Choque de frente

Existe en la cultura cooperativista latinoamericana la falsa idea de que todo aquel que está más feliz cuando es gobernado por feudos o poderes concentrados que lo obligan a vivir en una red de vasallaje lo es por una suerte de amnesia e ilusión colectiva por la que le hacen creer que la pasa bien cuando la pasa mal y que la pasa mal cuando la pasa bien, y no es así, al menos del todo, de otra manera, el razonamiento sería tan obtuso como el que se critica, negándole al otro la posibilidad de ser feliz como quiera. La verdad es que para un sector de la población, el ámbito de las relaciones de poder basada en la competencia desleal, es el espacio en donde han aprendido, elegido o les ha tocado vivir y aunque las teorías de grupo explican que son lazos ineficientes y concentradores no solo del capital, sino del bienestar y en última instancia de la vida, donde son muchos los que no viven, vegetan para que unos pocos se manifiesten en su ser en su mayor potencia, los satisface, pues al parecer cierto placer disfrutando el sufrimiento y sometimiento de los que están por debajo en la pirámide típica de esta modalidad de red es más intensa que el propio sufrimiento por su propio sometimiento a los que están por encima en la pirámide, e ignorar su existencia también es causa inevitable de enfrentamientos fratricidas ya que desde su punto de vista, la solidaridad es algo distinto a lo que ve el que la practica, y le atribuyen las mismas características despectivas que el cooperativista ve en el vasallo, mediocridad e ignorancia. Habrá que buscar la forma de darle al vasallo su lugar en la sociedad, sin que esto signifique sacrificar la felicidad de los cooperativistas, solidarios, socialistas o como se los quiera llamar, el ser de la gobernabilidad proteccionista y el ser de la gobernabilidad del vasallaje, o capitalismo cristiano alemán es decir, el neoliberalismo, que se ha apropiado del léxico capitalista tergiverzando conceptos, por ejemplo declarando que cuanto más te quitan o le des a un otro al que llaman inversor, tanto más recibirás y mejor estarás, en una suerte de magia monetaria, tienen que tener ambos su lugar ya que representan amplios sectores de la población y reconocerlos no solo significa reconocer su existencia para librar una batalla cultural, sino reconocer sus valores y darles su lugar y posibilidad de manifestarse. De otra manera las gobernabiliades seguirán actuando como verdugos de los que piensan o viven distinto. De más está decir que lo mismo le cabe a la gobernabilidad de la competencia desleal actual, que en lugar de perseguir y pretender la inexistencia o extinción de los socialistas, debería hacerles su lugar.

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