Fuera de juego

Las distintas aproximaciones al concepto de identidad y de sujeto, y de sujeto identificado y que se identifica en el mundo a lo largo de la historia de la filosofía, no son más que planteos que intentan conocernos y conocer al universo, si alguna definición o relación sugiere ataduras, probablemente no estuvieron en la intención originaria, si pudiéramos rastrear la genealogía de la teorización a partir de la cual surge la definición, o si la hay, como en el caso del cogito, es porque a su vez el filósofo estaba condicionado a priori con coerciones de su entorno; a la vez, las diversas instituciones que emergen con la fuerza de las definiciones, han delineado los límites del sujeto a la medida de sus dominios, así la psicología como intermediaria y decodificadora exclusiva del ello, o los sacerdotes, intérpretes mediadores del espíritu creador, o los iluminismos positivistas del SXIX explicando al sujeto y a las sociedades como evoluciones unilineales, con determinismos históricos, idealistas o materialistas, apropiados por pueblos conquistadores y colonizadores para justificar las conquistas y la esclavitud y para justificar totalitarismos e imperialismos como el stalinismo y el fascismo; la prédica de valores morales que establecen normas de conducta contradictorias cuyo remedio es el examen de conciencia, la confesión, la redención, el castigo y la venganza, para llegar a la actualidad con una suerte de vale todo. Hoy nos encontramos con ataduras burlezcas y gobernantes que inventan nuevas ataduras a diario, no hace falta recordar ciertas frases, chocantes para cualquiera, todo se convierte en verdad automáticamente si el que lo dice es reproducido por los medios, los ciudadanos pierden representatividad rápidamente, se sostienen como sujetos reclamantes de derechos, pero el sujeto se va pareciendo cada vez más a un autómata con un algoritmo determinado fuera del cual estaría defectuoso. Pero la conciencia de un mundo, que es el ser humano, tiene cierta capacidad de conocimiento por mediatez con el mundo y que es la intuición, que le permite distinguir lo que es él mismo de lo que no es él mismo y el margen de tolerancia entre esa intuición suya, es ampliamente superado por las determinaciones resultantes de las reglas lógicas del algoritmo que debe seguir para estar dentro del juego del idealismo neoliberal y no formar parte de los jugadores defectuosos, porque se ha establecido un juego de reglas con un dominio vacío ya que se torna intolerable una vida donde el que menos tiene más sacrificios tiene que hacer para sostener a una sociedad creada a partir del concenso de un estado de derecho y una ley cuyo significado hubiera de ser la mejor interpretación posible que escogería la sociedad en cada momento dado, contemplando los recursos de los actores en conflicto, lejos del estado de persecusión y de terror al que poco a poco nos estamos acercando

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