impide es decir que no hará lo que no le conviene o lo que no puede. Los límites morales, el cuerpo normativo social establecidos en su época buscan un supuesto beneficio a un cuerpo ya no un ser animado individuo aislado, sino un cuerpo de un agrupamiento de estos con normas que supuesta-mente estarán encaminadas en beneficiar a todos y se usaran los mecanismos y justificaciones más extrañas para convencerlos ya sea mandatos divinos, ciencias con demostraciones basadas en experimentos sobre humanos de países lejanos o ideado por individuos con atribuidos poderes sobrenaturales. Hoy este mecanismo se simplifica en la constitución del estado nacional. Si aparece ahí es axioma y si no aparece ya se ha ejercitado su libre interpretación discrecional por las cortes supremas de los estados nacionales como el clero monopoliza la interpretación de las sagradas escrituras, las cortes supremas monopolizan la interpretación de las constituciones nacionales tan variadas como miembros tenga la corte y como veces opine en tiempos políticos distintos el mismo miembro de la corte. Prueba esta de la razonabilidad de todos y de lo fuera de la verdad en que sus opiniones se encuentran por más buen sentido que tengan lo cual es innegable a todo ser humano. Por lo visto es en esta época que le toco escribir a Spinoza cuando se refuerza el concepto de virtud, moral, llamémoslos hoy sentido común, ser social, hecho social, culto dominante, cultura dominante, lo correcto, la ley, estar dentro de la ley o éticamente correcto con su eufemismo ser políticamente correcto. Cuando el individuo encuentra que la ecuación económica de amoldarse al ser social no le conviene porque es mucho lo que pierde, busca otros caminos, lo hará incendiando su mundo o ausentándose de él para observarlo y comprenderlo. El ser social tratará de disuadirlo, antes del uso de la fuerza por otros medios, uno de los cuales muy vigente es el usar la magia de la psicología para explicar que la responsabilidad del destino yace dentro de cada uno y que nada tiene que ver el ser social al cual uno puede vencer si así lo quisiera y si no lo lograra es porque engañándose a si mismo no hizo todo lo que estaba a su alcance. Lo importante es que quede bien claro que la responsabilidad es del individuo, que al ser social no le cabe responsabilidad ni por tanto culpa y por tanto sigue autorizado a hacer uso legitimo de la fuerza. La batalla entre el individuo y el ser social alcanza su mayor indignación cuando el ser social usa a su propio grupo para disuadirlo. Quienes no han llegado al extremo de encontrar una ecuación negativa, intentan mantenerse a la moda, y en última instancia, el hijo pequeño, aquel que lo reemplazara cuando ya no sea productivo, vale la pena y merece cualquier sacrificio, incluso seguir a un ser social por más feo que sea. Es imposible que el ser social tenga nombre y apellido, pero no lo es tanto que haya instituciones, cuerpos normativos, que perduren desde sus primeros días. Después de toda institución como la Academia de Platón, existieron durante 900 años, la iglesia lleva 2000 y otras otro tanto y si no fueran las mismas no significa que no puedan ser una adaptación de otra. Un mecanismo sumamente eficaz contra los que la ecuación ya no les cierra es aquellos que ven en el ser social al ser NATURAL.
Si observamos los conceptos que emplea Spinoza para describir las cosas encontraremos los asuntos de interés de su época: derecho, institución, ley, lícito, acuerdo, virtud, razón, apetito, poder, potestad, potencia, bueno, bien, educación, derecho natural, ley natural, naturaleza (en oposición a civilización, acuerdo entre hombres), ser, sobrevivir, derecho natural
Spinoza plantea que el hombre (digamos en estado natural, sin contaminación social) y la naturaleza ven bueno lo que les hace bien y malo lo que les hace mal y lo que hace bien a uno no necesariamente lo hace al otro y es la razón la que nos dice aquello que nos es conveniente y por tanto razonable para nosotros no implica natural siendo natural aquello relativo a la naturaleza. Las emociones nos perjudican, la razón nos bien aconseja. Misma temática que Platón, notablemente instalada en el sentido común actual. La razón nos aconseja ponernos de acuerdo para convivir evitando dejarnos librados a nuestros apetitos. Hay un planteo de clara separación entre razón y apetitos, como si una fuera pura lógica y la otra pura sinrazón, sin embargo más tarde al centrarse el interés en lo consciente e inconsciente, vemos que lo consciente es más razonable para el individuo que lo que le dicta el inconsciente y sin embargo el inconsciente al incluir todo aquello ajeno a nuestra voluntad que nos vemos movidos a hacer, también incluye al hecho social y por tanto entramos en la contradicción, o más bien en la muestra clara, que el ser social es irracional, inconsciente, ilógico y por lo visto eso implica que no nos es conveniente, nuestra lógica nos está indicando que no nos es conveniente, es decir, es malo.
Espinosa dice que el hombre, por seguridad, reemplaza el derecho natural que le otorga su apetito, por uno común a todos, a través de la razón, la potencia y voluntad de todos. Notar que prefiere la POTENCIA y VOLUNTAD a la INCONSCIENCIA DE LOS APETITOS. Más tarde dirá que estos derechos no pueden estar en contradicción. Es decir que el primero no puede privarle de Ser, pero Ser es en su esencia no solo cualitativo, sino también cuantitativo, Ser implica Ser en todo lo que este a su alcance, y eso implica una extensión, alargar los brazos tratando de abrazar la eterna infinitud expresa dimensión. Y en donde hay dimensión implica conflicto con los otros seres animados, compartiendo o combatiendo o alcanzando una forma de Ser Universal Común a todos los seres animados, una unión animada, de voluntades, una única
potencia.
Espinosa dice que la razón puede llevar a la equivocación y a escoger desacertadamente. Nadie puede prometer renunciar a esta ley natural de hacer lo que su ser le diga que es mejor, sin mentir al hacerlo a no ser que sea por la esperanza de un bien más grande o por temor a un mal mayor. Por ejemplo la sola potencia de mi derecho natural me otorga derecho a engañar para salvar mi vida. También a romper un pacto. Luego un pacto por derecho natural no tiene más fuerza que su utilidad, fuera de lo cual se transforma en irrito. Notar que Espinosa, siempre atentos a que esto es Europa Occidental y solamente eso, está atento al interés de la época en la creación de los estados nacionales basados en la razón (como veremos los focos de poder encontraron formas de disfrazarla y dispondrán de la razón y la ciencia su institución como poderoso instrumento de dominación), abandonando los gobiernos basados en la fe (creencia en algo aunque fuera inverosímil). El estado nacional deberá atender a las ventajas y desventajas del pacto y a su necesario dinamismo para que mantenga su vigencia, su fuerza. Pero aun si la razón indicase que el pacto es optimo para el hombre, y que justifica sacrificios actuales para un futuro mejor, este no necesariamente lo visualiza el hombre y puede parecerle otra cosa y la fe en el pacto es el sostén de las repúblicas. O hace caso de sus deseos y no de su razón. De modo que el soberano debe serlo ostentando el soberano derecho de sujetarlos por la fuerza o por el temor al último suplicio.
Es necesario también antropologizar la currícula de filosofía en este país, y en cada país, el poder no es ingenuo y sabe que es ahí donde se forma el sentido común del siguiente siglo, es interesante observar como veneran a determinados autores y ningunean a otros con pasiones y prejuicios por los propios formadores de opinión. Cuando un prejuicio actúa, cual axioma pareciera bajar las defensas racionales, las reacciones de la unidad lógica cerebral, bloquearlas para que el prejuicio actúe mientras el actor mantiene una de lo más sincera y pura cara de circunstancia puesto que esta lógicamente, y en el sentido más racional de la lógica, convencido de lo que hace.
Democracia según Espinosa es la asamblea de todos los hombres que tienen colegiadamente soberano derecho en todas las cosas que pueden. No se sostiene en ley, sino en la cesión explicita o implícita de su derecho individual a defenderse. En un imperio ya instalado y habiendo ya cedido sus derechos de defenderse sin guardarse nada al hombre conviene obedecerle aun en lo más absurdo por miedo a mal mayor si desobedece. Vemos como el foco esta puesto en el estudio racional del ejercicio político en la sociedad, en la ciencia del poder, establecer su origen y sus leyes. Foucault dirá que el poder no se posee, se ejerce y circula entre los hombres. Haciendo un estudio antropológico sobre la ciencia del poder, ciencia de ciencia, una ciencia cuyo objeto es una ciencia, podemos detectar las maniobras de los grupos de poder desde el origen de la ciencia del poder hasta el presente y avizorar un futuro en cuanto a humanos se trate.
Spinoza recuerda a Séneca, los imperios violentos, no han durado nunca pues para recibir y mantener la potestad de todos, hay que consultar el bien común y evitar el absurdo. Por eso es menos probable en una democracia ya que es improbable que la mayoría caiga en el absurdo. Aunque la historia humana está llena de contra-ejemplos, el contexto era comparar la democracia con la tiranía de uno. Siervo es aquel que obrando libremente no ve el daño que se hace a sí mismo y libre el que es llevado a obedecer por las leyes de la razón. Nuevamente cabe contextualizar ya que se está combatiendo al clero con la democracia racional en la cual se opta por ceder el derecho a defenderse. Si el fin de la acción no es la del agente mismo, sino la del imperante entonces el agente es siervo e inútil para sí. Si no, es súbdito, no siervo. Se cuestiona acá el significado de libertad, la libertad y opción a ceder derechos y obedecer para propio beneficio en contraposición con la obligación a obedecer para beneficio de otro, pero no para el propio. Clasifica: siervo, hijo y súbdito. El primero actúa para beneficio del dueño o imperante, el segundo actúa en beneficio propio, pero por mandato de su padre y el tercero actúa por mandato del imperante, el soberano, pero para el beneficio común y por lo tanto para él. El gobierno democrático es el más natural porque en el nadie transfiere a otro su derecho natural, todos mantienen una parte y deliberan sobre el bien común. República es el tipo de gobierno donde impera la ley, la ley es soberana única y absoluta. En la democracia nadie cede el derecho natural, la ley no es soberana absoluta, nadie está obligado a obedecer contra el bien común que vendría a ser su bien. Hobbes decía que nadie debe estar obligado a actuar contra su propia conveniencia. Spinoza dice que con lo dicho alcanza para los demás poderes, y pone el foco en la democracia y en la conveniencia de la libertad dentro de la misma. Y en el estado civil, derecho civil privado, injuria, justicia e injusticia. Quiénes son confederados, quiénes enemigos y qué es un crimen de lesa majestad. Derecho civil privado es el derecho a la libertad de mantener su estado que tiene cada uno regido por el soberano. Injuria es la violación de un derecho civil, y dado que el soberano tiene todo permitido, solo puede provocarla un particular. Justicia es la administración equitativa y sin distinguir rico de pobre de los derechos y lo que le corresponde a cada uno. Injusticia es hacer otra cosa. Confederados son individuos de distintos estados que acuerdan en caso de guerra protegerse mutuamente. En el derecho entre Estados es necio aquel que pretende que un Estado cumpla su promesa si no le conviene o perjudica lo que es mandato proteger: su pueblo. El soberano incumpliría su mandato como tal si hiciera promesas por piedad o religión. Es enemigo el que esta fuera de la ciudad y no reconoce su imperio ni como súbdito ni como aliado, pues la enemistad no la da el odio, sino el derecho. Y crimen de lesa majestad lo comete el súbdito que intente arrebatar el derecho que le fue dado al soberano o transferirlo a otro sin importar si el fin era esperanzador. El derecho natural si daña a otro va en contra del derecho divino revelado de amar al prójimo como a ti mismo. Acá vemos una yuxtaposición de un nuevo instrumento de dominación que será utilizado posteriormente, el derecho que otorga el contrato social racional, el gobierno de la razón, que con mucha objetividad para su época despliega Spinoza, con uno que se venía arrastrando, el instrumento del derecho divino revelado, el gobierno divino, sobre natural, de la fe o más bien del terror a los designios del Sujeto Todopoderoso. Spinoza refuta planteando la anterioridad de la naturaleza y por tanto del derecho natural respecto de la religión y la revelación divina que el hombre puede aguardar a que se revele por sí misma. El estado natural no es estado de religión. Es sin religión y sin ley y por tanto sin injusticia y sin pecado. Esto es así no solo por ignorancia, sino también por libertad. Si el derecho natural ya fuera divino, no sería necesario hacer pacto y juramento con Dios para ceder la libertad y transferirle nuestros derechos de la misma manera como se hace con el derecho civil. Y acá esta el sentido oculto de esta obra de Spinoza: todo lo que estuvo diciendo acerca del acuerdo para ceder el derecho natural a otro, lo estaba diciendo respecto de la RELIGIÓN que ya venía siendo impuesta de tiempos muy anteriores y contrapone siguiendo el mismo razonamiento un poder fabricado con el mismo mecanismo de cesión de derecho natural o cesión de la fuerza, pero diseñado ya no en base a la fe, sino a la lógica. Mucho podrá criticarse situados hoy comienzos del SXXI sobre la verdadera utilización de los contratos sociales, pero eso era lo que estaba en juego en su época. Fe versus Lógica. En estado natural seguir al derecho revelado y a la razón tienen su obligación en la utilidad. Y el Soberano no tiene obligación con ningún juez de la tierra a no ser que se aparezca el mismísimo enviado de Dios. El derecho natural se encuadra en el orden universal, el decreto eterno de Dios desconocido para nosotros y la religión solo es un derecho revelado que beneficia solo a los hombres y oscuro han entendido quienes creen que el pecado solo concibe a lo segundo. Con esto Spinoza enfrenta abiertamente a las religiones en una época donde la hoguera del enviado de Dios, el Gran Inquisidor, permanecía encendida. Ante el mandato del soberano en la tierra y el expreso pacto con Dios, os digo que debemos obedecer a Dios en todas las cosas, cuando poseamos una revelación suya cierta e indudable. Abiertamente Spinoza desafía al que se anuncia como representante de Dios anunciando que el contacto con Dios es directo, sin intermediarios en la tierra. Si la religión pudiera contradecir al soberano del imperio, todos tendrían excusa para desobedecer siempre. Evitar a toda costa el pacto con paganos y estar dispuesto a proteger su religión y si ya se hubiera hecho debe ya obedecerse salvo mandatos escritos de Dios. Con esto Spinoza evita recomendar abiertamente abandonar las religiones.
Nadie se despoja de su potestad ni cede sus derechos de tal modo que deje de ser hombre y ningún soberano logra disponer de todo a su capricho. No puede obligarse a un súbdito sobre sus emociones. Me pregunto qué empresa es mas imposible, si obligar a alguien a que sienta lo que las consecuencias de la naturaleza humana no le dicen o si hacer que Dios y sus príncipes en la tierra, es decir el cristianismo, abandonen su sed por subyugar a la humanidad por cualquier medio. Esta es la causa de la mayor tristeza de la tragedia humana, incluso más allá de saberse finito. Los gobiernos han debido de temer siempre no menos de los ciudadanos que de los enemigos motivo por el cual ningún gobierno ha podido ser violento al límite con su pueblo y la conservación de este derecho no depende de derecho alguno, sino de sí mismo. No es la razón de la obediencia, sino la obediencia misma la que distingue al súbdito dice Spinoza y más tarde Foucault lo parafraseara diciendo que el poder no se posee, se ejerce, circula entre los hombres. Nietzsche dirá que los príncipes no son nada sin los súbditos en aquel "y Zaratustra subió a la montaña y cuando hubo amanecido levanto la cabeza hacia el sol y exclamo, o gran sol que todo lo iluminas, que sería de ti sin aquellos a quienes iluminas". El súbdito, ya sea por temor, esperanza o afecto, obra por su propio consejo y no por eso deja de estar obedeciendo al soberano. Spinoza se propone analizar los motivos de dominación y dentro de aquellos los que son legítimos, es decir en los que el que obedece lo hace por voluntad propia, sea por temor, esperanza o por el respeto que es la mezcla de admiración y de miedo, o por el miedo y por la esperanza juntas y lo más frecuente. Y hace hincapié en el mayor poder de aquel que penetra en las almas de los súbditos respecto a aquel que lo hacer sembrando el terror. Esto lo retomara Marx Weber en sus tres tipos de dominación legitima y se me hace cada vez más evidente como han ninguneado a Spinoza y no encuentro otro motivo que su cualidad de judío. El imperio, según muestra la experiencia, aunque no puede tener la totalidad de la potestad de los súbditos, logra que los hombres amen ,odien, crean por derecho del imperio. Esto es un dominio bastante amplio. Aun así nunca el imperio tendrá el mismo poder que el individuo el cual tiene derecho y poder para todo. Y si el tirano tuviera un poder absoluto lo tendrían en realidad los súbditos que es a ellos a quien el tirano teme. No abordare de qué modo conformar un gobierno para que se conservara con seguridad siempre, pero analizare las revelaciones divinas de Dios a Moisés en el pueblo hebreo, sus consejos sobre que debe el súbdito ceder a los altos poderes. La conservación del imperio depende de la fe, virtud y ánimo de los súbditos. De qué modo conducir la fe y la virtud. Todos, gobernados y gobernantes tienden a la torpeza sin mayor esfuerzo. Expertos en multitudes desesperan que se deje llevar por la pasión. Todos creen saberlo todo y razonan sobre lo que hay que hacer y cómo dirigir y sobre el bien y el mal según como les afecte. El fastidio por el presente, la esperanza de un futuro mejor, la cólera desenfrenada y el desprecio por la pobreza gobiernan a las pasiones humanas. Prevenirlo para que no importa el carácter, todos prefieran el derecho público a sus derechos particulares, esa es la faena. La necesidad cobra múltiples formas. Siempre genero más preocupación los ciudadanos que los enemigos. Ejemplo la República Romana. Los reyes probaron suerte haciéndose pasar por dioses de razas superiores. Pero los hombres no aceptaran fácilmente pasar de súbditos a siervos. Estas y otras tramoyas emplearon los reyes para su seguridad. Pero veamos qué consejos dio con este fin la revelación divina a Moisés. Al salir de la opresión intolerable de Egipto, cada uno había vuelto a su derecho natural sin compromiso con otras leyes y no permitido adquirir nuevas tierras y podía decidir si conservarse así o ceder su derecho a otro. Teniendo fe en Moisés y por su consejo decidieron no depositar sus derechos más que en el propio Dios. Por juramento renunciaron libremente a sus derechos naturales y los transfirieron a Dios. En semejante estado, derecho civil y religión eran una misma cosa. Lo mismo que en las poblaciones indígenas como ser aquellas del actual primer Estado Plurinacional Boliviano donde la Pachamama era quien establecía los derechos y obligaciones. Sin embargo esta teocracia hebrea era más en la opinión que en la realidad. Mantuvieron todo potestad política como en una democracia y no cedieron a otro y todos podían consultar a Dios sin intermediarios a quien por clamor unánime aceptaban obedecer a su palabra. Pero cuando fueron a consultar a Dios se aterraron y optaron por obedecerlo por intermedio de Moisés. Así quedo Moisés como único juez soberano. Por transición habían cedido a Moisés el derecho a elegir sucesor suyo. Y si Moisés nombraba un sucesor, regiría en todos los asuntos de estado, nombrar jueces, establecer y derogar leyes, declarar la guerra y la paz, enviar delegados, sería igual a una monarquía solo que el monarca obedece a un decreto de Dios desconocido aun por él y en el caso hebreo el decreto es conocido solo por el rey. Pero el pueblo más aun en el caso hebreo conoce el bien y el mal solo a través de su rey. Pero moisés dividió de tal forma que no puede llamarse monarquía ni aristocracia ni democracia, sino teocracia. A unos delego derechos para interpretar las leyes y comunicar las respuestas de Dios y a otros administrar según las leyes. Moisés ordena levantar una casa que será la casa de Dios donde habitara el soberano y será levantada por todos de modo que será de derecho común el lugar en que había de comunicarse con Dios. Así los levitas, tribu de Levi, con Aarón hermano de Moisés a la cabeza administraron esta casa y fueron destituidos del común imperio y rodeados del resto del pueblo con respeto y eran los que se dedicaban a orar y a comunicarse con Dios. Se escogieron 12 príncipes para decidir en la guerra y consultar a Dios en las cosas nuevas, pero solo a través de los sacerdotes levitas ya mencionados. Las sucesiones las decidía directamente Dios. El ejército era formado por todo el pueblo desde la edad de 20 hasta los 60 años y juraban solo a Dios cuya arca iba en medio del ejército llamado entonces ejército de Dios. No delego Moisés entonces el derecho a establecer ni derogar leyes ni escoger entre la paz y la guerra ni escoger sucesores ni hablar cuando tuviese ganas con Dios, solo a interpretar sus leyes y a ejecutarlas, es decir que el pueblo no era dominado mas si administrado. Los príncipes podían consultar a Dios cuando querían, pero solo a través de los sumos pontífices, los cuales no podían hacerlo cuando querían de modo que solo consultaban lo que los príncipes preguntaban. Muerto Josué y ya no estaba Moisés, nadie fue elegido sucesor y cada uno en su tribu y milicia conservo los derechos de Josué. A Aarón lo sucedió legítimamente su hijo. Pero ya establecidos y divididas las tierras por derecho de guerra no necesitaron un general común pues ya no había cosas en común que decidir salvo ocasión de una guerra, y las tribus fueron consideradas confederadas. Cada príncipe administraría en su tribu consultando en la casa de Dios cuando lo quisiera. Si alguno faltase a Dios no se lo juzgaría como súbdito, sino que se lo invadiría como enemigo que rompiere el contrato. Nada se dice en las escrituras acerca de las sucesiones de los príncipes, pero presumo que lo hacia el más anciano en cada tribu puesto que eran familias. Es conocido que entre los hebreos se entiende jueces por ancianos. Lo importante es notar que muerto Moisés no quedo establecida ni monarquía , ni un consejo ni el gobierno en el pueblo como es la democracia, sino una sola casa regia a la cual las tribus obedecían por este solo motivo eran conciudadanas y solo debían obediencia a Dios y si era necesario el caudillo que dirigiera a todos sería elegido solo por Dios, por tanto había quedado establecida una teocracia. Hasta qué punto este modo de constituir el imperio serbia para moderar los ánimos, contener gobernantes y gobernados y evitar rebeldes y tiranos. Los que gobiernan suelen esconderse tras la justicia cuando son los que interpretan el derecho y de esta forma lograr la mayor libertad en aquello que desean. No ocurriría si la ley fuera interpretada por otro o su interpretación conocida y tan patente por todos que no podría caber duda. Los príncipes no podían hacer su propia interpretación de la ley y los levitas no tenían ni propiedades ni participación en el estado por tanto su única posesión era su gloria para la cual dependían de su buen comportamiento. Y el pueblo era obligado a reunirse cada siete años para que los levitas le repasaran el libro de la ley. Los príncipes querían la gloria y temían al odio más terrible, el odio de religión. El ejército eran todos los ciudadanos y no podían incluirse soldados por precio únicos que podrían servir a los príncipes contra los ciudadanos. Y los entre los hebreos debía existir un singular amor a la patria de modo que todos debían estar dispuestos a sufrir todas las cosas antes que la traición, apartarse de ella o la dominación extranjera pues se trataba del pueblo y el reino del mismísimo Dios. Y el culto de Dios solo estaba permitido en suelo patrio único suelo santo. Por eso nadie era castigado con el destierro. El que peca es digno de suplicio, pero no de la deshonra. No era simple amor, sino piedad a su patria pues al tiempo que el odio a los demás pueblos se alimentaba el culto cotidiano que era diverso y absolutamente contrario al de los demás pueblos. Y no faltaba causa común para aumentar la odiosa reciprocidad, pues las naciones extrañas debieron sentir un odio intensísimo. Libertad en el gobierno humano, culto hasta la devoción, odio piadoso, singularidad de costumbres y ritos y todos por enemigos. La apreciación de estas cosas depende de la opinión únicamente. Pero además había otra cosa, la utilidad, que es nervio y vida de todas las acciones humanas y esta era singular en el pueblo hebreo. Derecho garantido eterno de la propiedad, pero todos igual porción de tierra que el príncipe y si alguno por necesidad vendía sus fundo o su campo con el jubileo se eran restituidos en su totalidad de forma que nadie podía enajenarse de sus bienes inmuebles. La pobreza recibía la caridad que era practicada para tener contento al Señor. Estando tan bien en su patria y fuera encontrando solo vergüenza y oprobio. Todo esto no solo servía para retenerlos sino para evitar guerras civiles quitando objetos de disputas ya que ninguno servía a su igual, sino a Dios solo. Esto más adelante lo retomara, desde luego como todos ninguneando a Spinoza, Kant en su propuesta moral donde plantea como regla que ningún derecho debe hacer de alguien el medio para satisfacerlo. Y el amor y la caridad para con el conciudadano era piedad soberana la cual se alimentaba del odio común y reciproco con las demás naciones. El culto era una continua vida de obediencia indicando la forma de trabajar, que animales, que vegetales, cómo y cuándo y así para las ceremonias. Tan habituados, esta servidumbre debió parecerles libertad. Debe seguirse que nadie debía desear lo prohibido, sino lo que fuese mandado a lo que ayudaba que largas épocas del año se entregaban a fiestas y descanso no por capricho, sino por obedecer enteramente a Dios. No entiendo que pueda imaginarse nada más eficaz para dirigir el ánimo de los hombres pues nada atrae más al ánimo que aquella alegría que nace de la devoción, es decir de la admiración y del amor. Sería difícil disgustarse por cosas gustadas. Estando las leyes escritas por Dios, debían los hebreos obedecer sin examen alguno de la razón. Falta ver las causas de por qué tantas veces han faltado a la ley, han sido reducidos a la esclavitud, en fin han producido la completa ruina del imperio. Sería muy pueril atribuirlo a contumacia, pues la naturaleza no crea naciones, sino individuos que se distinguen luego por lengua, leyes y costumbres. De las leyes y costumbres derivan singular carácter, condiciones y preocupaciones. Debe atribuirse, si quiere decirse que los hebreos eran más sediciosos, a vicios de las leyes o de las costumbres. Cuando los levitas o los hijos de los príncipes quisieron abarcar todo el poder no podían hacer más que reinos dentro del reino y fue la ruina del imperio. Ni aunque se quisiera no podría imitarse este imperio pues no solo se requeriría la voluntad de ceder el derecho a Dios de todos, sino que Dios vuelva a hacerse presente y este de acuerdo. Pero Dios ha dicho que en más el pacto seria por el corazón. Y este tipo de gobierno además solo sirve a naciones que no quieran comercializar hacia afuera y que vivan aisladas fronteras adentro. Aun así contiene preceptos notabilísimos, no solo en cuestiones de Estado. Dios permitió que se cedieran los derechos a un solo hombre representante suyo para mandar, establecer y derogar leyes, enseñar, juzgar y castigar y elegir los ministros sagrados. Hasta antes de los profetas no hubo sectas porque los sacerdotes no podían firmar nuevas leyes, sino solo mantener incorruptas las existentes. Al querer usurpar poder a los príncipes comenzaron a querer firmar todo, hasta las ceremonias, poniéndolas al nivel de las leyes sagradas. La religión derivo en superstición miserable mientras los príncipes eran permisivos para lograr el favor del pueblo en su deseo de tener todo el reino tergiversando las escrituras. Los más prudentes lo notarían. Adujeron que los decretos agregados, llamados por los fariseos costumbres de sus padres, no había motivos para custodiarlos. La corrupción de la religión, la adulación de los magistrados y el crecimiento desmedido de leyes. Ardor de superstición sostenida por magistrados lleva necesariamente a sectas. Los profetas abusando de su creciente autoridad para juzgar y castigar irritaban y causaban guerras civiles. De haber estado el pueblo gobernando no habrían sido guerras civiles. Pasan a una forma de gobierno monárquica y no estaban acostumbrados a reyes. Sangrientas e inagotables guerras entre judíos e israelitas mientras que antes podían transcurrir hasta 80 años sin ninguna guerra.
No se combatía por paz y libertad, sino por gloria y reino. Todo esto sucedió después que el pueblo hubo de ceder el gobierno a los reyes, no antes donde las leyes permanecían incorruptas. El pueblo mientras gobernaba se corregía fácilmente y era grande o humilde según la ocasión y restablecida las leyes rápidamente. No así el orgullo del rey que no cedía hasta destruir todo. Con todo esto vemos lo peligroso de I: conceder a los ministros del culto derecho para poseer alguna cosa o para tratar asuntos del gobierno y que solo respondan a lo que se les pregunta. Nótese las injerencias de la iglesia católica en los asuntos de estado, en las leyes que han de establecerse como las de matrimonio igualitario, aborto, divorcio, determinar que es sano y que no en los deseos sexuales al tiempo que condenan sus propios deseos y se los adjudican a otros y acaparar la educación como hace en las antiguas colonias hoy devenidos estados feudales pre-capitalistas como África, América del Sur y Central y Medio Oriente que tienen en común no el color de piel, sino que sus civilizaciones originarias notablemente más saludables que la europea occidental cristiana evidenciado en que no llegaron a la perversión social de aceptar el establecimiento de la figura de un policía o custodia de la propiedad privada y la misma propiedad privada en sí y al no existir la propiedad privada no la codiciaban y no ambicionaron ni planearon destruir el planeta para conseguirla como es el caso de la civilización europea occidental cristiana. II: adjudicar a Dios especulaciones y opiniones donde cada uno tiene la suya y reputarlas crimen. La ira del pueblo reina donde esto sucede. Las opiniones son derecho de cada uno que nunca se ceden. Los gobiernos introducen sectas dentro de la religión cuyos doctores suelen ser más consideradas por la plebe que los propios ministros de culto. Por esto conviene dejar la piedad y la religión solamente en las obras, es decir en el ejercicio de la caridad y de la justicia y dejar los juicios a decisión de cada uno. III Confiar al soberano el derecho de juzgar, esto no me queda claro. IV: es muy perjudicial para un pueblo que ya tiene leyes y no acostumbrado a reyes constituir un monarca. El mismo parecerá más esclavo que monarca. Este buscara modificar las leyes para que el pueblo no pueda quitar la autoridad real como darla. Y también se da que un pueblo acostumbrado a rey tirano, si se le quita, no reconocerá autoridad menor y necesitara otro tirano por necesidad. Estas argumentaciones muestran la adoración de Spinoza hacia la lógica, pero no la lógica ciega, sino reconociendo en las pasiones parte misma de la realidad. Asesinado el rey por el pueblo el nuevo monarca deberá vengarlo y dar muestras para que no lo repitan con el pero para esto debe seguir la causa del anterior, por eso los pueblos suelen ir cambiando de tirano en tirano. Ejemplo fatal es el inglés, donde muerto el rey debieron cambiar de forma de gobierno que al final terminó funcionando como otro rey que debió mantener en conflictos y guerras al pueblo y asesinar a la familia real para evitar que se repitiera con él. Lo mismo ocurrió en Roma, donde el pueblo tenia potestad para elegir y quitar al rey, y así pudo fácilmente cambiar de forma de gobierno, pero de un tirano fueron varios juntos que tuvieron al pueblo afligido con guerras externas e internas que no acababan nunca y finalmente volvieron a un monarca como al principio. En el caso de Holanda, nunca hubo monarca, sino condes, y los estados federados se encargaron siempre se mantener el poder de los condes moderado y a los ciudadanos libres. El poder soberano residió siempre en los estados. En conclusión debe mantenerse la forma de gobierno que no cambiara sin riesgo de ruina total del estado. Notemos el uso frecuente y el foco puesto en la figura del estado, en el momento en que los estados nacionales tal como los vemos hoy estaban en formación y que lamentablemente e inexplicablemente. El derecho de todos se ejerce en la voluntad del soberano, no solo el derecho civil, también es necesario que ejerza el derecho divino. Quienes lo reprochan, excomulgan dividiendo gobiernos y abriéndose camino para llegar a él. La religión recibe fuerza de derecho solo para la voluntad de aquellos que tienen fuerza de mandar. Dios solo establece reino con aquellos al frente de los estados. La religión y la piedad deben acomodarse a la paz y a la utilidad de la república. Hablo del ejercicio de la piedad y culto externo. La piedad y culto en el interior de la conciencia de cada uno y la manera en que cada uno se dispone a relacionarse con Dios es derecho de cada uno que no se cede como ya lo vimos. Del capítulo 14 acá comprendo claramente que es el reino de Dios. Cumple la ley de Dios aquel que aplica la caridad y la justicia según su mandato. Y es el reino de Dios aquel lugar donde la caridad y la justicia toman fuerza de derecho y de mandato. Y justicia y caridad solo revisten fuerza de derecho y ley a través del derecho soberano. Dios solo hace reino con aquellos quienes gobiernan. Pues como vimos en estado natural no hay diferencia de derechos bien se use la razón o el apetito, el derecho único es el de obtener cuanto se pueda y en este estado de naturaleza no existe ni la infracción a la ley civil ni el pecado. Se encuentran por igual el justo que el injusto, el puro que el impuro y no hay lugar para la caridad ni la justicia. Pero para que los preceptos divinos tengan fuerza de ley sería necesario que todos los traspasen a todos, a algunos o incluso a uno solo y en ese caso comenzaría a esclarecerse lo que es justicia e injusticia, equidad e iniquidad. La religión se concibe únicamente por el derecho, la justicia y la caridad es decir la enseñanza de la verdadera razón, la cual solo puede cobrar fuerza de ley y derecho por voluntad de los que tienen el poder soberano que forman el único reino de Dios en la Tierra. Esta demostración es universal pues sea cual sea la religión y la forma como haya sido conocida la revelación de Dios, por la luz natural o revelada, es la misma revelación. Sucedió así en el pueblo hebreo donde todos de común acuerdo cedieron una parte de su derecho natural y acordaron obedecer y únicamente a las leyes emanadas de Dios y así en la democracia todos acuerdan vivir según los dicta mentes de la razón. Los hebreos cedieron sus derechos a Dios más bien en pensamientos que en obras pues mantuvieron el gobierno hasta que se lo dieron a Moisés. Y Moisés no castigo a los que antes habían violado el sábado más si a los que lo hicieron después, cuando lo hizo fuerza de ley. Cuando los hebreos transfirieron sus derechos al rey de babilonia dejo de existir el reino de Dios y perdió fuerza de ley su religión. Y ya debían velar por la salvación de babilonia pues era su salvación aunque lo hicieran desde su lugar de siervos. La lógica de Spinoza es imperturbable, pero recordemos que está en un país donde el rey lo protege y está analizando lógicamente a la religión hebrea que lo excomulgo e indirectamente a la católica pues se dedica a quemar paganos. En el capítulo 4 se vio que los decretos de Dios suponen una verdad y necesidad absolutas y no se concibe a Dios cual príncipe dando órdenes, de modo que hasta que un intermediario con derecho de mandar reina según sus decretos, es decir según la equidad y la justicia, estos no tienen fuerza de ley. Solo donde reinan los justos se ven vestigios de la providencia divina, en otro caso corren igual suerte, justos, injustos, puros e impuros, como en el derecho natural y por tanto no reina la providencia divina y no es como algunos creían que Dios reina directamente sobre los hombres y dirige toda la naturaleza a su objeto. Dios es objeto de atención en aquella época, el cuestiona miento de su existencia y en su caso su esencia y la cuestión de las religiones de hombres. Los sumos poderes se deduce que han de ser los intérpretes de los derechos divinos ya que de ellos dependen. Se entenderá cuando demostremos que el culto exterior de la religión y el ejercicio de la piedad deben preservar la paz y conservación de la república. La piedad por la patria es la de mayor grado pues sin patria no quedara más que ruinas, entonces todo lo que haga con el prójimo será piadoso o no de acuerdo al beneficio que haga hacia la república. De modo que la ley suprema es la salud pública y esta es potestad del soberano por tanto de qué modo cada uno debe practicar la piedad con el prójimo es también algo que debe establecer el soberano que no es más que decir de qué modo cada uno debe obedecer a Dios. Así los poderes soberanos son intérpretes de la religión y nadie puede obedecer a Dios si no acomoda el culto y la piedad a que está obligado a la utilidad pública y por tanto si no obedece todos los decretos del soberano. Por mandato de Dios todos están obligados sin excepción a practicar la piedad y no hacer daño a nadie tampoco para socorrer a otro y mucho menos dañar a toda la república. Por el contrario para obedecer a Dios tendrá que acomodar su piedad a la utilidad de la república y el único que sabe cómo cuidar la utilidad pública es el soberano que conoce los asuntos públicos luego nadie puede acatar a Dios si no obedece los decretos del soberano. Así si alguien comete algún delito contra las leyes los hebreos debían entregarlo al juez aun habiendo jurado amar al prójimo como a sí mismos y si el soberano condena a muerte a un súbdito los demás no pueden socorrerlo. Por eso el pueblo hebreo debía amar a su prójimo y odiar a su enemigo. El ejercicio de piedad aun en estos casos debe acomodarse a la utilidad de la república. El hecho de que Cristo les enseno en Babilonia a cuidar la virtud es prueba de que la religión debe acomodarse a la utilidad del estado. Y termina Spinoza diciendo, "De las demás razones que nuestros adversarios utilizan para separar el derecho sagrado del derecho civil y probar que el uno pertenece al soberano y el otro a la iglesia universal, nada digo, son demasiado frívolas para que merezcan ser refutadas." Ahora entiendo el interés oculto de la aniquilación de los judíos. No se trata de aniquilar personas, sino de aniquilar una idea. La religión es el instrumento de dominación por excelencia y la religión judía es una amenaza para cualquier plan de dominación. Así los 25 mil indios asesinados haciéndoles creer que se firmaría una paz y tomando rehenes a los caciques no fue porque no cabían en la república nueva, era porque su religión nunca ingresaría al capitalismo, se aniquilo una religión, una religión que adoraba a la tierra y que por tanto no podía tener como dueño a un individuo particular. Aquel que intenta arrebatar esta autoridad se procura un camino para llegar al imperio, agrega Spinoza señalando a la iglesia universal. Como podría mandar en la guerra o la paz aquel que debiera esperar la opinión de otro acerca de si lo que considera útil es piadoso o es impío, si es fasto o es nefasto. Baste un solo ejemplo, el romano pontífice, a quien fue concedido este poder absoluto comenzó poco a poco a tener bajo su potestad a todos los reyes y finalmente llego al soberano imperio. Cuando los estados alemanes quisieron restarle poder solo consiguieron sumarle. Así la iglesia católica hoy en día en América del Sur y Central se procura recuperar el poder soberano teniendo a los gobernantes bajo su dominio. Véase cuanto lograron los eclesiásticos con la pluma que nadie logro con el hierro ni con el fuego. Préstese atención al poder de quien ostenta la potestad, la fuerza y la potencia, sobre lo divino. Y cuando este derecho reside en el soberano aumenta la práctica de la caridad y cuando reside en otros como en el caso de los escribas que eran ciudadanos civiles el pueblo no les presta atención y el gobierno civil también le resta atención a lo cual lo sigue el pueblo. El dilema de quien juzgara si son impíos los soberanos, se repite lo mismo con los eclesiásticos si fueran particulares fuera del gobierno. No hay remedio si el soberano quiere andar a su capricho ostente o no el derecho divino. Pero más rápido se llegara a la ruina si alguien fuera del gobierno quiere sediciosamente adjudicarse ese derecho. Quitándoles esta potestad a los soberanos este caso de inseguro y probable se convertirá en necesario y cierto. Spinoza se pregunta porque en los estados cristianos esto ha sido siempre foco de controversia mientras que en el estado hebreo no se ponía en duda que el derecho divino debía residir en el soberano. Verdad es que en ningún pueblo de ningún continente hubo esta división entre poder civil y religioso como en los estados cristianos. En los pueblos americanos, africanos, en Oceanía, en el lejano oriente, si alguien era considerado con poderes sobre naturales, para comunicarse con los espíritus o autorizado a realizar los rituales míticos que transportaban a los participantes al origen de las cosas y de los tiempos, podía ser consultado, en la enfermedad o en la guerra, pero nunca estaba por encima de la decisión de los jefes o caciques, aquellos chamanes no decidían que era buen o y que no para el grupo más allá de sugerirlo al cacique. Y porque no crea la iglesia su propio estado y se dedica a hacer como quiera dentro del, pues el estado vaticano es muy pequeño para que sea habitado por un pueblo y constituirlo en una verdadero estado nacional. La causa de esta particularidad de los estados cristianos esta en el origen mismo. El cristianismo fue ensenado primeramente por varones particulares a lo que se oponían los reyes. Ensenaban en iglesias particulares. Cuando comienzan a incorporarse al gobierno, tenían que educar a los gobernantes, de modo que fueron tomados como doctores, incluso intérpretes y vicarios de Dios. Y para mantener este monopolio de la interpretación de Dios que no les fuera arrebatada por los gobernantes, declararon los eclesiásticos que se prohibiese el matrimonio a los ministros de la iglesia. Le agregaron tal número de dogmas que la complejizaron y la asemejaron a la filosofía y el intérprete debía ser filósofo y teólogo y disponer del tiempo suficiente para mil especulaciones inútiles. Distinto fue en el imperio hebreo donde religión e imperio se crearon al mismo tiempo, Moisés enseno la religión, estableció las ceremonias sagradas y escogió a sus ministros, la autoridad real fue extraordinariamente grande en el pueblo y sobre lo sagrado el soberano era el rey. Lo mismo, agregaría, que ocurría en todos los pueblos menos el cristiano. Cuidar de no incrementar la cantidad de dogmas y que la religión se confunda con la ciencia recomienda Baruch. Si cada uno pudiera ceder su espíritu como la lengua sería fácil para el soberano pues todos experimentarían internamente lo que él quisiera y no se conocerían los conflictos. Pero el espíritu, la forma en que cada uno experimenta su devoción a Dios y a las cosas terrenales, el carácter, la capacidad de raciocinar, que es justo, verdadero o bueno, el ánimo no puede ser cedido por nadie ni aunque quisiera. De acá que se considere violento aquel imperio que quiere extenderse a los espíritus. Podría un gobierno considerar enemigo a aquel que no coincida con sus doctrinas, pero acá nos interesamos no por lo que deba ser, sino por aquello que es útil. La opinión de uno puede recibir influencia de otra y así considerarse que es la opinión de otro, pero no al punto de que no genere el otro su propia opinión o disienta, lo cierto es que hay tantas opiniones como gustos. Retomando, si pudiera gobernarse sobre los espíritus, igualmente fácil que a las lenguas, cada poder seria absoluto sin ser violento ya que todos tendrían el carácter y las opiniones que el soberano y juzgarían igual que es justo y que injusto. Pero no puede transferirse el ánimo, ni la facultad de juzgar ni menos ser obligado. El imperio que lo intenta es violento y lo mismo si pretende decidir sobre cómo cada uno se vincula internamente con Dios. Puede llegar a influirse de muchas maneras y hay artes para conseguirlo, pero no se llega nunca a evitar que cada uno juzgue por su cuenta y como dijimos que haya tantas opiniones como gustos.
De modo que aunque se considere al soberano intérprete del derecho y de la religión no por eso cada uno deja de usar su ingenio y juzgar por su cuenta y aunque sea derecho del gobierno juzgar enemigo al que piense distinto a sus doctrinas acá no me interesa hablar de los derechos del gobierno sino lo que es útil. Aunque hay imperios que gobiernan violentamente y mandan a matar por pequeñeces no tienen el poder para evitar que cada cual piense a su manera y por tanto no tienen el derecho puesto que el derecho lo establece el poder. De modo que no es conveniente para el imperio pretender este derecho. Es vicio común a todos los hombres confiar a sus semejantes aquellas opiniones que deben ser reservadas. Sera violentísimo el gobierno que no conceda la libertad de decir y ensenar lo que se piensa y templado el que lo conceda. Es cierto que la palabra puede ser tan perjudicial como los actos. Debemos ver cuáles son los limites adecuados para sin quitar esta libertad que no sea perjudicial para la paz de la república y el derecho soberano. El objeto del estado no es dominar a los otros ni acallarlos por el miedo ni sujetarlos al derecho de otro, sino liberarlos del miedo y darles seguridad en tanto sea posible y que conserven el derecho natural que tienen a la existencia sin daño propio ni ajeno. No es el fin del estado convertir a los hombres de seres racionales en bestias o en autómatas. Sino por el contrario que su espíritu y su cuerpo se desenvuelvan en todas sus funciones y hagan libre uso de la razón sin rivalizar por el odio, la cólera o el engaño ni se hagan la guerra con ánimo injusto. El fin del estado es pues verdaderamente la libertad. La condición del estado es que la potestad sobre todas las cosas pertenezca a todos, a algunos o a uno solo. Pero no puede lograrse que todos piensen de una misma manera o hablen de una misma boca. Y no podrían vivir pacíficamente si no cediesen su derecho a obrar como piensan. Cada uno entonces cede su derecho a obrar con arreglo a la voluntad propia, pero mantiene su derecho a juzgar y razonar. Cada uno puede sentir y pensar y ensenar por la razón y no por el engaño y no puede hacer modificaciones en el estado por su autoridad, pero si haciéndole ver su juicio al soberano para que decida o no modificar la ley que juzga que repugna a la razón y si en tanto esto sucede cumple con la ley es un excelente ciudadano y si busca las modificaciones en el estado injuriando al soberano acusándolo de iniquidad y arrastrando odios hacia él es un perturbador y un rebelde. Nada podría hacerse contra la ley y contra la propia razón, pues decreto por su propia razón transferir su derecho al soberano y vivir con arreglo a su propio juicio. Podemos ver en los consejos de grandes o pequeñas soberanías, que nunca todos votan por unanimidad y sin embargo obran la decisión de la mayoría por propia voluntad. Con arreglo a los fundamentos del estado y el derecho del soberano y su derecho a pensar en libertad, que opiniones son sediciosas es decir al exponerse rompen el pacto mediante el cual cada uno cedió su derecho de obrar según el pensamiento propio. Aquellas que consideran que el derecho del soberano no es suficiente o considera que tiene derecho a obrar a su capricho y su opinión encierra entonces hechos que dañan la república y solo estas. En un estado corrompido donde un particular sedicioso y hábil para engañar incrédulos adquiera mas prestigio que el propio gobierno es más evidente el efecto de estas opiniones. Ya mencionamos en el capítulo 15 sobre aquellas opiniones que parecieran referirse a lo verdadero y a lo falso y son propagadas con intención inicua -injusta-. Si la fe de cada uno para con el estado, igual que la fe para con Dios, se demuestra solo en las obras, esto es en la caridad con el prójimo, entonces tanta libertad como la religión concede a la fe debe conceder el estado para filosofar. Puede aducirse que semejante libertad pueda traer algún inconveniente, pero aquello que no puede prohibirse debe permitirse aunque traiga algún perjuicio, aquel que pretende corregir todo con leyes más irrita que mejora las cosas y que cosa ha habido tan sabiamente instituida que no haya traído alguna desventaja. Cuantos males trae el lujo, la envidia la avaricia, la embriaguez y otros tantos verdaderos vicios y sin embargo se los permite porque no se los puede prohibir. Cuanto más la libertad de pensar que no es vicio, sino virtud y que no puede prohibirse. Sus inconvenientes pueden evitarse con la autoridad de los magistrados. Y se suma que esta libertad es necesaria para promover las ciencias y las artes pues son el resultado de pensamientos libres y sin preocupaciones. Si suponemos que se quitara la libertad de expresión, no podrá evitarse la libertad de opinión y se dirá una cosa y se pensara otra y se perderá la fe en el estado llevando a una república corrompida. Pero lejos estamos de poder evitar que cada cual diga lo que quiera, no aquellos que se contentan con poner precio a las cosas, sino aquellos cuya riqueza es su virtud. Y nada provoca más inquietud e impaciencia en los hombres que se decrete como verdadero aquello que consideran en su juicio como falso y se juzgue perverso aquello que los mueve a piedad con Dios y con los hombres y los lleva a atreverse a enfrentar a los magistrados y promover sediciones. Conocida esta naturaleza humana se deduce que las leyes, que son opiniones, que no son para corregir al malo, sino para irritar al bueno, no pueden ser defendidas sin riesgo para el estado. Las leyes decretando lo que se debe creer y en lo que se debe pensar y decir surgen protegiendo o más bien cediendo a la cólera por cierta autoridad maldita de aquellos que no toleran la libertad de pensamiento convirtiendo en rabia la devoción de la plebe y dirigirla según sus intenciones. Cuanto más noble que decretar leyes inútiles solo violables por aquellos que aman las virtudes y las artes, seria aplacar la rabia e ira del pueblo y que situación angustiosa la de un estado que no pudiera consentir hombres de libres en su seno. Que mal mayor podría escoger el estado que condenar como criminales al destierro a hombres honrados por pensar distinto e ignorar el fingimiento. Debe el gobierno para lograr una fe sincera y no una creencia forzada, conservar la autoridad de buen modo, y para no verse obligado ante los sediciosos conceder la libertad de pensamiento. Así los hombres se gobernaran aun pensando distinto, viviendo en armonía, este tipo de estado es adecuado para la naturaleza humana. El gobierno democrático es el que más se aproxima al estado natural. Todos pactan acatar la autoridad de la ley y obrar de tal forma, pero no de juzgar y opinar y mantener sus opiniones y puesto que está permitido derogar las leyes por mejores si se considerara así, la mejor forma de mejorar las leyes es permitir la confrontación de opiniones. Cuanto más se les aparta a los hombres de su libertad de pensar más se aparta de su estado natural y por lo tanto más violentamente se reina. La autoridad del soberano alcanza para que los hombres opinando distinto se dañen entre si.
Espinosa dice que el hombre, por seguridad, reemplaza el derecho natural que le otorga su apetito, por uno común a todos, a través de la razón, la potencia y voluntad de todos. Notar que prefiere la POTENCIA y VOLUNTAD a la INCONSCIENCIA DE LOS APETITOS. Más tarde dirá que estos derechos no pueden estar en contradicción. Es decir que el primero no puede privarle de Ser, pero Ser es en su esencia no solo cualitativo, sino también cuantitativo, Ser implica Ser en todo lo que este a su alcance, y eso implica una extensión, alargar los brazos tratando de abrazar la eterna infinitud expresa dimensión. Y en donde hay dimensión implica conflicto con los otros seres animados, compartiendo o combatiendo o alcanzando una forma de Ser Universal Común a todos los seres animados, una unión animada, de voluntades, una única
potencia.
Espinosa dice que la razón puede llevar a la equivocación y a escoger desacertadamente. Nadie puede prometer renunciar a esta ley natural de hacer lo que su ser le diga que es mejor, sin mentir al hacerlo a no ser que sea por la esperanza de un bien más grande o por temor a un mal mayor. Por ejemplo la sola potencia de mi derecho natural me otorga derecho a engañar para salvar mi vida. También a romper un pacto. Luego un pacto por derecho natural no tiene más fuerza que su utilidad, fuera de lo cual se transforma en irrito. Notar que Espinosa, siempre atentos a que esto es Europa Occidental y solamente eso, está atento al interés de la época en la creación de los estados nacionales basados en la razón (como veremos los focos de poder encontraron formas de disfrazarla y dispondrán de la razón y la ciencia su institución como poderoso instrumento de dominación), abandonando los gobiernos basados en la fe (creencia en algo aunque fuera inverosímil). El estado nacional deberá atender a las ventajas y desventajas del pacto y a su necesario dinamismo para que mantenga su vigencia, su fuerza. Pero aun si la razón indicase que el pacto es optimo para el hombre, y que justifica sacrificios actuales para un futuro mejor, este no necesariamente lo visualiza el hombre y puede parecerle otra cosa y la fe en el pacto es el sostén de las repúblicas. O hace caso de sus deseos y no de su razón. De modo que el soberano debe serlo ostentando el soberano derecho de sujetarlos por la fuerza o por el temor al último suplicio.
Es necesario también antropologizar la currícula de filosofía en este país, y en cada país, el poder no es ingenuo y sabe que es ahí donde se forma el sentido común del siguiente siglo, es interesante observar como veneran a determinados autores y ningunean a otros con pasiones y prejuicios por los propios formadores de opinión. Cuando un prejuicio actúa, cual axioma pareciera bajar las defensas racionales, las reacciones de la unidad lógica cerebral, bloquearlas para que el prejuicio actúe mientras el actor mantiene una de lo más sincera y pura cara de circunstancia puesto que esta lógicamente, y en el sentido más racional de la lógica, convencido de lo que hace.
Democracia según Espinosa es la asamblea de todos los hombres que tienen colegiadamente soberano derecho en todas las cosas que pueden. No se sostiene en ley, sino en la cesión explicita o implícita de su derecho individual a defenderse. En un imperio ya instalado y habiendo ya cedido sus derechos de defenderse sin guardarse nada al hombre conviene obedecerle aun en lo más absurdo por miedo a mal mayor si desobedece. Vemos como el foco esta puesto en el estudio racional del ejercicio político en la sociedad, en la ciencia del poder, establecer su origen y sus leyes. Foucault dirá que el poder no se posee, se ejerce y circula entre los hombres. Haciendo un estudio antropológico sobre la ciencia del poder, ciencia de ciencia, una ciencia cuyo objeto es una ciencia, podemos detectar las maniobras de los grupos de poder desde el origen de la ciencia del poder hasta el presente y avizorar un futuro en cuanto a humanos se trate.
Spinoza recuerda a Séneca, los imperios violentos, no han durado nunca pues para recibir y mantener la potestad de todos, hay que consultar el bien común y evitar el absurdo. Por eso es menos probable en una democracia ya que es improbable que la mayoría caiga en el absurdo. Aunque la historia humana está llena de contra-ejemplos, el contexto era comparar la democracia con la tiranía de uno. Siervo es aquel que obrando libremente no ve el daño que se hace a sí mismo y libre el que es llevado a obedecer por las leyes de la razón. Nuevamente cabe contextualizar ya que se está combatiendo al clero con la democracia racional en la cual se opta por ceder el derecho a defenderse. Si el fin de la acción no es la del agente mismo, sino la del imperante entonces el agente es siervo e inútil para sí. Si no, es súbdito, no siervo. Se cuestiona acá el significado de libertad, la libertad y opción a ceder derechos y obedecer para propio beneficio en contraposición con la obligación a obedecer para beneficio de otro, pero no para el propio. Clasifica: siervo, hijo y súbdito. El primero actúa para beneficio del dueño o imperante, el segundo actúa en beneficio propio, pero por mandato de su padre y el tercero actúa por mandato del imperante, el soberano, pero para el beneficio común y por lo tanto para él. El gobierno democrático es el más natural porque en el nadie transfiere a otro su derecho natural, todos mantienen una parte y deliberan sobre el bien común. República es el tipo de gobierno donde impera la ley, la ley es soberana única y absoluta. En la democracia nadie cede el derecho natural, la ley no es soberana absoluta, nadie está obligado a obedecer contra el bien común que vendría a ser su bien. Hobbes decía que nadie debe estar obligado a actuar contra su propia conveniencia. Spinoza dice que con lo dicho alcanza para los demás poderes, y pone el foco en la democracia y en la conveniencia de la libertad dentro de la misma. Y en el estado civil, derecho civil privado, injuria, justicia e injusticia. Quiénes son confederados, quiénes enemigos y qué es un crimen de lesa majestad. Derecho civil privado es el derecho a la libertad de mantener su estado que tiene cada uno regido por el soberano. Injuria es la violación de un derecho civil, y dado que el soberano tiene todo permitido, solo puede provocarla un particular. Justicia es la administración equitativa y sin distinguir rico de pobre de los derechos y lo que le corresponde a cada uno. Injusticia es hacer otra cosa. Confederados son individuos de distintos estados que acuerdan en caso de guerra protegerse mutuamente. En el derecho entre Estados es necio aquel que pretende que un Estado cumpla su promesa si no le conviene o perjudica lo que es mandato proteger: su pueblo. El soberano incumpliría su mandato como tal si hiciera promesas por piedad o religión. Es enemigo el que esta fuera de la ciudad y no reconoce su imperio ni como súbdito ni como aliado, pues la enemistad no la da el odio, sino el derecho. Y crimen de lesa majestad lo comete el súbdito que intente arrebatar el derecho que le fue dado al soberano o transferirlo a otro sin importar si el fin era esperanzador. El derecho natural si daña a otro va en contra del derecho divino revelado de amar al prójimo como a ti mismo. Acá vemos una yuxtaposición de un nuevo instrumento de dominación que será utilizado posteriormente, el derecho que otorga el contrato social racional, el gobierno de la razón, que con mucha objetividad para su época despliega Spinoza, con uno que se venía arrastrando, el instrumento del derecho divino revelado, el gobierno divino, sobre natural, de la fe o más bien del terror a los designios del Sujeto Todopoderoso. Spinoza refuta planteando la anterioridad de la naturaleza y por tanto del derecho natural respecto de la religión y la revelación divina que el hombre puede aguardar a que se revele por sí misma. El estado natural no es estado de religión. Es sin religión y sin ley y por tanto sin injusticia y sin pecado. Esto es así no solo por ignorancia, sino también por libertad. Si el derecho natural ya fuera divino, no sería necesario hacer pacto y juramento con Dios para ceder la libertad y transferirle nuestros derechos de la misma manera como se hace con el derecho civil. Y acá esta el sentido oculto de esta obra de Spinoza: todo lo que estuvo diciendo acerca del acuerdo para ceder el derecho natural a otro, lo estaba diciendo respecto de la RELIGIÓN que ya venía siendo impuesta de tiempos muy anteriores y contrapone siguiendo el mismo razonamiento un poder fabricado con el mismo mecanismo de cesión de derecho natural o cesión de la fuerza, pero diseñado ya no en base a la fe, sino a la lógica. Mucho podrá criticarse situados hoy comienzos del SXXI sobre la verdadera utilización de los contratos sociales, pero eso era lo que estaba en juego en su época. Fe versus Lógica. En estado natural seguir al derecho revelado y a la razón tienen su obligación en la utilidad. Y el Soberano no tiene obligación con ningún juez de la tierra a no ser que se aparezca el mismísimo enviado de Dios. El derecho natural se encuadra en el orden universal, el decreto eterno de Dios desconocido para nosotros y la religión solo es un derecho revelado que beneficia solo a los hombres y oscuro han entendido quienes creen que el pecado solo concibe a lo segundo. Con esto Spinoza enfrenta abiertamente a las religiones en una época donde la hoguera del enviado de Dios, el Gran Inquisidor, permanecía encendida. Ante el mandato del soberano en la tierra y el expreso pacto con Dios, os digo que debemos obedecer a Dios en todas las cosas, cuando poseamos una revelación suya cierta e indudable. Abiertamente Spinoza desafía al que se anuncia como representante de Dios anunciando que el contacto con Dios es directo, sin intermediarios en la tierra. Si la religión pudiera contradecir al soberano del imperio, todos tendrían excusa para desobedecer siempre. Evitar a toda costa el pacto con paganos y estar dispuesto a proteger su religión y si ya se hubiera hecho debe ya obedecerse salvo mandatos escritos de Dios. Con esto Spinoza evita recomendar abiertamente abandonar las religiones.
Nadie se despoja de su potestad ni cede sus derechos de tal modo que deje de ser hombre y ningún soberano logra disponer de todo a su capricho. No puede obligarse a un súbdito sobre sus emociones. Me pregunto qué empresa es mas imposible, si obligar a alguien a que sienta lo que las consecuencias de la naturaleza humana no le dicen o si hacer que Dios y sus príncipes en la tierra, es decir el cristianismo, abandonen su sed por subyugar a la humanidad por cualquier medio. Esta es la causa de la mayor tristeza de la tragedia humana, incluso más allá de saberse finito. Los gobiernos han debido de temer siempre no menos de los ciudadanos que de los enemigos motivo por el cual ningún gobierno ha podido ser violento al límite con su pueblo y la conservación de este derecho no depende de derecho alguno, sino de sí mismo. No es la razón de la obediencia, sino la obediencia misma la que distingue al súbdito dice Spinoza y más tarde Foucault lo parafraseara diciendo que el poder no se posee, se ejerce, circula entre los hombres. Nietzsche dirá que los príncipes no son nada sin los súbditos en aquel "y Zaratustra subió a la montaña y cuando hubo amanecido levanto la cabeza hacia el sol y exclamo, o gran sol que todo lo iluminas, que sería de ti sin aquellos a quienes iluminas". El súbdito, ya sea por temor, esperanza o afecto, obra por su propio consejo y no por eso deja de estar obedeciendo al soberano. Spinoza se propone analizar los motivos de dominación y dentro de aquellos los que son legítimos, es decir en los que el que obedece lo hace por voluntad propia, sea por temor, esperanza o por el respeto que es la mezcla de admiración y de miedo, o por el miedo y por la esperanza juntas y lo más frecuente. Y hace hincapié en el mayor poder de aquel que penetra en las almas de los súbditos respecto a aquel que lo hacer sembrando el terror. Esto lo retomara Marx Weber en sus tres tipos de dominación legitima y se me hace cada vez más evidente como han ninguneado a Spinoza y no encuentro otro motivo que su cualidad de judío. El imperio, según muestra la experiencia, aunque no puede tener la totalidad de la potestad de los súbditos, logra que los hombres amen ,odien, crean por derecho del imperio. Esto es un dominio bastante amplio. Aun así nunca el imperio tendrá el mismo poder que el individuo el cual tiene derecho y poder para todo. Y si el tirano tuviera un poder absoluto lo tendrían en realidad los súbditos que es a ellos a quien el tirano teme. No abordare de qué modo conformar un gobierno para que se conservara con seguridad siempre, pero analizare las revelaciones divinas de Dios a Moisés en el pueblo hebreo, sus consejos sobre que debe el súbdito ceder a los altos poderes. La conservación del imperio depende de la fe, virtud y ánimo de los súbditos. De qué modo conducir la fe y la virtud. Todos, gobernados y gobernantes tienden a la torpeza sin mayor esfuerzo. Expertos en multitudes desesperan que se deje llevar por la pasión. Todos creen saberlo todo y razonan sobre lo que hay que hacer y cómo dirigir y sobre el bien y el mal según como les afecte. El fastidio por el presente, la esperanza de un futuro mejor, la cólera desenfrenada y el desprecio por la pobreza gobiernan a las pasiones humanas. Prevenirlo para que no importa el carácter, todos prefieran el derecho público a sus derechos particulares, esa es la faena. La necesidad cobra múltiples formas. Siempre genero más preocupación los ciudadanos que los enemigos. Ejemplo la República Romana. Los reyes probaron suerte haciéndose pasar por dioses de razas superiores. Pero los hombres no aceptaran fácilmente pasar de súbditos a siervos. Estas y otras tramoyas emplearon los reyes para su seguridad. Pero veamos qué consejos dio con este fin la revelación divina a Moisés. Al salir de la opresión intolerable de Egipto, cada uno había vuelto a su derecho natural sin compromiso con otras leyes y no permitido adquirir nuevas tierras y podía decidir si conservarse así o ceder su derecho a otro. Teniendo fe en Moisés y por su consejo decidieron no depositar sus derechos más que en el propio Dios. Por juramento renunciaron libremente a sus derechos naturales y los transfirieron a Dios. En semejante estado, derecho civil y religión eran una misma cosa. Lo mismo que en las poblaciones indígenas como ser aquellas del actual primer Estado Plurinacional Boliviano donde la Pachamama era quien establecía los derechos y obligaciones. Sin embargo esta teocracia hebrea era más en la opinión que en la realidad. Mantuvieron todo potestad política como en una democracia y no cedieron a otro y todos podían consultar a Dios sin intermediarios a quien por clamor unánime aceptaban obedecer a su palabra. Pero cuando fueron a consultar a Dios se aterraron y optaron por obedecerlo por intermedio de Moisés. Así quedo Moisés como único juez soberano. Por transición habían cedido a Moisés el derecho a elegir sucesor suyo. Y si Moisés nombraba un sucesor, regiría en todos los asuntos de estado, nombrar jueces, establecer y derogar leyes, declarar la guerra y la paz, enviar delegados, sería igual a una monarquía solo que el monarca obedece a un decreto de Dios desconocido aun por él y en el caso hebreo el decreto es conocido solo por el rey. Pero el pueblo más aun en el caso hebreo conoce el bien y el mal solo a través de su rey. Pero moisés dividió de tal forma que no puede llamarse monarquía ni aristocracia ni democracia, sino teocracia. A unos delego derechos para interpretar las leyes y comunicar las respuestas de Dios y a otros administrar según las leyes. Moisés ordena levantar una casa que será la casa de Dios donde habitara el soberano y será levantada por todos de modo que será de derecho común el lugar en que había de comunicarse con Dios. Así los levitas, tribu de Levi, con Aarón hermano de Moisés a la cabeza administraron esta casa y fueron destituidos del común imperio y rodeados del resto del pueblo con respeto y eran los que se dedicaban a orar y a comunicarse con Dios. Se escogieron 12 príncipes para decidir en la guerra y consultar a Dios en las cosas nuevas, pero solo a través de los sacerdotes levitas ya mencionados. Las sucesiones las decidía directamente Dios. El ejército era formado por todo el pueblo desde la edad de 20 hasta los 60 años y juraban solo a Dios cuya arca iba en medio del ejército llamado entonces ejército de Dios. No delego Moisés entonces el derecho a establecer ni derogar leyes ni escoger entre la paz y la guerra ni escoger sucesores ni hablar cuando tuviese ganas con Dios, solo a interpretar sus leyes y a ejecutarlas, es decir que el pueblo no era dominado mas si administrado. Los príncipes podían consultar a Dios cuando querían, pero solo a través de los sumos pontífices, los cuales no podían hacerlo cuando querían de modo que solo consultaban lo que los príncipes preguntaban. Muerto Josué y ya no estaba Moisés, nadie fue elegido sucesor y cada uno en su tribu y milicia conservo los derechos de Josué. A Aarón lo sucedió legítimamente su hijo. Pero ya establecidos y divididas las tierras por derecho de guerra no necesitaron un general común pues ya no había cosas en común que decidir salvo ocasión de una guerra, y las tribus fueron consideradas confederadas. Cada príncipe administraría en su tribu consultando en la casa de Dios cuando lo quisiera. Si alguno faltase a Dios no se lo juzgaría como súbdito, sino que se lo invadiría como enemigo que rompiere el contrato. Nada se dice en las escrituras acerca de las sucesiones de los príncipes, pero presumo que lo hacia el más anciano en cada tribu puesto que eran familias. Es conocido que entre los hebreos se entiende jueces por ancianos. Lo importante es notar que muerto Moisés no quedo establecida ni monarquía , ni un consejo ni el gobierno en el pueblo como es la democracia, sino una sola casa regia a la cual las tribus obedecían por este solo motivo eran conciudadanas y solo debían obediencia a Dios y si era necesario el caudillo que dirigiera a todos sería elegido solo por Dios, por tanto había quedado establecida una teocracia. Hasta qué punto este modo de constituir el imperio serbia para moderar los ánimos, contener gobernantes y gobernados y evitar rebeldes y tiranos. Los que gobiernan suelen esconderse tras la justicia cuando son los que interpretan el derecho y de esta forma lograr la mayor libertad en aquello que desean. No ocurriría si la ley fuera interpretada por otro o su interpretación conocida y tan patente por todos que no podría caber duda. Los príncipes no podían hacer su propia interpretación de la ley y los levitas no tenían ni propiedades ni participación en el estado por tanto su única posesión era su gloria para la cual dependían de su buen comportamiento. Y el pueblo era obligado a reunirse cada siete años para que los levitas le repasaran el libro de la ley. Los príncipes querían la gloria y temían al odio más terrible, el odio de religión. El ejército eran todos los ciudadanos y no podían incluirse soldados por precio únicos que podrían servir a los príncipes contra los ciudadanos. Y los entre los hebreos debía existir un singular amor a la patria de modo que todos debían estar dispuestos a sufrir todas las cosas antes que la traición, apartarse de ella o la dominación extranjera pues se trataba del pueblo y el reino del mismísimo Dios. Y el culto de Dios solo estaba permitido en suelo patrio único suelo santo. Por eso nadie era castigado con el destierro. El que peca es digno de suplicio, pero no de la deshonra. No era simple amor, sino piedad a su patria pues al tiempo que el odio a los demás pueblos se alimentaba el culto cotidiano que era diverso y absolutamente contrario al de los demás pueblos. Y no faltaba causa común para aumentar la odiosa reciprocidad, pues las naciones extrañas debieron sentir un odio intensísimo. Libertad en el gobierno humano, culto hasta la devoción, odio piadoso, singularidad de costumbres y ritos y todos por enemigos. La apreciación de estas cosas depende de la opinión únicamente. Pero además había otra cosa, la utilidad, que es nervio y vida de todas las acciones humanas y esta era singular en el pueblo hebreo. Derecho garantido eterno de la propiedad, pero todos igual porción de tierra que el príncipe y si alguno por necesidad vendía sus fundo o su campo con el jubileo se eran restituidos en su totalidad de forma que nadie podía enajenarse de sus bienes inmuebles. La pobreza recibía la caridad que era practicada para tener contento al Señor. Estando tan bien en su patria y fuera encontrando solo vergüenza y oprobio. Todo esto no solo servía para retenerlos sino para evitar guerras civiles quitando objetos de disputas ya que ninguno servía a su igual, sino a Dios solo. Esto más adelante lo retomara, desde luego como todos ninguneando a Spinoza, Kant en su propuesta moral donde plantea como regla que ningún derecho debe hacer de alguien el medio para satisfacerlo. Y el amor y la caridad para con el conciudadano era piedad soberana la cual se alimentaba del odio común y reciproco con las demás naciones. El culto era una continua vida de obediencia indicando la forma de trabajar, que animales, que vegetales, cómo y cuándo y así para las ceremonias. Tan habituados, esta servidumbre debió parecerles libertad. Debe seguirse que nadie debía desear lo prohibido, sino lo que fuese mandado a lo que ayudaba que largas épocas del año se entregaban a fiestas y descanso no por capricho, sino por obedecer enteramente a Dios. No entiendo que pueda imaginarse nada más eficaz para dirigir el ánimo de los hombres pues nada atrae más al ánimo que aquella alegría que nace de la devoción, es decir de la admiración y del amor. Sería difícil disgustarse por cosas gustadas. Estando las leyes escritas por Dios, debían los hebreos obedecer sin examen alguno de la razón. Falta ver las causas de por qué tantas veces han faltado a la ley, han sido reducidos a la esclavitud, en fin han producido la completa ruina del imperio. Sería muy pueril atribuirlo a contumacia, pues la naturaleza no crea naciones, sino individuos que se distinguen luego por lengua, leyes y costumbres. De las leyes y costumbres derivan singular carácter, condiciones y preocupaciones. Debe atribuirse, si quiere decirse que los hebreos eran más sediciosos, a vicios de las leyes o de las costumbres. Cuando los levitas o los hijos de los príncipes quisieron abarcar todo el poder no podían hacer más que reinos dentro del reino y fue la ruina del imperio. Ni aunque se quisiera no podría imitarse este imperio pues no solo se requeriría la voluntad de ceder el derecho a Dios de todos, sino que Dios vuelva a hacerse presente y este de acuerdo. Pero Dios ha dicho que en más el pacto seria por el corazón. Y este tipo de gobierno además solo sirve a naciones que no quieran comercializar hacia afuera y que vivan aisladas fronteras adentro. Aun así contiene preceptos notabilísimos, no solo en cuestiones de Estado. Dios permitió que se cedieran los derechos a un solo hombre representante suyo para mandar, establecer y derogar leyes, enseñar, juzgar y castigar y elegir los ministros sagrados. Hasta antes de los profetas no hubo sectas porque los sacerdotes no podían firmar nuevas leyes, sino solo mantener incorruptas las existentes. Al querer usurpar poder a los príncipes comenzaron a querer firmar todo, hasta las ceremonias, poniéndolas al nivel de las leyes sagradas. La religión derivo en superstición miserable mientras los príncipes eran permisivos para lograr el favor del pueblo en su deseo de tener todo el reino tergiversando las escrituras. Los más prudentes lo notarían. Adujeron que los decretos agregados, llamados por los fariseos costumbres de sus padres, no había motivos para custodiarlos. La corrupción de la religión, la adulación de los magistrados y el crecimiento desmedido de leyes. Ardor de superstición sostenida por magistrados lleva necesariamente a sectas. Los profetas abusando de su creciente autoridad para juzgar y castigar irritaban y causaban guerras civiles. De haber estado el pueblo gobernando no habrían sido guerras civiles. Pasan a una forma de gobierno monárquica y no estaban acostumbrados a reyes. Sangrientas e inagotables guerras entre judíos e israelitas mientras que antes podían transcurrir hasta 80 años sin ninguna guerra.
No se combatía por paz y libertad, sino por gloria y reino. Todo esto sucedió después que el pueblo hubo de ceder el gobierno a los reyes, no antes donde las leyes permanecían incorruptas. El pueblo mientras gobernaba se corregía fácilmente y era grande o humilde según la ocasión y restablecida las leyes rápidamente. No así el orgullo del rey que no cedía hasta destruir todo. Con todo esto vemos lo peligroso de I: conceder a los ministros del culto derecho para poseer alguna cosa o para tratar asuntos del gobierno y que solo respondan a lo que se les pregunta. Nótese las injerencias de la iglesia católica en los asuntos de estado, en las leyes que han de establecerse como las de matrimonio igualitario, aborto, divorcio, determinar que es sano y que no en los deseos sexuales al tiempo que condenan sus propios deseos y se los adjudican a otros y acaparar la educación como hace en las antiguas colonias hoy devenidos estados feudales pre-capitalistas como África, América del Sur y Central y Medio Oriente que tienen en común no el color de piel, sino que sus civilizaciones originarias notablemente más saludables que la europea occidental cristiana evidenciado en que no llegaron a la perversión social de aceptar el establecimiento de la figura de un policía o custodia de la propiedad privada y la misma propiedad privada en sí y al no existir la propiedad privada no la codiciaban y no ambicionaron ni planearon destruir el planeta para conseguirla como es el caso de la civilización europea occidental cristiana. II: adjudicar a Dios especulaciones y opiniones donde cada uno tiene la suya y reputarlas crimen. La ira del pueblo reina donde esto sucede. Las opiniones son derecho de cada uno que nunca se ceden. Los gobiernos introducen sectas dentro de la religión cuyos doctores suelen ser más consideradas por la plebe que los propios ministros de culto. Por esto conviene dejar la piedad y la religión solamente en las obras, es decir en el ejercicio de la caridad y de la justicia y dejar los juicios a decisión de cada uno. III Confiar al soberano el derecho de juzgar, esto no me queda claro. IV: es muy perjudicial para un pueblo que ya tiene leyes y no acostumbrado a reyes constituir un monarca. El mismo parecerá más esclavo que monarca. Este buscara modificar las leyes para que el pueblo no pueda quitar la autoridad real como darla. Y también se da que un pueblo acostumbrado a rey tirano, si se le quita, no reconocerá autoridad menor y necesitara otro tirano por necesidad. Estas argumentaciones muestran la adoración de Spinoza hacia la lógica, pero no la lógica ciega, sino reconociendo en las pasiones parte misma de la realidad. Asesinado el rey por el pueblo el nuevo monarca deberá vengarlo y dar muestras para que no lo repitan con el pero para esto debe seguir la causa del anterior, por eso los pueblos suelen ir cambiando de tirano en tirano. Ejemplo fatal es el inglés, donde muerto el rey debieron cambiar de forma de gobierno que al final terminó funcionando como otro rey que debió mantener en conflictos y guerras al pueblo y asesinar a la familia real para evitar que se repitiera con él. Lo mismo ocurrió en Roma, donde el pueblo tenia potestad para elegir y quitar al rey, y así pudo fácilmente cambiar de forma de gobierno, pero de un tirano fueron varios juntos que tuvieron al pueblo afligido con guerras externas e internas que no acababan nunca y finalmente volvieron a un monarca como al principio. En el caso de Holanda, nunca hubo monarca, sino condes, y los estados federados se encargaron siempre se mantener el poder de los condes moderado y a los ciudadanos libres. El poder soberano residió siempre en los estados. En conclusión debe mantenerse la forma de gobierno que no cambiara sin riesgo de ruina total del estado. Notemos el uso frecuente y el foco puesto en la figura del estado, en el momento en que los estados nacionales tal como los vemos hoy estaban en formación y que lamentablemente e inexplicablemente. El derecho de todos se ejerce en la voluntad del soberano, no solo el derecho civil, también es necesario que ejerza el derecho divino. Quienes lo reprochan, excomulgan dividiendo gobiernos y abriéndose camino para llegar a él. La religión recibe fuerza de derecho solo para la voluntad de aquellos que tienen fuerza de mandar. Dios solo establece reino con aquellos al frente de los estados. La religión y la piedad deben acomodarse a la paz y a la utilidad de la república. Hablo del ejercicio de la piedad y culto externo. La piedad y culto en el interior de la conciencia de cada uno y la manera en que cada uno se dispone a relacionarse con Dios es derecho de cada uno que no se cede como ya lo vimos. Del capítulo 14 acá comprendo claramente que es el reino de Dios. Cumple la ley de Dios aquel que aplica la caridad y la justicia según su mandato. Y es el reino de Dios aquel lugar donde la caridad y la justicia toman fuerza de derecho y de mandato. Y justicia y caridad solo revisten fuerza de derecho y ley a través del derecho soberano. Dios solo hace reino con aquellos quienes gobiernan. Pues como vimos en estado natural no hay diferencia de derechos bien se use la razón o el apetito, el derecho único es el de obtener cuanto se pueda y en este estado de naturaleza no existe ni la infracción a la ley civil ni el pecado. Se encuentran por igual el justo que el injusto, el puro que el impuro y no hay lugar para la caridad ni la justicia. Pero para que los preceptos divinos tengan fuerza de ley sería necesario que todos los traspasen a todos, a algunos o incluso a uno solo y en ese caso comenzaría a esclarecerse lo que es justicia e injusticia, equidad e iniquidad. La religión se concibe únicamente por el derecho, la justicia y la caridad es decir la enseñanza de la verdadera razón, la cual solo puede cobrar fuerza de ley y derecho por voluntad de los que tienen el poder soberano que forman el único reino de Dios en la Tierra. Esta demostración es universal pues sea cual sea la religión y la forma como haya sido conocida la revelación de Dios, por la luz natural o revelada, es la misma revelación. Sucedió así en el pueblo hebreo donde todos de común acuerdo cedieron una parte de su derecho natural y acordaron obedecer y únicamente a las leyes emanadas de Dios y así en la democracia todos acuerdan vivir según los dicta mentes de la razón. Los hebreos cedieron sus derechos a Dios más bien en pensamientos que en obras pues mantuvieron el gobierno hasta que se lo dieron a Moisés. Y Moisés no castigo a los que antes habían violado el sábado más si a los que lo hicieron después, cuando lo hizo fuerza de ley. Cuando los hebreos transfirieron sus derechos al rey de babilonia dejo de existir el reino de Dios y perdió fuerza de ley su religión. Y ya debían velar por la salvación de babilonia pues era su salvación aunque lo hicieran desde su lugar de siervos. La lógica de Spinoza es imperturbable, pero recordemos que está en un país donde el rey lo protege y está analizando lógicamente a la religión hebrea que lo excomulgo e indirectamente a la católica pues se dedica a quemar paganos. En el capítulo 4 se vio que los decretos de Dios suponen una verdad y necesidad absolutas y no se concibe a Dios cual príncipe dando órdenes, de modo que hasta que un intermediario con derecho de mandar reina según sus decretos, es decir según la equidad y la justicia, estos no tienen fuerza de ley. Solo donde reinan los justos se ven vestigios de la providencia divina, en otro caso corren igual suerte, justos, injustos, puros e impuros, como en el derecho natural y por tanto no reina la providencia divina y no es como algunos creían que Dios reina directamente sobre los hombres y dirige toda la naturaleza a su objeto. Dios es objeto de atención en aquella época, el cuestiona miento de su existencia y en su caso su esencia y la cuestión de las religiones de hombres. Los sumos poderes se deduce que han de ser los intérpretes de los derechos divinos ya que de ellos dependen. Se entenderá cuando demostremos que el culto exterior de la religión y el ejercicio de la piedad deben preservar la paz y conservación de la república. La piedad por la patria es la de mayor grado pues sin patria no quedara más que ruinas, entonces todo lo que haga con el prójimo será piadoso o no de acuerdo al beneficio que haga hacia la república. De modo que la ley suprema es la salud pública y esta es potestad del soberano por tanto de qué modo cada uno debe practicar la piedad con el prójimo es también algo que debe establecer el soberano que no es más que decir de qué modo cada uno debe obedecer a Dios. Así los poderes soberanos son intérpretes de la religión y nadie puede obedecer a Dios si no acomoda el culto y la piedad a que está obligado a la utilidad pública y por tanto si no obedece todos los decretos del soberano. Por mandato de Dios todos están obligados sin excepción a practicar la piedad y no hacer daño a nadie tampoco para socorrer a otro y mucho menos dañar a toda la república. Por el contrario para obedecer a Dios tendrá que acomodar su piedad a la utilidad de la república y el único que sabe cómo cuidar la utilidad pública es el soberano que conoce los asuntos públicos luego nadie puede acatar a Dios si no obedece los decretos del soberano. Así si alguien comete algún delito contra las leyes los hebreos debían entregarlo al juez aun habiendo jurado amar al prójimo como a sí mismos y si el soberano condena a muerte a un súbdito los demás no pueden socorrerlo. Por eso el pueblo hebreo debía amar a su prójimo y odiar a su enemigo. El ejercicio de piedad aun en estos casos debe acomodarse a la utilidad de la república. El hecho de que Cristo les enseno en Babilonia a cuidar la virtud es prueba de que la religión debe acomodarse a la utilidad del estado. Y termina Spinoza diciendo, "De las demás razones que nuestros adversarios utilizan para separar el derecho sagrado del derecho civil y probar que el uno pertenece al soberano y el otro a la iglesia universal, nada digo, son demasiado frívolas para que merezcan ser refutadas." Ahora entiendo el interés oculto de la aniquilación de los judíos. No se trata de aniquilar personas, sino de aniquilar una idea. La religión es el instrumento de dominación por excelencia y la religión judía es una amenaza para cualquier plan de dominación. Así los 25 mil indios asesinados haciéndoles creer que se firmaría una paz y tomando rehenes a los caciques no fue porque no cabían en la república nueva, era porque su religión nunca ingresaría al capitalismo, se aniquilo una religión, una religión que adoraba a la tierra y que por tanto no podía tener como dueño a un individuo particular. Aquel que intenta arrebatar esta autoridad se procura un camino para llegar al imperio, agrega Spinoza señalando a la iglesia universal. Como podría mandar en la guerra o la paz aquel que debiera esperar la opinión de otro acerca de si lo que considera útil es piadoso o es impío, si es fasto o es nefasto. Baste un solo ejemplo, el romano pontífice, a quien fue concedido este poder absoluto comenzó poco a poco a tener bajo su potestad a todos los reyes y finalmente llego al soberano imperio. Cuando los estados alemanes quisieron restarle poder solo consiguieron sumarle. Así la iglesia católica hoy en día en América del Sur y Central se procura recuperar el poder soberano teniendo a los gobernantes bajo su dominio. Véase cuanto lograron los eclesiásticos con la pluma que nadie logro con el hierro ni con el fuego. Préstese atención al poder de quien ostenta la potestad, la fuerza y la potencia, sobre lo divino. Y cuando este derecho reside en el soberano aumenta la práctica de la caridad y cuando reside en otros como en el caso de los escribas que eran ciudadanos civiles el pueblo no les presta atención y el gobierno civil también le resta atención a lo cual lo sigue el pueblo. El dilema de quien juzgara si son impíos los soberanos, se repite lo mismo con los eclesiásticos si fueran particulares fuera del gobierno. No hay remedio si el soberano quiere andar a su capricho ostente o no el derecho divino. Pero más rápido se llegara a la ruina si alguien fuera del gobierno quiere sediciosamente adjudicarse ese derecho. Quitándoles esta potestad a los soberanos este caso de inseguro y probable se convertirá en necesario y cierto. Spinoza se pregunta porque en los estados cristianos esto ha sido siempre foco de controversia mientras que en el estado hebreo no se ponía en duda que el derecho divino debía residir en el soberano. Verdad es que en ningún pueblo de ningún continente hubo esta división entre poder civil y religioso como en los estados cristianos. En los pueblos americanos, africanos, en Oceanía, en el lejano oriente, si alguien era considerado con poderes sobre naturales, para comunicarse con los espíritus o autorizado a realizar los rituales míticos que transportaban a los participantes al origen de las cosas y de los tiempos, podía ser consultado, en la enfermedad o en la guerra, pero nunca estaba por encima de la decisión de los jefes o caciques, aquellos chamanes no decidían que era buen o y que no para el grupo más allá de sugerirlo al cacique. Y porque no crea la iglesia su propio estado y se dedica a hacer como quiera dentro del, pues el estado vaticano es muy pequeño para que sea habitado por un pueblo y constituirlo en una verdadero estado nacional. La causa de esta particularidad de los estados cristianos esta en el origen mismo. El cristianismo fue ensenado primeramente por varones particulares a lo que se oponían los reyes. Ensenaban en iglesias particulares. Cuando comienzan a incorporarse al gobierno, tenían que educar a los gobernantes, de modo que fueron tomados como doctores, incluso intérpretes y vicarios de Dios. Y para mantener este monopolio de la interpretación de Dios que no les fuera arrebatada por los gobernantes, declararon los eclesiásticos que se prohibiese el matrimonio a los ministros de la iglesia. Le agregaron tal número de dogmas que la complejizaron y la asemejaron a la filosofía y el intérprete debía ser filósofo y teólogo y disponer del tiempo suficiente para mil especulaciones inútiles. Distinto fue en el imperio hebreo donde religión e imperio se crearon al mismo tiempo, Moisés enseno la religión, estableció las ceremonias sagradas y escogió a sus ministros, la autoridad real fue extraordinariamente grande en el pueblo y sobre lo sagrado el soberano era el rey. Lo mismo, agregaría, que ocurría en todos los pueblos menos el cristiano. Cuidar de no incrementar la cantidad de dogmas y que la religión se confunda con la ciencia recomienda Baruch. Si cada uno pudiera ceder su espíritu como la lengua sería fácil para el soberano pues todos experimentarían internamente lo que él quisiera y no se conocerían los conflictos. Pero el espíritu, la forma en que cada uno experimenta su devoción a Dios y a las cosas terrenales, el carácter, la capacidad de raciocinar, que es justo, verdadero o bueno, el ánimo no puede ser cedido por nadie ni aunque quisiera. De acá que se considere violento aquel imperio que quiere extenderse a los espíritus. Podría un gobierno considerar enemigo a aquel que no coincida con sus doctrinas, pero acá nos interesamos no por lo que deba ser, sino por aquello que es útil. La opinión de uno puede recibir influencia de otra y así considerarse que es la opinión de otro, pero no al punto de que no genere el otro su propia opinión o disienta, lo cierto es que hay tantas opiniones como gustos. Retomando, si pudiera gobernarse sobre los espíritus, igualmente fácil que a las lenguas, cada poder seria absoluto sin ser violento ya que todos tendrían el carácter y las opiniones que el soberano y juzgarían igual que es justo y que injusto. Pero no puede transferirse el ánimo, ni la facultad de juzgar ni menos ser obligado. El imperio que lo intenta es violento y lo mismo si pretende decidir sobre cómo cada uno se vincula internamente con Dios. Puede llegar a influirse de muchas maneras y hay artes para conseguirlo, pero no se llega nunca a evitar que cada uno juzgue por su cuenta y como dijimos que haya tantas opiniones como gustos.
De modo que aunque se considere al soberano intérprete del derecho y de la religión no por eso cada uno deja de usar su ingenio y juzgar por su cuenta y aunque sea derecho del gobierno juzgar enemigo al que piense distinto a sus doctrinas acá no me interesa hablar de los derechos del gobierno sino lo que es útil. Aunque hay imperios que gobiernan violentamente y mandan a matar por pequeñeces no tienen el poder para evitar que cada cual piense a su manera y por tanto no tienen el derecho puesto que el derecho lo establece el poder. De modo que no es conveniente para el imperio pretender este derecho. Es vicio común a todos los hombres confiar a sus semejantes aquellas opiniones que deben ser reservadas. Sera violentísimo el gobierno que no conceda la libertad de decir y ensenar lo que se piensa y templado el que lo conceda. Es cierto que la palabra puede ser tan perjudicial como los actos. Debemos ver cuáles son los limites adecuados para sin quitar esta libertad que no sea perjudicial para la paz de la república y el derecho soberano. El objeto del estado no es dominar a los otros ni acallarlos por el miedo ni sujetarlos al derecho de otro, sino liberarlos del miedo y darles seguridad en tanto sea posible y que conserven el derecho natural que tienen a la existencia sin daño propio ni ajeno. No es el fin del estado convertir a los hombres de seres racionales en bestias o en autómatas. Sino por el contrario que su espíritu y su cuerpo se desenvuelvan en todas sus funciones y hagan libre uso de la razón sin rivalizar por el odio, la cólera o el engaño ni se hagan la guerra con ánimo injusto. El fin del estado es pues verdaderamente la libertad. La condición del estado es que la potestad sobre todas las cosas pertenezca a todos, a algunos o a uno solo. Pero no puede lograrse que todos piensen de una misma manera o hablen de una misma boca. Y no podrían vivir pacíficamente si no cediesen su derecho a obrar como piensan. Cada uno entonces cede su derecho a obrar con arreglo a la voluntad propia, pero mantiene su derecho a juzgar y razonar. Cada uno puede sentir y pensar y ensenar por la razón y no por el engaño y no puede hacer modificaciones en el estado por su autoridad, pero si haciéndole ver su juicio al soberano para que decida o no modificar la ley que juzga que repugna a la razón y si en tanto esto sucede cumple con la ley es un excelente ciudadano y si busca las modificaciones en el estado injuriando al soberano acusándolo de iniquidad y arrastrando odios hacia él es un perturbador y un rebelde. Nada podría hacerse contra la ley y contra la propia razón, pues decreto por su propia razón transferir su derecho al soberano y vivir con arreglo a su propio juicio. Podemos ver en los consejos de grandes o pequeñas soberanías, que nunca todos votan por unanimidad y sin embargo obran la decisión de la mayoría por propia voluntad. Con arreglo a los fundamentos del estado y el derecho del soberano y su derecho a pensar en libertad, que opiniones son sediciosas es decir al exponerse rompen el pacto mediante el cual cada uno cedió su derecho de obrar según el pensamiento propio. Aquellas que consideran que el derecho del soberano no es suficiente o considera que tiene derecho a obrar a su capricho y su opinión encierra entonces hechos que dañan la república y solo estas. En un estado corrompido donde un particular sedicioso y hábil para engañar incrédulos adquiera mas prestigio que el propio gobierno es más evidente el efecto de estas opiniones. Ya mencionamos en el capítulo 15 sobre aquellas opiniones que parecieran referirse a lo verdadero y a lo falso y son propagadas con intención inicua -injusta-. Si la fe de cada uno para con el estado, igual que la fe para con Dios, se demuestra solo en las obras, esto es en la caridad con el prójimo, entonces tanta libertad como la religión concede a la fe debe conceder el estado para filosofar. Puede aducirse que semejante libertad pueda traer algún inconveniente, pero aquello que no puede prohibirse debe permitirse aunque traiga algún perjuicio, aquel que pretende corregir todo con leyes más irrita que mejora las cosas y que cosa ha habido tan sabiamente instituida que no haya traído alguna desventaja. Cuantos males trae el lujo, la envidia la avaricia, la embriaguez y otros tantos verdaderos vicios y sin embargo se los permite porque no se los puede prohibir. Cuanto más la libertad de pensar que no es vicio, sino virtud y que no puede prohibirse. Sus inconvenientes pueden evitarse con la autoridad de los magistrados. Y se suma que esta libertad es necesaria para promover las ciencias y las artes pues son el resultado de pensamientos libres y sin preocupaciones. Si suponemos que se quitara la libertad de expresión, no podrá evitarse la libertad de opinión y se dirá una cosa y se pensara otra y se perderá la fe en el estado llevando a una república corrompida. Pero lejos estamos de poder evitar que cada cual diga lo que quiera, no aquellos que se contentan con poner precio a las cosas, sino aquellos cuya riqueza es su virtud. Y nada provoca más inquietud e impaciencia en los hombres que se decrete como verdadero aquello que consideran en su juicio como falso y se juzgue perverso aquello que los mueve a piedad con Dios y con los hombres y los lleva a atreverse a enfrentar a los magistrados y promover sediciones. Conocida esta naturaleza humana se deduce que las leyes, que son opiniones, que no son para corregir al malo, sino para irritar al bueno, no pueden ser defendidas sin riesgo para el estado. Las leyes decretando lo que se debe creer y en lo que se debe pensar y decir surgen protegiendo o más bien cediendo a la cólera por cierta autoridad maldita de aquellos que no toleran la libertad de pensamiento convirtiendo en rabia la devoción de la plebe y dirigirla según sus intenciones. Cuanto más noble que decretar leyes inútiles solo violables por aquellos que aman las virtudes y las artes, seria aplacar la rabia e ira del pueblo y que situación angustiosa la de un estado que no pudiera consentir hombres de libres en su seno. Que mal mayor podría escoger el estado que condenar como criminales al destierro a hombres honrados por pensar distinto e ignorar el fingimiento. Debe el gobierno para lograr una fe sincera y no una creencia forzada, conservar la autoridad de buen modo, y para no verse obligado ante los sediciosos conceder la libertad de pensamiento. Así los hombres se gobernaran aun pensando distinto, viviendo en armonía, este tipo de estado es adecuado para la naturaleza humana. El gobierno democrático es el que más se aproxima al estado natural. Todos pactan acatar la autoridad de la ley y obrar de tal forma, pero no de juzgar y opinar y mantener sus opiniones y puesto que está permitido derogar las leyes por mejores si se considerara así, la mejor forma de mejorar las leyes es permitir la confrontación de opiniones. Cuanto más se les aparta a los hombres de su libertad de pensar más se aparta de su estado natural y por lo tanto más violentamente se reina. La autoridad del soberano alcanza para que los hombres opinando distinto se dañen entre si.
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