El nacimiento de la Filosofía, Giorgio Colli
En una genealogía de la filosofía, ubica a Platón como el primero en identificarla con un amor a la sabiduría. Su referencia tiene más que ver con su veneración por los sabios que consideraba que le habían precedido más que reclamar por un conocimiento inalcanzable.
La fuente de la sabiduría es la locura, representada por Apolo, el Dios de la adivinación. El que desvaría o alucina puede recibir el mensaje, confuso, en señales, oracular, sin decir y sin mentir, señalando, proveniente de los dioses. La palabra oracular de los dioses, indicando lo que está por venir. Al sabio, al centrado, le corresponde interpretarlo.
Apolo, simbolizado por el arco y el arpa, representa la ambiguedad entre la hostilidad y el arte. A los griegos lo enigmático les resultaba cruel y hostil. El lenguaje con los amigos ha de ser franco. Apolo es quien se manifiesta en el oráculo, enigmáticamente.
El nexo entre adivinación y enigma es originario.Aunque el enigma es anterior. El primer enigma documentado es el de la Esfinge enviada como maldición y castigo de los dioses a Tebas. El único que la descifra es Edipo. Corresponde al sabio descifrar el cruel enigma enviado por los crueles dioses. Su arma es la sabiduría. Y la lucha es mortal. Más tarde serán hombres los que se expresen con enigmas. Algo central en el pensamiento de Heráclito.
El nexo entre adivinación y enigma es originario.Aunque el enigma es anterior. El primer enigma documentado es el de la Esfinge enviada como maldición y castigo de los dioses a Tebas. El único que la descifra es Edipo. Corresponde al sabio descifrar el cruel enigma enviado por los crueles dioses. Su arma es la sabiduría. Y la lucha es mortal. Más tarde serán hombres los que se expresen con enigmas. Algo central en el pensamiento de Heráclito.
En Platón el enigma tiene un tratamiento místico y mistérico. Místico en tanto experiencia mística para la que no hay palabras que la expresen, su descripción será ambigua. Y mistérico, en tanto lenguaje oculto y esotérico para obligar a iniciarse en los misterios. En la Apología de Sócrates, el enigma ya no es de un dios, sino humano, malicioso, de Mélito. Es una acusación a Sócrates que oculta una contradicción.
En esta fase humana, madura, del enigma, la contradicción, sugiere engañosamente un contenido: la solución del enigma. Los jueces caen en la trampa, condenan a Sócrates creyendo haber resuelto el enigma y no ven que no es más que una contradicción.
En las épocas siguientes su uso será social, en los banquetes, o para entrenamiento en la educación de los niños. Aristóteles lo definirá como "decir cosas reales uniendo cosas imposibles". Pero para admitir algo real en una contradicción Aristóteles, para quien la contradicción es nada, dirá que hace falta una metáfora. Con esto el enigma quedará vaciado del "pathos" original. Y se agrega la metáfora al origen de la sabiduría.
Hay un pasaje desde lo divino o religioso a lo humano, contradictorio y agónico. Agónico, porque ya no se trata de protegerse de los dioses, sino de la lucha por el conocimiento, entre los sabios, o entre los que quieren serlo. Y el que sobresale en el intelecto lo toma como un desafío mortal. El enigma es engaño y el sabio es el que no se deja engañar. Homero, Sócrates y los tebanos mueren por no poder resolver un enigma. Heráclito nos habla con enigmas. Heráclito expresa su pensamiento con enigmas en doble sentido: resolviendo el acertijo podemos llegar a algo así como que lo real no está en lo que se nos aparece, puro devenir indeterminado, sino en lo que no se nos aparece, el alma o en un logos universal. Y el segundo sentido es que eso real, el sentido último, está escondido y quiere permanecer así, escondido, y la realidad se nos manifiesta enigmática, antitética, en oposición de contrarios y que desenmarañandolos llegaríamos a la unidad, a Dios.
De lo dicho vemos que el origen de la sabiduría griega es la manía, la exaltación pítica, en una experiencia mística y mistérica.
Paralelamente surge la dialéctica, en el campo de la agonía humana, sin dioses ni fondo religioso. Probablemente ya Parménides haya planteado la imposibilidad de la contradicción y la exclusión de una tercera vía (en Aristóteles, tercero excluído) ya que se lo ha mostrado como un experto en dialéctica, antes que su alumno Zenón, esté último cuyas argumentaciones eran superiores a las de Platón.
En la dialéctica, el arte de discutir, alguien desafía con una pregunta y el que acepta el desafío responde afirmando una de las tesis antitéticas que el preguntante intentará contradecir, haciendo preguntas al respondiente , cuyas respuestas serán el hilo argumentativo de su propia refutación. Si el preguntante logra que el respondiente se refute a sí mismo habrá ganado. El preguntante evitará un diseño perspicuo de su argumentación mientras va preguntando para que no se le haga evidente al respondiente.
También nos vienen de ésta época los conceptos de necesidad, posibilidad, universal e identidad. El universal será usado para demostrar una proposición, recurriendo a una abstracción mayor y demostrándolo para esa abstracción o universal. Todo esto quedará reunido en los Tópicos aristotélicos y su silogística aristotélica.
Tanto en el enigma de los dioses y en la pregunta dialéctica hay un desafío en forma de contradicciones explícitas.
Misticismo y racionalismo serían dos fases sucesivas del mismo fenómeno. Solo que en la agonía dialéctica, nadie muere, o quizás sí: para los antiguos la humillación de la derrota era intolerable.
El griego construye un sistema de la razón, del "logos", como fenómeno viviente, concreto y oral. Con todo lo que implica la vivencia de una discusión oral.
Sin embargo la dialéctica tiene un fin destructivo. El perfecto dialéctico siempre refutará a su adversario. Y como el principio del tercero excluído será incontestable, afirmarán y negarán al mismo tiempo todo juicio, toda proposición, todo objeto, creando un universo inconsistente demoliendo toda doctrina, toda proposición científica, toda ciencia que se les proponga.
Parménides universaliza la pregunta dialéctica con su "¿es o no es?" y su ley monista de seguir solo el camino de lo que es, siendo él legislador y poniéndolo en boca de la diosa Aletheia, la "verdad", la que no se esconde, es un intento por evitar que los hombres se destruyan a sí mismos en contradicciones.
Heráclito, más maduro, dejará el enigma sin resolver. Al ver Zenón la fragilidad del monismo de su maestro, intenta salvaguardar la reputación de los dioses, contradiciéndolo, pero además llevando por primera vez la dialéctica hasta una contradicción absolutamente abstracta y universal y a un nihilismo total. El ingenio de Zenón es tal que el propio Aristóteles para refutar aporías particulares como las de la flecha, Aquiles y la tortuga o de la dicotomía, tuvo que recurrir a los hechos, es decir una superación de la aporía por accidente, no por razón. Lo mismo su ingenio se ve en el Parménides de Platón, posiblemente menos riguroso que el discurso original.
Hasta Platón, el sentido de esta razón había sido de "discurso", intento de explicar el enigma que hacía referencia al misterio divino escondido. Una referencia a otra cosa, un puente metafísico entre dos mundos, el humano y el divino, sin significación en sí mismo y mucho menos sustancia.
A partir de acá, el "logos" será considerada una sustancia en sí misma, pero arrastrando las normas de un "logos" que hasta ese momento mantenía su autenticidad de arma agonística, de camino, de símbolo manifestante.
Georgias llevará la dialéctica al refinamiento extremo, iniciando quizás la demostración por el absurdo. Sabe usar la cuantificación en la contradicción y las reglas del juicio. Pero su nihilismo absoluto, aunque no será original por lo diicho ya de Zenón, sí será original en que en sus tres leyes "nada es", "si es, no es inteligible" "si es inteligible, no es comunicable" parecieran poner en duda incluso la naturaleza divina, aquella que Zenón intentara salvaguardar. Quedó atrás todo trasfondo religioso.
En Atenas, la dialéctica se abrirá a la arena política y la discusión le dará paso al discurso, sin un oponente, sino muchos oyentes profanos, con una dialéctica adulterada. Así nace la Retórica, como la vulgarización del lenguaje dialéctico.
La agonía en la Retórica es con los oyentes. El orador triunfa si logra persuadirlos , y en la persuación intervienen las emociones. Los oyentes lo compararán también con otros oradores. Si son persuadidos habrán sido subyugados. La sabiduría deja de ser un fin en sí, su fin ahora es la potencia. La retórica se pone al servicio de los intereses políticos.
El ambiente que se vive es una mundaneidad sin pudores que ha dejado atrás todo fondo religioso. El propio Giorgias, campeón de la dialéctica y quizás creador de la retórica, emplea distintos estilos y métodos argumentativos en una y otra. Deja de lado la necesidad y posibilidad y abundan las demostraciones por el absurdo, con más fuerte poder persuasivo que el método directo.
El arte retórico, que se ha comparado a una escultura, requería recitar, practicar muchas veces antes del discurso si se quería alcanzar la perfección y la excitación del auditorio. Se usa entonces la escritura como herramienta mnemotécnica. Todos los discursos retóricos necesitan antes ser escritos. Así Zenón solo escribió un discurso dialéctico y Giorgias todos.
De este uso más frecuente de la escritura en la retórica surge un nuevo género literario, la filosofía.
La vivencia, incluso la vivencia interior al alma, parte fundamental de lo que se quería transmitir en el discurso dialéctico, y solo al alcance de los participantes, se pierde con la espectacularidad de los discursos retóricos y principalmente con la escritura. Con lo cual la falsificación del contenido es radical.
Al sumársele la retórica a la dialéctica en el uso de la escritura, la filosofía incorporará la moral y la política a los temas teóricos.
Es Platón quien dice explícitamente que nada serio puede ser transmitido por vía escrita por lo que es de pensarse que no considera serio sus propios diálogos, por eso llama "filosofía" a lo que él escribe, diferenciándolo de la "sofía" de los antiguos sabios. Y en el Fedro, en el mito que narra el origen de la escritura, cuenta que es un don de un dios egipcio a un faraón y éste le replica que cómo podría transmitir sus pensamientos en letras inertes, pronto estratificadas y cristalizadas. También narra Platón su experiencia dolorosa cuando el tirano de Siracusa quiso divulgar en un escrito propio la presunta doctrina secreta platónica.
Los diálogos platónicos son el resultado de su inclinación a la política y dotes como literato.
En sus diálogos Platón da nacimiento a la palabra filosofía, a partir de ellos se confunde sabiduría con filosofía a pesar que Platón mismo se encargó de aclarar que la sabiduría de la que hemos estado hablando hasta ahora, no era posible que fuera transmitida por escrito.
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