La doble moral propiciada por el sistema capitalista

Una persona subsidiada por el Estado, al no verse obligada a vender su fuerza de trabajo, decide sus acciones. En lugar de ceder su voluntad a la voluntad del dueño de capital de una empresa que daña en la producción, con el producto y con el uso de sus beneficios para obtener privilegios que cerrando un círculo virtuoso avasallan los derechos del resto de las personas que así ven incrementada su necesidad de ofrecer su fuerza de trabajo. En cambio al decidir en libre comodidad y cómoda libertad, la persona hace cosas que ayuden a lograr el equilibrio de derechos y soberanía de la ley todo esto beneficioso para todas las personas incluso para el empresario que reclama vivir en paz y armonía social y cuyo único obstáculo es su propia mentalidad.