(En genealogía de la moral, pág 93)
La pena no tiene su origen ni cumple función que la creencia popular le asigna, de generar sentimientos de culpa en una mala voluntad como lo demuestra el hecho que los castigados no lo viven así, sino como una contingencia que nada tiene que ver con algo anterior, como podría ser una piedra caída del cielo, y el efecto en ellos es de aumento de su resistencia espiritual. Y del otro lado, la mala voluntad de los policías, detectives, castigadores, acusadores y jueces no es vista como tal por ellos mismos, ni siquiera es asumida su crueldad.
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