Cuando el Cristianismo se adueño de la fe

El cristianismo se adueñó de la Fe, de ese concepto. Nos quitaron a los no cristianos ese instrumento fundamental para la creación cognitiva. Los hombres y mujeres han debido renegar de esa parte elemental de su constitución cerebral para que no fueran pronto asimilados, por las huestes cristianas, como de su grupo. Como si hablar desde la fe, adquirir ideas a partir de lo increíble o no lógicamente deducible fuera directamente equivalente a hablar a través del dios cristiano. Como si todo hombre o mujer, por el solo hecho de tener fe, fuera cristiano, llevara a cristo en su interior, como si hubiera de asumirse que esa fe fue instalada por dios en su interior. Ese gran fraude del cristianismo desde su nacimiento: robarle a todos los hombres y mujeres del mundo, los pensadores ateos, los científicos hasta nuestros días, han debido moverse en los estrechos pasillos de lo verosímil, es decir, la lógica deductiva, la inducción, la abducción, proyecciones y extrapolaciones, y solo como elementos secundarios, de apoyo para dar fuerza y facilitar a los primeros, la imaginación y la fe,  pero nunca como elemento primario de una demostración.

Con ese criterio: incluir dentro del conjunto de los cristianos a todo aquel que sea capaz de un hecho de fe, o con más aproximación, dar crédito, admitir como válidas, argumentaciones inverosímiles, inesperadas, es incluir dentro de ese conjunto a la humanidad toda, ya que es inherente al cerebro, no necesariamente humano, este mecanismo o modalidad de pensamiento.

Todo invento surge a partir de actos de fe, y es sabido detrás de los grandes inventos hay habilidades imaginativas y de fe desarrolladas por encima de la media, y esto en aboluto tiene algo que ver con el cristianismo. El cristianismo es un instrumento político ideológico para que unos hombres dominen a otros, y para justificar dominios ilegítimos cuando fuera necesario recurrir a ellos. Nada más alejado a un modo de pensar irracional, es absolutamente racional, y no guarda ninguna relación con la fe. Dejemos esas formas de pensar para aquellos con sed de conocimiento y no dejemos que nos la arrebaten los sedientos de poder.

Abelardo y Eloisa, Pernoud, «expresar su fe a su manera» pag 116

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