Sin embargo por otra parte como es sabido, la acumulación originaria
capitalista nunca de ninguna manera será "encomendada a Dios" o librada a
las buenas intenciones de alguna mano invisible, sino por el contrario,
es una operación de precisión quirúrgica y de la misma manera también
como en una operación, siempre corre sangre. Ya sea en un principio para
adueñarse de tierras, como en el caso de la Campaña del Desierto, en la
cual se le paga a Rauch para que haga el trabajo sucio de aniquilar a
los indios "anarquistas", o de empresas como en el caso de Papel Prensa,
de Siderar o Socma, se recurre a la tortura, el lobby o la estafa. Y
siempre desde el nacimiento del monetarismo cuando se instala en
Alemania pos guerra, se culpa a las gobernabilidades proteccionistas de
haber dejado las cuentas en rojo. Es una constante culpar al Estado
proteccionista, para aplicar cirugía mayor y restaurar la situación de
desigualdad y acumulación posterior a la acumulación originaria,
indispensable al inicio de un ciclo liberal. Es decir que el capitalismo
liberal necesita partir de un estado de concentración, al cual llega
sangrientamente, con extrema intervención de los cuerpos, nada librado a
alguna cosa que se parezca a una magia y a partir del cual reclama
encomendarse, entonces sí, al Señor

Blog de Filosofía. Benito en el Siglo XXI propone una una mirada filosófica, durante un recorrido entre la Física y la Ética en sus estados actuales, es decir, sobre las Ciencias Formales: -Lógica y Matemática-, las Ciencias Básicas -Física, Química y Biología- y las Ciencias Humanísticas -Ciencias Políticas, Sociología y Antropología. Sobre Metafísica y Neurociencias Cognitivas.
El dualismo cartesiano en el neoliberalismo
Cristina decia, "lo bueno que sucede es obra nuestra no de un mago" y
macri dice "no puedo hacer nada bueno porque no soy mago" es decir,
para una las cosas buenas dependen de uno y para el otro solo son
alcanzables a través de la magia, de un poder sobrenatural, en última
instancia, de Dios. Esto encierra el secreto mejor guardado de los
orígenes del liberalismo cuando la disputa era entre monarquía que
quería controlar el dinero dentro de su territorio y burguesía que no quería
intervención. El Estado es cuerpo y Dios es metafísico. Lo que nos dice
el liberalismo a través del presidente de todos los argentinos es lo
que postula Adam Smidh su fundador: en cuestiones económicas nada
terrenal ni siquiera un Estado puede ver la jugada completa, de manera
que no nos queda otra alternativa que encomendarnos a "la mano
invisible", encomendemonos a Dios. El liberalismo no es obra de ciencia
ni filosófica, sino misticismo puro, pura religión.
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