El gran estafador

En la religión judía, cuando el antiguo testamento nos dice que Dios le habló a Moisés, o en el nuevo testamento, cuando nos dice que el hijo resucitó y subió a los cielos, nos demanda creer en algo sin ocultar en ningún momento que para aceptar la oferta debemos abrirle la puerta al mundo de lo inverosímil. Lo mismo sería si hubiéramos de dar por verdadera la historia de Alicia en el país de las maravillas. En cambio, cuando leo a Hegel, me encuentro con un intento de estafa al intelecto: simular la demostración lógica de un espíritu que deviene y despliega creciendo como una flor a medida que asimila a su entorno y como si ésto fuera poco, con el objeto único y éste sí indisimulado de establecer que su Estado merece dominar al mundo y nunca supe porqué no incluyó ya que estaba a todo el universo. Pero la demostración es una lógica y perfecta estupidez que solo pudo haber sido escrita por un abogado. Caramba Hegel era abogado.     

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