Te subsidio para que te compres una casa, para que alimentes y eduques a
tus hijos, para que lleves sustento a tu hogar, para que sientas que
esta sociedad te quiere y la quieras y transmitas ese querer a tus hijos
y a tus nietos. Para que te sientas seguro de tus capacidades y las
explores y podamos aprovecharlas. Te subsidio como te dije, con ayuda
social, dándote trabajo en el Estado, créditos blandos, subsidiando a
las empresas para que te contraten, subsidiando el transporte para que
te sientas libre y para que llegues temprano al trabajo y a la escuela, y
para que viajes en tus vacaciones y consumas los servicios y las cosas
de otros ciudadanos. Yo soy el Estado y subsidio selectivamente y cobro
progresivamente a los que más tienen, para achicar las diferencias, para
promover el consumo. Pero también para que me quieras y te sientas
estimado. Yo Estado consumo obra pública, subsidio segmentos productivos
y pongo un grifo al mercado internacional, para que los empresarios se
sientan seguros de sí mismos y competitivos y me quieran y se sientan
respaldados. Yo Estado regulo las exportaciones, para regular el tipo de
cambio, para protegerlos a ustedes del embate externo. Yo Estado, cobro
retenciones a las exportaciones y disuelvo los monopolios, para
garantizar la lealtad comercial y evitar el tráfico de la ley.
Yo
Estado ya no te quiero, sos un ñoqui, no querés trabajar, no me importa
que tus hijos se mueran de hambre en tus brazos. No me importa que vod
empresario caigas en la ruina y contigo tus trabajadores. No sos nada,
no valés nada, no merecés nada.
Te quiero, no te quiero, te quiero,
ahora no te quiero, te doy, ahora devolveme lo que te había dado. Poco
se sabe de la esquizofrenia, pero se dice que está muy vinculada a la
madre con este comportamiento ambiguo, te quiero, no te quiero y lo que
queda claro es que la alternancia entre gobernabilidades de bienestar y
neoliberales, produce sociedades esquizofrénicas, individuos
esquizofrénicos, comportamientos colectivos esquizofrénicos, masas
enormes de neuróticos y sin un chamán que canalice las enfermedades
sociales como sabiamente lo hacen las sociedades tradicionales, en donde
el chamán, a quien erróneamente se lo describe como un loco, "actúa" de
loco, para absorver la locura que se sabe adquieren no solo las
personas, sino los grupos, frente a determinados acontecimientos
traumáticos.
La asistencia en sí persistirá, pero habrá pasado de
una modalidad abarcadora de la totalidad compleja del objeto a atender,
al frío y despreocupado pago de un dinero en efectivo. Del "me interesás
y por eso te dedico tiempo hasta que lo tuyo esté resuelto" al "toma
dinero, andá y comprate lo que te alcance, arreglate como puedas con
este dinero que te estoy dando", es un cambio de foco del objeto de la
problemática a la persona, ya sea el objeto un hábitat, un empleo, salud
o educación, de la sincera intención de resolverle los problemas a las
personas a solo querer sacárselas de encima dándole una suma en efectivo
para que no abandonen el hábito de consumo y el juego no pierda
jugadores que pasen a jugar otros juegos distintos al juego de la
competencia (es cierto que el Estado de bienestar pareciera abandonar al
sujeto entrenado, precisamente cuando tiene que exprimir sus recursos
intelectuales adquiridos, ya que no ha habido una banca social que
financie e incentive la creatividad si no es a través de instituciones
públicas restringidas en cupos y en libertad de pensamiento. Esta es una
de las deudas de los proteccionismos latinoamericanos).
Más allá de
esta deuda concreta relevante, lo que ha provocado el macrismo y sobre
todo en la juventud que nació con el estado de bienestar kirchnerista,
es un desconcierto emocional, que puede derivar en graves neurosis
colectivas con reacciones de violencia extrema y ante la pérdida de
rumbos y sentidos llegar a someterse a ofrecimientos totalitarios de
libertad como ocurrió en la Europa previa a la SGM o en la explosión del
narcotráfico en los suburbios del subproletariado negro y latino de los
barrios neoyorkinos y de Chicago a partir del neoliberalismo de los
años 80 y en las construcciones sociales francesas libradas al azar por
el neoliberalismo posterior al Estado de bienestar de los años 60 y 70,
anulados, frustrados, en completa anomia, impotentes para procurarse por
sí solos la libertad que previamente les mostraron, volcándose a los
riesgos de las actividades callejeras que no exigen más currículum que
apatía con la vida. Lejos, muy lejos del homo competitivo que reclama
el neoliberalismo.
Notas:
Las
estructuras solidarias de la izquierda ayudan a transitar la anomia y a
darle sentido a la vida de los que hasta ayer eran el futuro prometedor
mimado y hoy son los bastardos . Es importante que esas estructuras no
se debiliten o tendremos al Mexico narco encima en pocos meses.
los
jóvenes criados en el kirchnerismo este año están viviendo un abismo emocional
similar al que padece quien le toca padres alcohólicos, pero
repotenciados en el saberse impotentes para formar una red que los
sostenga entre sí ya que la salvación que le muestra la televisión se
llama dinero y consumo, precisamente lo que le quitaron a todos junto con una asistencia organizadora
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