La ideología despótica en los aparatos de reproducción de la ideología dominante es señal de la ausencia de un legítimo Estado democrático
Cuando el Estado se acerca al individuo, las agrupaciones que cumplen la función de nivelar el poder del individuo frente al avasallante Estado, pierden relevancia, naturalmente ésto no deberia consistir en una preocupación para la agrupación intermedia, ya sea de profesionales, empleados o de autónomos, incluso, debería significarsela como un apoyo decisivo, a no ser que su forma sea tiránica, es decir, si no es el individuo el beneficiario de sus acciones, sino los propios delegados, como sucede con el sindicado local. En las gobernabilidades intervencionistas, los delegados de los institutos intermedios se tornan prescindibles dificultando la posibilidad de actuar para su propio beneficio, al sindicato verticalista, como cualquier estructura verticalista antidemocrática que busca autarquismo para disponer de su propia caja, su fin último, como ocurre con los demás modelos verticalistas: el poder punitivo, la iglesia, el poder judicial, la fábrica, la escuela y la salud, lo favorece una gobernabilidad tirana, a la cual se amolda perfectamente, o una en cuya ideologia aparezca necesaria la figura de un individuo debilitado, como es el caso del neoliberalismo, que necesita sujetos desagrupados, competitivos entre sí, hábito solo alcanzable con estructuras intermedias con su función invertida, desarticulando, desorganizando, evitando las tendencias naturales a la cooperación, más económica que la acción individual. De modo que el sindicato feudal es un instrumento tan indispensable y poderoso en una gobernabilidad tirana, o llamé mosla porsu eufemismo:"antipopular", como molesto y contradictorio en un Estado de bienestar, en el cual el poder del gobierno se hace sentir frente al empresariado en la mesa de negociacion del salario y el Estado no tiene como meta negociar con los delegados para invertir su función. Mientras los sindicatos del país sigan siendo tiranos, seguirán apoyando desde las sombras a los gobiernos antipopulares. El caso de la CTA es un ejemplo de cómo un campo con hábitos democráticos se articula mejor en gobernabilidades socialistas, no pierde vigencia aun cuando el Estado se ponga del lado del individuo y se acerque a éste empoderándolo y representando sus intereses frente a las presiones de los grupos de poder, por el contrario potencia su función, la cual no necesita invertir. Como sucede con el aparato judicial, y su inversión imprescindible para una gobernabilidad antipopular, pero que no puede blanquear dicha funcionalidad puesto que es contraria a su idea original de procurar la mínima aplicación punitiva posible que asegure la búsqueda de la felicidad del pueblo, tampoco el sindicato señorial puede blanquear su comportamiento funcional a la gobernabilidad antipopular ya que es opuesta a sus bases fundacionales. Es cierto que una organización vertical podría negociar mejor frente a un poderoso empresariado, pero al igual que las demás estructuras autoritarias dentro del sitema democrático ya mencionadas, pronto se convierten en una amenaza, tornándose un arma de doble filo. Y acá abro un paréntesis para incluir en el mismo juicio un ejemplo actual por todos conocido: el choque violento ,dadas las profundas diferencias ideológicas, entre el comportamiento al cual se habituaron y con el cual se abrieron camino en las estructuras productivas los CEOs como tales y el hábito que se pretende instalar desde los comienzos del establecimiento de un Estado democrático con el llamado a elecciones nacionales y el gobierno de Yrigoyen, en los poderes legislativo y ejecutivo. Es evidente que el autoritarismo interno en las organizaciones productivas contrasta con los hábitos esperados de un funcionario público. Si lo que queremos es fortalecer una democracia deliberativa es imprescindible que el poder se asiente en las bases y allí permanezca, situación solo alcanzable modificando los aparatos ideológicos de reproducción para que produzcan y reproduzcan habitos democráticos, es decir, educar a través de las generaciones en el "habitus" democrático, en la escuela, para dar lugar a campos democráticos en la religión, el instituto judicial, el partido político, la fábrica como símbolo de las organizaciones y ámbitos de la producción, la salud, el propio aparato punitivo con sus policías, cárceles y ejército mientras existan y desde luego, el sindicato no puede ser una excepción, única manera de que los representantes tengan hábitos democráticos y los representados elijan representantes con hábitos democráticos y que las estructuras intermedias y nacionales sean legítimamente democráticas y defiendan los intereses de los representados.
Es posible compatibilizar logrando una convivencia entre grupos con hábitos democráticos con grupos verticales ? Es una pregunta que deberíamos estar haciéndonos en horas como estas en las que no sabemos dónde habrá ido a parar esa democracia que creíamos que se solidificaba y ahora lloramos mientras la vemos escurrirse entre las manos como arena. Es posible hacer un campeonato de fútbol entre un equipo de fútbol y otro que en su vida solo vio jugar al básquet ? La democracia es un concepto que seguirá siendo utópico mientras no caigamos en la cuenta de que se trata de un hábito social que no puede estar alternado con hábitos verticalistas . Y mientras siga habiendo espacios autónomos verticalistas dentro del gran espacio del Estado, estos son, el poder punitivo, las religiones patriarcales, el poder judicial, la confederacion general de trabajadores, los movimientos o partidos políticos fascistas como Cambiemos, o el peronismo gorila, y es los espacios autónomos del ámbito de la producción, la fábrica, precisamente de donde vienen los CEOs que hoy gobiernan con sus costumbres autoritarias, que son una forma de populismo de carácter fascista, el espacio de la Salud, y la gran reproductora ideológica de todos ellos, la escuela . Todos estos espacios de hábitos de autoridad compulsiva, burocráticos y acéfalos, no nos permiten abandonar el carácter fundamentalmente fascista, del capitalismo cristiano alemán occidental, que choca con gobernabilidades de tinte democrático como chocaba la CGT con el kirchnerismo y sintoniza con gobernabilidades autoritarias como lo hace el poder punitivo y la CGT con Cambiemos, y no es azaroso que sobrevivan estos campos y que se fortalezcan ante cada revolución conservadora como la actual del Pro, ya que son a su imagen y semejanza, provienen y fueron diseñados por gobernabilidades verticales, ya que solo mediante espacios acéfalos y burocráticos, fácilmente dirigibles desde una cabeza externa, como sucede con todos estos , puede una gobernabilidad contraria al interes popular sostenerse en el tiempo. La revolución no es popular, sino que es romper con lo popular de un tiempo, asumiendo el riesgo de caer o de ser arrojado al vacío, y en tanto la sociedad no rompa sus cadenas de comodidad y miedo con estos espacios, democracia seguirá siendo una noción indefinida, utópica, vacía, y no un hábito material con el que estemos tan familiarizados como un pez en el agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario