algunas características de los sistemas de razonamiento occidental contemporáneo

El poder del Estado, ese poder que cuando condena y castiga injustamente puede convertirse en terrorismo, está al alcance de quien tenga disposición y la astucia para aprovecharlo, como hicieron los granjeros protestantes importados, con la ley de veda, para perseguir y obligar a emplearse a los gauchos que solo querían vivir en libertad, como hizo la restauración oligárquica de 1930, el revanchismo de la  mano de la manipulación mediática, la ignorancia de sectores populares y los intereses de los nodos de poder en la revolución restauradora de 1955, 1976, 1989 y 2015, lo aprovechó ese fascismo reciclado gracias a la ayuda entusiasta de los refugiados criminales de guerra tan bien acogidos por algunos enamorados locales, para la apropiación de bebes, la tortura y desaparición de personas, también lo aprovechó un gobernador de provincia para encerrar a una dirigente popular indígena acusada de arrojar huevos, de gallina, no de avestruz, otro uso puede verse en esas tan frecuentes falsas acusaciones para deshacerse de alguien, o en entramados familiares y círculos íntimos, por despecho o para expropiar y asegurarse la crianza de hijos, con la complicidad del clasismo, el racismo e interesados burócratas, el lobby de los ricos o los mismos ricos legislando, cuando los jueces hacen política sin disimulo, en los encierros por demencia, por drogadependencia, por micro tráfico de estupefacientes, por “delitos sexuales” como homosexualismo, trasvestismo y prostitución, y en múltiples conflictos de la vida cotidiana llevados al litigio, todos estos son ejemplos de que este poder está al alcance de quien sabe cómo presionar, llorar o gritar más fuerte, la maquinaria burocrática formidable no solo está disponible como suele creerse para los nodos de poder por fuera del alcance de los Estados, como por ejemplo los laboratorios medicinales, cualquiera con la astucia suficiente puede dirimir así sus asuntos más insignificantes, el Leviatan castigando al que arroja huevos, roba gallinas o presenta conductas “anormales” es decir, contrarias al interés del Estado. El cristianismo ha creado sociedades con un poder político jamás imaginado por sus antecesores: la razón de Estado, y al mismo tiempo con una capacidad de intervención individualista del Estado en cada individuo, basada en la santificación de la obediencia y una vigilancia que llega hasta el examen de conciencia revelado en la confesión pastoral, no para procurar una mejora como procuraban los epicúreos o los estoicos, sino para agudizar la vigilancia, con el objetivo de obtener vidas mortificadas, esta cruza entre el poder político de los griegos, preocupados por el destino de la ciudad y el poder pastoril hebreo, preocupado por la vida singular de cada uno de los integrantes del rebaño, pero transformado y convertido en algo con consecuencias muy distantes de las intenciones originales griegas y hebreas, ha creado sociedades verdaderamente demoníacas.
Un escuadrón completo de peritos de la mente declararon que el joven que a la vista de todo el mundo asesinó a cuchilladas a dos mujeres en el barrio de La Boca, y que luego lo confesó, no había cometido delito alguno y esta resolución contó con el acuerdo del jurado quienes a pesar de disponer de numerosos testigos del hecho y con la propia confesión del agresor, carecían de la piedra angular de nuestro sistema penal: la responsabilidad. Es cierto que la inimputabilidad lejos de ofrecer un escape beneficioso es la única condena a perpetuidad de hecho ya que a diferencia del culpable condenado a perpetua que tiene derecho a su salida luego de cumplidos los 25 años de pena, bajo la forma de encierro, que incluso además tiene otras oportunidades favorables como la salida anticipada o condicional por buena conducta, mientras que al sujeto al declararlo demente se lo etiqueta como peligroso a perpetuidad y es ésto lo que continúa buscando una parte muy importante del poder médico y judicial afectado por un sentido común cuya publicidad fue tan corta como potente y que parece haberse grabado a fuego en el pensamiento colectivo por lo que aun perdura: la peligrosidad o su equivalente en el código civil: el riesgo. Qué medida de riesgo puede calcular el jurado con una persona que se limita a confesar y como toda explicación se limita a mantener un silencio capaz de derribar los castillos de arena de nuestos sistemas de racionalidad, no da explicaciones, se niega a darle forma inteligible a su acto, ante semejante actitud, es imposible para los jueces encontrar una conducta reprochable, es decir de riesgo para el Estado, que justifique un castigo para evitar su reiteración, solo un acto tipificado. Una mirada etnocéntrica de una forma de razón como podría tratarse de cualquier otra que nada tiene que ver con cierta razón universal solo existente en la fantasía de estas creencias arraigadas, y desde luego desde esta mirada centrista lo que carece de inteligibilidad es insensato, no hay una voluntad libre que dirija al acto para obtener cierta utilidad que le de sentido, simple insensatez, es decir, inocencia. Estamos resucitando la monomanía jamás sepultada del todo en estas tierras abandonadas por el buen sentido, donde un sujeto que manifiesta conductas no deseadas es perseguido por cierto riesgo estadístico paradógicamente según estadísticas armadas a partir del mismo riesgo que implica, es decir una profecía autocumplida y ĺa inversión del efecto y la causa, mientras que un sujeto que comete un delito sin explicación, por ejemplo, un rico que roba, puesto que "para qué querría robar un rico si ya es rico", es inocente de toda inocencia

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