El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche

El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche

Los filósofos, sacerdotes y teólogos plantean el mundo tal como lo vemos, como una mera apariencia, aduciendo que hay un mundo real más allá del que se nos aparece, y que sólo ellos y Dios pueden verlo.

Todos los valores están invertidos

La moral es un invento. Al hombre no le hace nada bien, culparse y castigarse por ceder a sus instintos. Y no es culpable porque no depende ni de él, ni de su historia, ni de la sociedad. Porque no hay tal cosa como la voluntad libre. El hombre no es libre de hacer lo que quiera. Y el control y el castigo de lo que llaman pecado solo sirve para la dominación por parte del sacerdote, como juez. 

El mundo no es voluntad y representación como dicen los sacerdotes, sino azar, y ser parte de un todo.

No le corresponde a los seres vivientes valorar la vida pues están inmersos en ella

Kant fue un cristiano fanático.

El cristianismo es la venganza de los menos favorecidos, contra los más  favorecidos, la aristocracia natural.

El amor es la espiritualidad de los instintos.

Dios no ha muerto porque se ha reencarnado en la semántica del lenguaje, como si el lenguaje tuviera vida propia.

El amor falso y exagerado que reclama la religión es peligroso.

Los grandes sabios son tipo s decadentes. Lo fue Sócrates principalmente. No venía de la aristocracia. Era feo. Usó la dialéctica para enfrentar y vengarsse de la aristocracia. Usó la dialéctica, implantó la razón-virtud-felicidad como  salvación. Fue el mayor de los cristianos,  antes del cristianismo. El antiguo aristócrata griego, antes de su decadencia despreciaba la dialéctica, la razón. Se manejaba por órdenes y autoridad.

Los sabios han pretendido que lo verdadero es solo lo eterno e incorruptible. Solo Heráclito estaba en lo cierto: la verdad está en el devenir.

No corresponde al hombre establecer cómo debe ser el hombre No corresponde controlar sus pasiones, las cuales pueden tener épocas en que son perjudiciales y épocas espirituales en que son beneficiosas. Por consiguiente, la moral es conntranatura.

La religión invirtió la causa por el efecto y el efecto por las causas. La causa de los vicios,  no es la debilidad de la voluntad, y causante del hombre enfermo, sino que el hombre enfermo, enfermado por las prohibiciones de la religión, que lo apartan y lo castigan  por querer tomar lo que necesita por ser lo que es, un hombre, es causa de sus vicios. Así, malogrado, enojado consigo mismo, disminuido, enferma y pierde la fuerza para medirse de los excesos.

Los errores de la religión y de toda moral: 
confusión de las causas con las consecuencias; el imperaativo moral; crear causas donde no las hay; imaginar causas. 
La explicación psicológica es que reducir lo desconocido a algo conocido tranquiliza, y aplaca los temores.

El artista y el virtuoso no surgen naturalmente, necesitan embriaguez. La embriaguez de la exitación sexual, y la embriaguez de que van seguido todos los apetitos grandes: la fiesta, la rivalidad, la pieza de virtuosismo, la victoria, todo movimiento extremado, la crueldad, la destrucción, ciertos influjos meteorológicos por ejemplo primaveral, los narcóticos. El artista está pleno y ve pleno y convierte en pleno todo a su alrededor.

La antítesis del artista ebriagado es el cristiano.

La embriaguez puede ser apolínea o dionisíaca, situaciones antitéticas, la una tiene exaltada el ojo, son el caso del poeta épico, el pintor, el escultor, la otra tiene exaltados los afectos, todo lo siente a todo reacciona, quiere alterar, modificar, transformar a través de la mímica y el  histrionismo. Tiene desarrollados los dones de la emoción y la adivinación. El mimo, el bailarín, el actor de teatro, el poeta lírico, que antaño estaban juntos vienen de una misma raiz histriónica. 

El arquitecto, posee la embriaguez de la voluntad. Seducida por el poder. Representa el gran estilo. Caracterizado por el sentimiento de poder, que lo demuestra en el dominio de las formas, de la gravedad y del estillo y que no necesita reconocimiento.

Critica al ateo que aparenta fe. Elogia la jovialidad. 

La vida es lucha, solo cuando es lucha por el poder, de lo contrario, lo que abunda es la abundancia. Y en la lucha, no gana la evolución darwiniana hacia la perfección (notar grave error de interpretación sobre el darwinismo que perduró hasta nuestros días comienzos del SXXI), gana el débil, porque tiene espíritu, lease capacidad para la perseverancia, la paciencia, la simulación, la mimetud. Tiene espíritu solo el que quiere tenerlo porque lo necesita. Crítica a la Alemania de su época que por sentirse fuerte abandonó el espíritu.

La casuística del psicólogo es conocer a los hombres para beneficiarse con ello, es un político.

Lo malvado sin fuerza de voluntad degenera en virtud y el hombre de hoy (su época) ha perdido vicios por comodidad (lo lamenta).

Nada está más restringido que la belleza, pero la belleza se da y solo se da en el placer del hombre por el hombre, pues es el más hondo instinto de supervivencia, una invención del hombre, poniéndose a sí mismo como medida de la perfección, como forma instintiva de preservarse y expandirse como especie, y  se mira reflejado en las cosas, opinando que un mundo es más bello tan solo porque él así lo considera, como si existiera en verdad lo bello fuera de sus ojos, lo único que hay es un mundo más humanizado.

Ell hombre odia instintivamente lo feo porque es decadencia. Por eso lo debilita, lo acongoja,  lo atemoriza. No hay fealdad en la naturaleza. Como la belleza, lo feo solo está en el hombre.

La filosofía, tiene por inspiración la belleza y ésta la procreación.

No existe el arte por el arte, ésto es solo una revelión contra todo intento de moralizar el arte. El arte es el principal motivador de la vida y la tragedia como arte es la forma en que el artista expresa su valentía ante el infortunio inevitable.

El lenguaje no expresa vivencias, sino desprecio y vulgariza al que habla.

La mujer literata que tiene que elegir entre hijos o libros, culta y vanidosa.

La virtud de los impersonales, a quienes ya no les queda espacio de superación, es llegar a ser personales, esta es su penitencia.

El objetivo de la educación superior es formar el hombre-máquina, aburriéndolo con el sentido del deber, el resultado es el funcionario estatal kantiano, el funcionario estatal como cosa en sí, erigido en juez del funcionario estatal como fenómeno.

El derecho a la estupidez. La tontería pura restablece. 

El filósofo admira al hombre que hace, valeroso y le repugna el hombre deseante o deseado. Pero el hombre más valioso es el real, justificado por su propia realidad.

El egoísmo vale lo que el hombre que lo porta.

El cristiano y el anarquista representan lo decadente, ambos consideran que hay un culpable por lo que sufren, el anarquista en los otros, el cristiano en uno mismo. Su finalidad es el cierto placer y embriaguez de poder que les da la queja, pero su principal finalidad es la venganza. La venganza del anarquista es terminar con el otro, y la del cristiano terminar con el más acá, desde el más allá.

La moral de la decadencia cambia egoísmo por altruísmo y acto desinteresado alegando que la vida no vale nada para no reconocer que no sabe satisfacer sus necesidades. Esta moral es contagiosa, peligrosa en lo personal y para los pueblos enteros. Es la moral del cristianismo en la religión y la de Schopenhauer en la filosofía. 

La moral del médico tiene que ayudar al enfermo decadente a tener una muerte consciente, autodeterminada, para librar a la vida y a los otros de tener que padecer su decadencia. No somos culpables de haber nacido, pero podemos librar al mundo de nuestra decadencia si estamos enfermos y no podemos llevar una vida que valga la pena, y esto vale más que la anemia, el renunciamiento y otras virtudes. 

La suavisación de nuestras costumbres es una consecuencia de la decadencia. La debilidad fisiológica necesita más moral de la simpatía. La moral de la compasión es profundamente afín con la moral cristiana.

Libertad es voluntad de auto-responsabilidad, con disposición a enfrentar el dolor, sacrificar incluso la vida, incluso la vida de otros por la causa. Las instituciones liberales fomentan hombres libres mientras se lucha por ellas. Porque la guerra enseña la libertad. Los instintos viriles destacan sobre los instintos de felicidad. Una vez alcanzadas, fomentan hombres cobardes, animalidad gregaria. La libertad se logra por necesidad, es mayor cuanto más cuesta conseguirla, por eso el ambiente para lograrla es el del guerrero, donde puede medirse lo que vale, sus recursos, puede verse en la historia, en la Roma de Julio Cesar, en Venecia, y el ambiente no es el de los tenderos, cristianos, ingleses y otros demócratas. La libertad se tiene y no se tiene, se conquista.

El matrimonio en las democracias modernas fracasa porque no debe fundarse en la idiosincrasia del amor, debe volver a fundarse en el instinto de propiedad, sexual y de dominio, para preservar a través de los siglos el poder ganado, mediante una solidaridad de instintos.

Las instituciones de la modernidad se logran por instintos, pero una vez logradas, estos se pierden, y con ellos la capacidad organizativa. Se pierde la voluntad de tradición, de responsabilidad, de autoridad, de solidaridad. La democracia moderna, occidente entero, ha perdido los instintos, inmersa en un nerviosismo con solo oir la palabra "autoridad"". Solo Rusia los mantiene. 

La cuestión obrera. Se ha educado para señores a quienes se pretende que sean esclavos.

La libertad moderna es un abuso de ella, una liberación sin límite de los instintos que los posiciona en una contradicción fisiológica. Otro síntoma de la decadencia.

El santo es santo porque es más eficaz que ser hipócrita. Vale también para los filósofos. Otra clase de santos.

El progreso es la evolución hacia la decadencia, y la fisiología no puede retroceder, como han pretendido los sacerdotes y moralistas, solo se le puede poner obstáculos. 

Los grandes hombres y las grandes épocas son explosivos y necesarios. El gran hombre es más maduro que su época. Se arroja desprendido a una causa abandonando irremediablemente, inevitablemente su instinto de auto-conservación. Napoleón. El Renacimiento. Se los premia incomprendido con una moral superior que no es tal.

El criminal representa, en esta modernidad domesticada, el mejor exponente del espíritu creador, excluido y autoexcluido, como el chandala indú, porque no representa los valores actuales, del hombre suave y domesticado, cuyo mayor exponente es el sacerdote y llegará el tiempo en que ésto se invertirá. Asi el espíritu creador, como el hombre que baja de las montañas o viene del mar, al tener que reprimir lo que mejor sabe, se convierte en criminal. Los grandes genios tienen este mismo  sentimiento de rebelión, odio y venganza contra lo que ya es.

Por grandeza de alma pueden hacersse cosas indignas. Una mujer que ama sacrifica su honor, un genio su humanidad, un Dios que ama se hizo judío (en sus valores, para Nietzsche la crueldad es una virtud, pero solo admite la crueldad que le viene a su antojo, la del cuerpo, pero no la del  ingenio, la astucia, por eso critica al sacerdote y alaba al guerrero, entrando en una irremontable contradicción porque si elogia la crueldad, la crueldad se caracteriza por no importarle los medios, no existe la crueldad "ética" "decorosa" "honrada" "noble" de la qué él habla como un ingenuo quijotezco inmaduro e infantil. Pareciera estar diciendo "hay no seas astuto conmigo que me hace daño" manifestándose él mismo como débil y llorando porque no lo atacan con las armas que a él le gustaría: la crueldad corporal. Si elogia la dominación, tiene que poner las barbas en remojo ante la superioridad mostrada, según su moral o escala de valores, por sus criticados sacerdotes. No debiera elogiar la crueldad y la dominación y la desigualdad porque entonces cabe concluir que él es débil, inferior y dominado. O bien acepta las armas del sacerdote o del hombre moderno, o bien deja de elogiar la dominación y la desigualdad. O sino habría  que incluir la frase de Discepolín en Cambalache "el que no llora no mama" y aceptar que está llorando. Asimismo parece hablar desde un lugar de indignación y dolor, no se vislumbra un hombre cruel en él)

La belleza no se azar. Se logra a través de generaciones con sacrificio (contradicción con lo sostenido  sobre la belleza como imagen y semejanza con el hombre). Es preciso no dejarse ir ni siquiera delante de sí mismo. Las cosas buenas son costosas. No es lo mismo quién las adquiere que quien las tiene. Todo lo bueno es herencia. Lo que no es heredado es imperfecto, es un comienzo (enorme contradicción sostener que hay una medida de la belleza, de lo bueno, y no mirarse el ombligo y darse cuenta que se está poniendo él mismo como medida) comienza por mejorarse el cuerpo (el ademán, la dieta, la fisiología), luego el alma (al contrario de la funesta suposicióon de los sacerdotes), como hicieron los griegos que por eso los hombres eran más bellos al cabo de unas generaciones, que las mujeres. El cristianismo en cambio ha despreciado el cuerpo y ha sido la más grande desgracia de  la humanidad.

La  doctrina de la igualdad rousseiniana es el final de la justicia. La vuelta a la naturaleza ha de ser, pero la napoleónica, no la rousseiniana. La del guerreo, no la débil moral del que no se soporta a sí mismo. No  debe haber igualdad para los  desiguales. La Revolución Fracesa fue vivida como debió vivirse solo por Goethe: con náuseas (pensamiento ingenuo el de Nietzsche le faltaron unos soldaditos de plomo tal vez, es un farsante de sí mismo, el mayor catedrático de la moralidad, criticándola mientras da cátedra sobre ella, pero no adivino maldad en él, sino indignación, sueña con un mundo de nobleza que habrá aprendido en cuentos de la infancia y que desaparezca todo lo que sea de "mal gusto", pero eso ya de por sí podría considerarse, para otra moralidad distinta o incluso la suya propia, de "mal gusto". Habría que ser un necio para no aprobar toda su crítica a las religiones y a la moralidad y a la represión de los instintos. Pero lamentablemente sse desorienta cuando elogia al guerrero fisiológico, como si hubiera una única forma de guerrero y más aun como si hubiera en el hombre cierta teleología hacia el ser guerrero cuando el propio Nietzsche reniega, y con toda lógica, de la existencia de fines y voluntades en el mundo. Mezcla un mensaje psicologicista y medicinal criticando el mal que le hace a la realidad propia del hombre, que éste sea amansado, doblegado, que por el invento de la moralidad se autocastigue y reprima sus instintos y propone una vuelta a la naturaleza donde el hombre puede expresarse como es sin ideales. Pero esto lo mezcla con el mensaje de un hombre elegido entre los hombres, de un aristócrata de la más bella perfección y que sería el hombre tal cual al ser humano llamado Nietzsche le gustaría, y que ya no es el hombre tal como le resultaría más sano al hombre, ya que lo describe libre, con volundad, cruel y dominador, pero eso sí, solo usando ciertos tipos de fortaleza que son del agrado de Nietzsche, no cualquier otra, lo cual es una perfecta tontería de la más descuidada torpeza ya que si recomienda la crueldad y la dominación, por un lado tiene que reconocer que estas pueden tener infiitas variantes y por otro lado que hay del hombre víctima y dominado, porque si se trata de un hombre que no merece vivir, parece que es el propio caso de él mismo y de la Europa de su época, pueblos que para él son dominados por el sacerdote y el filósofo, moralistas, de modo que plantear una liberación para ocupar el lugar de la dominación y criticando al dominador por las armas que utiliza  mezclado con la faceta más aceptable de no traicionar a los instintos, ya planteada por Spinoza, es hacer una tortilla de cosas útiles con ideales autocontradictorios. A no ser que pensara que en la voluntad libre de los instintos el hombre encuentra la comunión en paz, que sí adquiere esto sí coherencia, pero no se deja esperar con auténticos ejemplos de dominación: Napoleón y el Imperio Romano y su aristocracia de hombres superiores y de mejor estilo y más bellos. Por tanto hubierase quedado en su genial crítica filológica, genealógica y psicológica hacia la moralidad, los valores,  los conceptos y los misticismos y no hubiera entrado en contradicción consigo mismo ) Elogia que Goethe haya recurrido a la historia, a la ciencia natural, a la Antiguedad, a Spinoza y a la actividad práctica. Elogia a Napoleón a quién compara con el dios griego Dionisio. El hombre fuerte, valiente, libre e impersonal.

De la antiguedad elogia a Salustio y a Horacio. Elogia a Roma.  Elogia el epígrafe,  la sentencia que dice más que muchos libros. Dice de su Zaratustra ser el libro más profundo escrito. Critica a Platón por mezclar estilos, aburrido, como artista, pero peor su contenido moralista, cristiano, idealista incapaz de tener el instinto griego y el haber puesto el concepto de bueno como concepto supremo. Cuánto de Platón hay en la Iglesia: en su sistema, organización y praxis. Los más afines son Tucídides con sus pensamientos ocultos que expresan la cultura realista  sofista y el Príncipe de Maquiavelo por no dejarse embaucar y ver la razón en  la realidad, no en la "razón" y menos en la "moral". La filosofía griega es la decadencia del instinto griego. El coraje frente a la realidad es lo que diferencian a Tucídides y Platón. Platón huye al ideal, Tucídides tiene dominio de sí y por consiguiente de las cosas. Yo adivino el instinto de poder oculto en esos griegos, por el psicólogo que llevo dentro. Y cómo intentar doblegarlo los llevó a despedazarse unas ciudades contra otras. En Dioniso encuentra el triunfo de la vida sobre la muerte, con los misterios orgiásticos, el eterno retorno que lograron los griegos antiguos. La voluntad de vida se afirma en el dolor de la parturienta. Es el misterio de  la sexualidad que los griegos veneraron. Solo el cristianismo, que se basa en el resentimiento contra la vida, ha hecho de la sexualidad algo impuro. La tragedia griega, el primero de los valores trastocados, representa esa psicología del misterio orgiástico estimulado por el dolor, es un sí a la vida frente al horror y la compasión.

 











 





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