Un camino equivocado

En 1990, los habitantes de San Nicolás de los Arroyos, no eran felices. O al menos eso creían. Y es que sus empleados públicos, los de la vecina fábrica de acero, Somisa, "eran muchos, cobraban muy bien y hacían poco". Y eso no parecía "justo". De modo que cuando Menem le regala la fábrica a la familia Roca que "traería la competitividad a esa tierra de holgazanes", por apenas 300 millones de dólares, para que constituyera su actual monopolio del acero plano, despidiendo a 14 mil empleados públicos que "estaban de más, ya que el acero se podía fabricar con muchos menos" trabajadores, los habitantes de San Nicolás fueron felices y festejaron. Poco tiempo. Ya que los únicos compradores que consumían mucho y de todo en San Nicolás de los Arroyos, que pagaban al contado o garantizaban el pago con sus sueldos estables, eran sus empleados públicos ,los de Somisa. Mientras disfrutaban de las 14 mil expulsiones, éstos fueron indemnizados, sin asistencia del Estado, sin capacitación, sin leyes ni incentivos ni orientación que los organizara en cooperativas, y en San Nicolás de los Arroyos pulularon los kioscos y las agencias de remises. Cada segmento productivo, cada comercio en la ciudad había multiplicado su oferta y perdido su demanda. El señor Roca no consumía en San Nicolás de los Arroyos. De hecho tiene domicilio en Milano. Cuando anduve por ahí en 1994, San Nicolás de los Arroyos había dejado de ser una de las ciudades más ricas del país, y ya era campeona en índices de suicidios.

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