Blog de Filosofía. Benito en el Siglo XXI propone una una mirada filosófica, durante un recorrido entre la Física y la Ética en sus estados actuales, es decir, sobre las Ciencias Formales: -Lógica y Matemática-, las Ciencias Básicas -Física, Química y Biología- y las Ciencias Humanísticas -Ciencias Políticas, Sociología y Antropología. Sobre Metafísica y Neurociencias Cognitivas.
Cada época ha tenido a su Torquemada
Los irracionalistas resuelven la frustración de sus utopías totalitarias de libertad e igualdad con teorías conspiracionistas en todos los niveles que terminan en la mayoría de los casos siendo erróneas y funcionales a contraconspiraciones despóticas como el caso del nazismo. Por ejemplo en el plano internacional suelen acusar que un grupo de hombres con todo el dinero deciden el destino de la humanidad. Pero olvidan el poder físico y el poder político, “el dinero puede hacerse de las armas que necesite” aducen, pero si fuera así, el dueño de las armas no demoraría en percatarse y en hacerse de todo el dinero además de todas las armas. En el plano local los irracionalistas neoliberales reclaman protección física, pero libertad económica olvidando el poder del dinero que puede hacer que un hombre padezca el poder de otro sin necesidad de recurrir a la fuerza física, los marxistas dicen que todo el poder está en el dinero porque corrompe todos los espíritus y declaran la impotencia de la política, quieren disolver el Estado porque creen que su proletariado tendrá cuando tome el poder tal grado de altruismo que no surgirán grupos para dominar a otros grupos y magicamente no necesitarán instituciones políticas para controlarlos, además no obstante recurren a la política para llegar a disolver el Estado, es decir que declaran a viva voz la impotencia de la política, pero usan métodos políticos para disolverla, esperan tan confiados la inminente llegada del socialismo que no han ofrecido un dedo de resistencia al fascismo cuando llegaba, confiados en que estarían solo unos meses, que venían solo a terminar de hundir al capitalismo, a facilitarle la tarea de parto y tomarían el Estado caminando sin disparar un solo tiro. Los monetaristas reclaman que la política solo sea usada para su utopía de un capitalismo sin trabas protegiendo la propiedad, no quieren que la política ponga límites económicos aunque sí reclaman límites físicos, demostrando su ignorancia sobre la paradoja de la libertad que demuestra que la libertad infinita anula a la libertad y deberían comprender que así como reclaman límites a la libertad física y política es necesario limitar el poder económico ya que el poder económico ilimitado también impide la libertad, el marxismo y el capitalismo sin trabas apoyan por distintos motivos el ascenso del fascismo al poder, los primeros con la falsa ilusión historicista repetidamente refutada de que el fascismo acelerará el parto hacia el nacimiento del socialismo y con este la sociedad sin clases, los segundos para combatir al marxismo, así tanto los marxistas como los capitalistas del laissez faire saludaron la llegada del nazismo, los segundos incluso le financiaron la propaganda, la ideología había sido financiada por la monarquía en el siglo anterior, ignorando que cuando el nazismo llegaría al poder perseguiría tanto a marxistas como a capitalistas y se quedaría con su dinero ya que sumaba al poder físico, la política y con el dinero solo no iban a frenarlo y tuvieron que quitarlo del poder con un costo de vidas altísimo. César accedió al poder porque sus acreedores creían que era la única forma en que les pagaría sus deudas, pero olvidaron que una vez en el trono, tendría poder político y tuvieron que olvidarse de sus acreencias, los fascistas siguen creyendo que lograrán su utopía supremacista, racista, nacionalista por la fuerza, desde luego no les interesa la igualdad y la libertad universal, pero también olvidan que nunca tendrán el poder político y económico por mucho tiempo, y finalmente tampoco podrán sostener el poder físico, el irracionalismo político crea ídolos políticos carismáticos, deposita el poder en las personas más que en las instituciones y olvida el poder del dinero y de la fuerza, confían en los gobiernos personales olvidando que gobernar por más leyes que legislen no les garantiza todo el poder que circula también entre el físico y el dinero que pueden derribar un gobierno, debilitarlo o torcerle el brazo, los marxistas también olvidan que el capitalismo intervencionista actual ha resuelto muchas de las demandas proclamadas por Marx cuando escribía el manifiesto frente a un capitalismo sin trabas tremendamente injusto con niños trabajando 16 horas que no le permitía imaginar siquiera que el Estado pudiera intervenir en la economía para reducir las diferencias ya que la realidad que le tocó de la revolución industrial y su capitalismo sin trabas solo le mostraban una política que se declaraba impotente ante la masacre, aunque es cierto que el estado no hubiera tenido el mismo poder negociador frente al capital sin la resistencia, sin la amenaza marxista, sin la guerra contra la esclavitud, sin el propio fracaso capitalista perfertamente anunciado y demostrado por Marx en el Capital, sin embargo no fue en donde el marxismo triunfó donde los trabajadores lograron mejoras, sino justamente donde no había llegado, en Inglaterra, a pesar que el marxismo acusaba que los trabajadores ingleses se habían aburguesado porque trasladaron el yugo a sus colonias, además el marxismo triunfó donde ni siquiera había llegado la revolución industrial contrariando la profesía del materialismo histórico y donde sí había llegado, incluso en las colonias en el SXX hubo mejoras, salvo las colonias donde el propio marxismo junto al neoliberalismo ayudó a acceder al poder al fascismo, como en Africa y Latinoamérica, donde la democracia se hace insostenible, tenemos el ejemplo opuesto oriental, las primeras y segundas economías en PBI son orientales, y en general el crimen organizado internacional no pudo acceder porque ahí no prosperaron los historicismos, el cristianismo no se pudo establecer, el irracionalismo neoliberal como crimen internacional no tuvo poder de injerencia frente al poder político local, tampoco la fuerza del crimen organizado internacional pudo contra el poder político local, más localistas que en en las colonias latinoamericanas y africanas, no estoy diciendo que no haya otras formas de irracionalismo en Oriente. Los irracionalistas políticos olvidan que mejor que procurar que gobiernen los mejores es procurar que cualquiera que gobierne no pueda causar mucho daño y pueda ser quitado por los gobernados sin recurrir a la violencia, crear democracias libres, solo posible si creen en el hombre y en su razón, sin lugar para que acceda el crimen organizado internacional. También en el caso de las colonias y de todas las sociedades cerradas el principal enemigo de la democracia, la libertad y la igualdad aunque ellos lo nieguen y tengan las mejores intenciones, también son los irracionalistas, es decir, los enemigos de la razón.
Los sociologismos y psicologismos son teorías que se caracterizan porque permiten establecer una frontera entre elegidos que la profesan y enemigos que no, sus argumentos no pueden probarse por métodos empíricos, de hecho la realidad los contradice permanentemente, pero dado que no obedecen a una lógica refutable siempre hay una forma de acomodar la realidad a la teoría, por ejemplo respecto a las vidas de los hombres, no la de los criminales y asesinos seriales que han gobernado y escrito lo que todos conocen como historia de la humanidad, sino la de todos los hombres, la del Soldado Desconocido, la del hombre común, anónima, pero real y completa, es una sucesión de calamidades, la teoría cristiana invierte el asunto, desarrolla la idea de que hacia el final de los tiempos los desposeídos poseerán el mundo, evita así explicar qué clase de Dios podría enviar calamidades, el islamismo puede prometer el cielo al que se inmole por Alá, pero hasta la fecha no ha ofrecido a sus afiliados ninguna prueba empírica de que alguien que se haya inmolado haya ganado el cielo. Esta propiedad que comparten los sociologismos y psicologismos es útil para dictar veredictos irrefutables, por ejemplo que todas las calamidades se deben a cierta nacionalidad, que Alá ha reclamado que una mujer sea apaleada por infiel, o en el caso de las morales positivistas de los historicismos modernos, el hegelianismo y el materialismo histórico, en el primero, que la fuerza de la raza dominante hace a la verdad y en el segundo que la fuerza del futuro vencedor, el proletariado, hará a la verdad. La moral cristiana se vuelca hacia el desposeído solo porque será el vencedor, en todos, la fuerza hace a la verdad. Es cierto que la moral es un arma poderosa para dar fuerza y para triunfar, pero también es cierto que esta forma irracional de elegir la moral permite evadir la responsabilidad y la crítica de los hechos. Al arrogarnos o delegar la autoridad del conocimiento y la moral se establece una frontera entre fieles y herejes, necesariamente incapaces e impíos, permite delegar la responsabilidad por la elección moral, el juez ya no es la conciencia, sino dios o un círculo de elegidos o el éxito histórico o cierto determinismo en el que solo cabe sentarse a esperar el desarrollo de los acontecimientos. Para interpretar el mundo podemos optar por el método racional crítico, el método racional no crítico o comprensivo o un método irracional. El segundo, el método racional no crítico o comprensivo se anula a sí mismo al presumir que puede justificarse racionalmente lo cual es un absurdo ya que no hay forma de llegar a través de la razón a demostrar que la verdad absoluta reside en determinado conjunto de hipótesis o teoría usando para la demostración como hipótesis la misma teoría, absurdo que ha sido ampliamente usado por sus detractores irracionalistas aduciendo, y con razón, que es más lógico ser irracional que racional no crítico. El racionalismo crítico es más modesto y humilde, es el método socrático que reconoce que solo puede jugar con teorías hipotéticas que no pueden aspirar a más que eso, a ser meras hipótesis y aproximarse mediante la prueba y el error, es decir mediante la crítica, y es precisamente la distinción de todo lo que se reconoce como científico en la actualidad. Dentro de los irracionalistas están los cientificistas, la gran mayoría de los científicos, que dejan el uso de la razón para sus ámbitos específicos y permiten que la irracionalidad reine en sus asuntos sociales y cosmogónicos. Cuando elegimos la forma con que interpretamos el mundo, racionalista o irracionalista, estamos ante una decisión de índole moral porque está relacionado con el reconocimiento o la negación de que lo que une a los seres humanos, lo que los identifica como tales y el último de sus derechos es la razón y la potestad de cada uno a ser escuchado y a que sus razones sean tomadas en cuenta como juicios razonables y que lo más parecido a la verdad sea el conjunto de los juicios aceptados como válidos por toda la sociedad surgidos del intercambio social de razonamientos, además de someterlos constantemente a pruebas cada vez más rigurosas, siempre a la espera de una cercana refutación empírica, sin importar la fuente del juicio, ni existencia de autoridad alguna que pudiera evitar ninguna prueba a la que alguien quisiera someter a cualquier teoría en cualquier momento. Es el método de la comunidad científica en donde cualquiera puede presentar un paper o un cuestionamiento y nadie presume suficiente autoridad como para estar más allá de cualquier refutación, por el contrario, se incentiva y se busca la prueba empírica. Justamente un ejemplo opuesto que está generando perspicacias dentro de la misma comunidad científica por esta cuestión, es el caso de la llamada Teoría de Cuerdas que intenta desde hace algunas décadas explicar el campo gravitatorio en tamaños cuánticos y que aun no es falsable a pesar del tiempo transcurrido y por ese camino se está convirtiendo con el tiempo en algo más parecido a un círculo iniciático que a un método científico, aproximándose a las seudociencias de los irracionalismos, a pesar de haber nacido dentro de la propia comunidad científica y de tocar temas tan avanzados como la física cuántica. La forma de interpretar al mundo no hace a la moral, es la moral la que hace a la forma de interpretar al mundo y el racionalismo es la epistemología que mejor se lleva con los derechos humanos universales de libertad e igualdad que pregona el humanismo, porque confía en el hombre, a diferencia de los irracionalismos que confían solo en la razón de su círculo de iniciados, es decir que en última instancia no confían ni nunca confiaron en la razón universal del hombre. Las formas irracionales de pensar los temas sociales, es decir los sociologismos y psicologismos, que incluyen a todas las formas de delegación de la propia responsabilidad, de división entre elegidos y herejes y de rechazar a la razón: historismos, historicismos, esencialismos, conspiracionismos, relativismos y cientificismos, en toda época han habilitado la existencia incluso fortalecido círculos iniciáticos de lenguajes oraculares con la potestad sobre la vida de otras personas, con autoridad legal suficiente para dictar veredictos irrefutables apoyados en sus métodos irracionales autorizados para ajusticiar herejes que se niegan a profesar la religión establecida, para decirlo en términos modernos: para ajusticiar sin ajustarse a derecho. Cada época ha tenido su Torquemada. El cristianismo desde la Inquisición en adelante, el islamismo, el psicoanálisis, cuyas diferencias esenciales radican en una cuestión de honorarios, han dejado su tendal de hogueras. Es el caso de esos siniestros círculos de psicólogos, abogados y jueces católicos de la recoleta porteña abocados con absoluta impunidad a quemar herejes, quedarse con sus bienes y con sus hijos, demostrando con su éxito, de acuerdo a su propia moral positivista, su razón. Y aunque no fuera la principal o única motivación para elegir entre el racionalismo y el irracionalismo, dejando de lado su peso propio la cuestión moral no es la única por la que el racionalismo es preferible, el otro motivo es más evidente, tiene que ver con las mejoras que logra respecto al conocimiento y a la vida social, basta con ver hasta dónde ha llegado la física teórica, por ejemplo puede hacer pruebas empíricas en un rango de aproximadamente 50 órdenes de magnitud desde lo infinitesimal del orden de 10exp-27 hasta las distancias astronómicas de 10exp26 y plantear y demostrar empíricamente teorías que contradicen hasta lo increíble a nuestros sentidos, a pesar de la irreverencia con que el intelectualismo pretende ignorarla aduciendo que son meros avances tecnológicos que no tocan a las esencias, como si fuera más razonable creer y sentarse a esperar esencias, en lugar de reconocer la humildad, humanidad y publicidad con que administra y avanza en su conocimiento, en contraposición con el estancamiento general de las sociologías iniciáticas, en su búsqueda de autoconfirmación en lugar de refutación, por su elogio del poder, sus utopismos totalitarios y sociologismos irracionales perseverando con una tradición mística anacrónica sumado al moderno tributo al poder y el desdén por la razón, a partir de Hegel, irradiado desde los modernos círculos donde siempre encuentran un lugar para reencarnarse los románticos sueños inquisitoriales y biologicistas de los iluminados como los mencionados círculos psicologistas católicos recoletos. Aunque evidentemente el despotismo y desprecio por la razón de las utopías racistas platónicas y hegelianas, no es el mismo irracionalismo del marxismo y ciertos cristianismos cuyas intenciones han sido de libertad y de igualdad y que por tanto irracionalismo no implica siempre, al menos en intenciones, antihumanitarismo, ni se puede demonizar ni mucho menos los sentimientos, los enemigos de la razón, con o sin intenciones, han sido siempre los mayores enemigos de la igualdad y la libertad, aunque no hay una naturaleza humana ni algo así como un progreso, nadie puede negar seriamente sin chocarse de frente con su realidad cotidiana, que el hombre ha avanzado en el conocimiento del mundo que lo rodea en las sociedades abiertas democráticas, es decir basadas en la razón humana universal y donde los gobernantes pueden ser quitados por los gobernados sin necesidad de recurrir a la violencia y que han sido los espacios donde más ha podido el hombre acceder a recursos para resolver sus contingencias para desarrollarse y manifestarse, sociedades donde el estado no interviene para dar felicidad, interviene en la regulación del poder físico, económico y político, para evitar la paradoja de la libertad infinita, única forma de asegurar la libertad de seres diferentes con iguales derechos a la libre autorrealización, al menos para los humanistas, quizá una esperanza sea que la física avance con su método basado en la razón lo suficiente para desentrañar los misterios de la mente humana que ayude a comprender que lo único que ha dado frutos al hombre es el desplazamiento gradual de un humanismo universal basado en pensamiento crítico y con esta comprensión que los enemigos de la razón no tengan lugar para seguir encendiendo hogueras ni sostener el crimen internacional organizado en sus formas colonialista, cipayista, imperialista, totalitarista, supremacista o nacionalista, todas utopías totalitarias sostenidas en creencias irracionales.
Los chicos nacen grandes críticos, no es fácil satisfacer sus demandas de conocimiento, pero si a cada pregunta la respuesta es “porque Jesús así lo quiso”, después de un tiempo se cansarán de preguntar, ya no preguntarán más nada. El racionalista no tiene un problema personal con Jesús, el asunto es que no lo tiene a mano para preguntarle. Ese chico cuando estudie recibirá el conocimiento sin cuestionarse, no será difícil normalizarlo. Cuando vaya a la Universidad y estudie una carrera dogmática, ya sabrá que lo que no le cierra porque no está lo suficientemente probado, es así porque Jesús así lo quiso, o porque papá así lo quiere, o porque la Sociedad así lo quiere o porque el director de la Universidad así lo quiere, o porque ese venerado filósofo ya lo dijo, o porque lo dicen en los medios, o porque lo dice la OMS, el partido político, el líder político, un superior, la estrella de rock favorita o una revista de divulgación científica, su raza, su utopía irracional, lo dicen en las redes, lo dice la mayoría, lo dice mi grupo, lo exige mi grupo, da igual, en ese hombre, la razón ha muerto. Si fuera un problema personal con Dios sería más fácil resolverlo, lamentablemente es una actitud, una inclinación con la que nace el hombre, la curiosidad del homo crítico que es aplanada por la educación, el brillo de aquellas preguntas habrá sido apagado por la impotencia de esa silenciosa sumisión para siempre. Así vemos esa masa de científicos habituados a refutar complicadas teorías en sus ámbitos, que no se les cae un planteo racional en cuanto a asuntos sociales o cosmogónicos ni bien cuelgan el guardapolvo. El traspaso de la autoridad divina a la autoridad intelectual fue directo, no necesitó ningún tipo de normalización adicional, por eso la facilidad con que pulularon los sociologismos y psicologismos, el irracionalismo contemporáneo abraza al poder, lo elogia, como parte del propio conocimiento, el poder hace a la verdad declara el postitivismo, el irracionalismo del monasterio se traslada sin modificaciones al círculo de psicólogos, círculos de abogados y jueces ortodoxos. Precisamente el lugar donde debería reinar la razón más que en cualquier otro lugar, la Justicia, a donde no tiene que llegar el irracionalismo militar, policial, religioso, positivista, seudocientífico. Pero es difícil para una persona que fue educada para no cuestionar, plantarse frente al irracionalismo, discernir, ser autocrítico, creer en la crítica, profesar la crítica con fe. El pensamiento irracional, indispensable para el imperio, la guerra, las bestias, la sociedad colectiva que asocia altruismo a colectivismo, que promete al hombre individual más de lo que la realidad puede ofrecer para que ceda por completo su individualidad al colectivo, nación, raza o estado, como no puede cumplir necesita dar una respuesta mágica, irracional, acusar a los rebeldes que se niegan a someterse de responsables de no poder satisfacer las promesas utópicas de un destino romántico de gloria. Es decir que tergiversa la realidad humana que no es ni ese destino de gloria prometido ni la absorción individual completa por parte de una propuesta holística, distorsionando la apreciación del hombre que se para desde pequeño frente al mundo para escrutarlo. Las sociedades de masa no permiten el cuidado que Sócrates tenía por sus discípulos a quienes les pedía que cuidaran de él porque sabía que en realidad lo que hacía con eso era cuidarlos a ellos, cuidar de su espíritu. En la actualidad, en la modalidad actual de enseñanza, a lo mejor que puede aspirar un maestro ya que no elije a sus discípulos ni es elegido por ellos, por lo general no hay una amistad, es a procurarles los recursos para su desarrollo sin intervenir demasiado en sus espíritus. Similar a lo que al estado le corresponde garantizar a los ciudadanos, no es la felicidad lo que corresponde procurar, sino los recursos, el hombre tiene que buscar su propia manera de satisfacer su espiritualidad en libertad, no hay una forma, el estado solo tiene que intervenir ahí donde la libertad pretenda ser infinita. La naturalización desde la educación del pensamiento social irracional es la forma más antigua de dominación y el peor enemigo de la sociedad libre, humanista, que abraza al hombre como hombre con capacidad para razonar
Utopías totalitarias, nacionalismo y maltrato infantil
El precio a pagar por vivir en una región dominada por el racismo acomplejado de insalvables sentimientos de inferioridad criado en una ética de la castración, es perseverar en el absurdo, tonto y peligroso nacionalismo importado de aquella atrasada Prusia hegeliana de Guillermo Federico, donde un estafador intelectual, Hegel, agente del poder oficial prusiano, racista, totalitarista, heracliteano-platónico-aristotélico sin aportar una coma de conocimiento verdadero ni original, tomando todo prestado y desvirtuado para su oficina estatal, recrea esa estafa a la razón que es el nacionalismo, reconocido por el estado prusiano y ese su filósofo favorito y encargado de la escuela de filosofía estatal. Es también tener que convivir con esa sed vindicativa institucionalizada localmente de nacionalismo racista y su mentira justificada por su guía filosofal traída de una región lejana en el espacio y en el tiempo llamativamente aun localmente reivindicada.
Monumento al fraude a la razón autojustificado en que la razón debe estar al servicio del poder oficial, desde una ética historicista de utopía totalitaria, inevitablemente biologicista para mantener infranqueable el muro que separa la minoritaria clase gobernante, de otra forma el muro es vulnerable como lo veía Platón en su agudo análisis sociológico de Esparta y sus dificultades para mantenerse pura frente al imperio de la democracia ateniense. El individuo solo vale para servir a la bella verdad del romántico poder y dialéctica actividad que en absurdo mayúsculo iguala verdad a realidad y lo presenta como la nueva lógica que viene a liberar la razón de los límites kantianos y del principio de no contradicción. Identidad Esencial que necesita la contradicción para actualizarse, que convive con ella, irresoluta, el fin del pensamiento, de qué vale pensar si lo que es, es la única verdad con todas sus contradiccies. Idea esencial platónica en potencia aristotélica desplegada sucesivamente en su arrojado destino hasta su desarrollo final. Lógica tan seductora para nostálgicos reaccionarios utópicos estéticos y para idealistas populares desamparados y distraidos como peligrosa, pues lo verdadero de ayer puede ser falso hoy y todo acto de hoy es verdadero hoy por el solo hecho de manifestarse en el acto del Espíritu de la Nación que es el Soberano, Guillermo Federico de Prusia, cuyo realizarse, esencialmente bueno para la raza, crea verdad mientras escribe la Historia de la Humanidad, libro abierto a la vez único juez, quién más podría juzgar al que crea la verdad en acto, incapaz de manifestarse en su Personalidad Verdadera salvo en la guerra, necesitado de un conjunto de soberanos similares con quienes realizarse, es decir guerrear, y alcanzar la verdad, es decir la victoria pues la victoria hace a la verdad que será para la raza triunfadora, nos explica Hegel y su lista de filósofos racistas y fieles seguidores.
He aquí al reaccionario moderno en su resucitado intento heracliteano y platónico de detener el cambio de la ola democrática, recurriendo al nacionalismo sin ninguna originalidad, pues la misma idea de pueblo-raza superior está en La República y Las Leyes de Platón contraponiendo griegos y bárbaros y el esencialismo de las Ideas platónicas invertidas con la visión de causa final aristotélica, la Esencia no degenera, sino que evoluciona hacia su heroico destino. Y el mismo planteo holístico de justicia, belleza, sabiduría y verdad totalizada en el Estado, lo justo es justo si es justo para el Estado, lo bueno es bueno si es bueno para el Estado, etc, el individuo puede padecer los peores infortunios si es para el bien del Estado, etc. La verdad es importante solo para el individuo, pero no para el Estado, el individuo debe respetar la verdad, no así el Estado ni su clase gobernante que precisamente son los sabios. Para Platón el filósofo era un sabio, al contrario que para su maestro Sócrates para quien un filósofo era alquien que sabía lo poco que sabía y que sabía que la única herramienta con que contaba para saber algo más era la crítica. Una teoría para los nostálgicos reaccionarios que como en la Atenas de Pericles no encontraban freno racional ante el renovado avance del hombre crítico a partir de 1789. Para peor había pasado Kant para recuperar la confianza en la razón y la libertad, por suerte ya no estaba vivo para refutar las graves distorsiones sobre su teoría que lo desfiguraron en el supuesto creador de ese Idealismo al que siempre temió y criticó, incluso sospechando lo que vendría se adelantó a desvincularse de su ex discípulo Fletcher, otro oportunista hegeliano. Posiblemente haciendo caso a la máxima “en lugar de gastar energías enfrentando los sentimientos populares, usalos en tu provecho” sumaba al movimiento reaccionario, el movimiento popular que veía desesperanzado con envidia como los acontecimientos libertarios en Francia e Inglaterra después de doce siglos de cristianismo totalitario, crecían como en la democracia de Pericles y Sócrates veinte siglos antes. Esto podría explicar el éxito de un charlatán que justificó en su estilo charlatanezco que la filosofía estuviera al servicio del poder del Estado, es decir que fuera una charlatanería, a falta de toda argumentación, de extensas explicaciones oraculares y circulares. Ni a reaccionarios ni a desesperanzados importaba la verdad, importaba la dulce, iniciática idea de ser algo, formando parte de algo mayor, importante, qué podría ser más atractivo que pasar de la nada a ser el centro de la escena en el escenario del mundo que con insoportablemente largas y rebuscadas explicaciones sinsentido argumentaba irrefutable el principal de los filósofos. La peligrosa utopía totalitarista de Platón, aristócrata desesperado descendiente del último rey griego, Critio, que plantea con mil rodeos, seguramente reconociendo inconscientemente que mentía, una supuesta justificación racional para recuperar la pureza racial con matanzas como única forma de mantener incorrupta y a salvo de las tentaciones mundanas y de la degeneración del cambio, a la clase gobernante, su clase, necesaria ésta para sostener un holismo centrado en la figura del Estado, única forma de que todos los ciudadanos reciban justicia platónica, es decir reciban lo que les corresponde de acuerdo a su clase, si es clase gobernante todos los favores necesarios para gobernar, si es clase artesana o esclavo, la seguridad de que nadie le quitará el derecho a permanecer en esa clase para siempre, teoría rescatada de entre los muertos y pintada sin disimulo con los colores de la razón y de la libertad, pero, y dando el ejemplo quizá de su propia dialéctica de los opuestos, rechazando rotundamente en su antítesis la razón y la libertad que tan positivamente habían sido presentadas en su tesis inicial. Charlatán agente de un monarca de una región que había sido invadida por Napoleón, que había logrado algunos éxitos militares y que debía unificar, sin universidades, la primera la crea Napoleón al invadir y anexar, acomplejada frente a una Inglaterra en ese entonces reina de los mares y de la ciencia, una sociedad con necesidad de sentirse parte de algo mayor. Los intentos de libertad siempre han tenido desde Heráclito y Platón su bella reacción utópica que añora el inmóvil e incorrupto colectivismo de castas, he aquí el moderno nacionalismo racista hegeliano que reina hoy y define a los Estados Modernos, al menos en las regiones más oscuras, farsa intelectual peligrosa por su evidente objetivo como agente de un emperador, por su absurdo, su éxito y sus efectos.
He aquí cómo describe Schopenhauer este período romántico de la filosofía oracular que él llamó «edad de la deshonestidad»
«El sentido de la honestidad, ese sentido de empresa y de indagación que impregna las obras de todos los filósofos anteriores, falta aquí por completo. Cada página es testimonio de que estos pretendidos filósofos no se proponen enseñar sino hechizar al lector»
El éxito de Hegel marcó el comienzo de la «edad de la deshonestidad», como llamó Schopenhauer al período del idealismo alemán y de la «edad de la irresponsabilidad» como caracteriza K. Heiden la edad del moderno totalitarismo, primero de irresponsabilidad intelectual y más tarde como consecuencia de irresponsabilidad moral: el comienzo de una nueva edad controlada por la magia de las palabras altisonantes y el irresistible poder de la jerigonza.
El mejor testigo fue Schopenhauer, idealista platónico él mismo y conservador, si no reaccionario, pero hombre de suprema integridad al que le preocupaba la verdad ante todo. Su competencia como juez en asuntos filosóficos no puede ponerse en tela de juicio. Por lo menos, hubiera sido difícil encontrar en su tiempo quien lo superase. Schopenhauer, que tuvo el placer de conocer a Hegel personalmente y que sugirió el uso de las palabras de Shakespeare —«esa charla de locos que sólo viene de la lengua y no del cerebro»— para definir la filosofía de Hegel, trazó el siguiente cuadro, excelente en verdad, del maestro:
«Hegel, impuesto desde arriba por el poder circunstancial con carácter de Gran Filósofo oficial, era un charlatán de estrechas miras, insípido, nauseabundo e ignorante, que alcanzó el pináculo de la audacia garabateando e inventando las mistificaciones más absurdas. Toda esta tontería ha sido calificada ruidosamente de sabiduría inmortal por los secuaces mercenarios, y gustosamente aceptada como tal por todos los necios, que unieron así sus voces en un perfecto coro laudatorio como nunca antes se había escuchado. El extenso campo de influencia espiritual con que Hegel fue dotado por aquellos que se hallaban en el poder, le permitió llevar a cabo la corrupción intelectual de toda una generación».
Así describe Schopenhauer el juego político del hegelianismo: «La filosofía, jerarquizada nuevamente por Kant… no tardó en convertirse en una herramienta al servicio de toda clase de intereses: por arriba, los intereses estatales, y por debajo, los intereses personales… Las fuerzas impulsoras de este movimiento no son, en oposición a todos estos aires y afirmaciones solemnes, ideales, sino que vienen a llenar fines perfectamente concretos, esto es, personales, oficiales, clericales, políticos, etc.; en suma: toda suerte de intereses materiales… Los intereses partidarios agitan vehementemente las plumas de innumerables amantes puros de la sabiduría… Por cierto que es la verdad lo que menos les preocupa… La filosofía es desvirtuada por parte del Estado, porque se la utiliza como herramienta, y por la otra, porque se la emplea para obtener provecho… ¿Quién puede creer realmente que de este modo salga alguna vez a la luz la verdad, aunque no sea más que como subproducto?… Los gobiernos convierten la filosofía en un medio para servir los intereses estatales y las personas hacen de ella una mercancía..»..
«La filosofía es desvirtuada, por parte del Estado, porque la utiliza como herramienta, y por la otra, porque se la emplea para obtener provecho personal. ¿Quién puede creer realmente que de este modo salga alguna vez a la luz la verdad, aunque no sea más que como subproducto?».
Y finalmente el consejo de Schopenhauer al preceptor dehonesto «Si alguna vez os proponéis abotagar el ingenio de un joven y anular su cerebro para cualquier tipo de pensamiento, entonces no podríais hacer nada mejor que darle a leer a Hegel. En efecto, estos monstruosos cúmulos de palabras que se anulan y contradicen entre sí hacen atormentarse a la mente, que procura vanamente encontrarles algún sentido, hasta que finalmente se rinde de puro exhausta. De este modo, queda tan acabadamente destruida toda facultad de pensar que el joven termina por tomar por verdad profunda una verbosidad vacía y hueca. El tutor que tema que su pupilo se torne demasiado inteligente para sus proyectos, podría, pues, evitar esta desgracia, sugiriéndole inocentemente la lectura de Hegel».
Y para no ser menos, el buen alumno Heidegger escribía en 1933 «La Voluntad de Esencia de la Universidad alemana es una Voluntad de Ciencia; es una Voluntad de misión histórico-espiritual de la Nación Alemana, como Nación que se experimenta a sí misma en su Estado. La Ciencia y el Destino Germano deben alcanzar el Poder, especialmente en la Voluntad esencial»
El intento infructuoso de Platón practicado en sus monarquías amigas de mentir para ponerle un freno a la razón crítica, esta vez logrado. El descomunal esfuerzo kantiano de recuperarla de las extremos especulativos y su colosal trabajo para asentarla en terreno firme, aplastado.
Un agencia estatal de filosofía con licencia para mentir que inventa el nacionalismo, o más bien lo rescata de los cajones platónicos, Hegel y el idealismo alemán, al poner la razón al servicio del poder y sus intereses personales, la destruyeron. Así fue que quedó confinada prácticamente al dominio de la Física.
Monumento al fraude a la razón autojustificado en que la razón debe estar al servicio del poder oficial, desde una ética historicista de utopía totalitaria, inevitablemente biologicista para mantener infranqueable el muro que separa la minoritaria clase gobernante, de otra forma el muro es vulnerable como lo veía Platón en su agudo análisis sociológico de Esparta y sus dificultades para mantenerse pura frente al imperio de la democracia ateniense. El individuo solo vale para servir a la bella verdad del romántico poder y dialéctica actividad que en absurdo mayúsculo iguala verdad a realidad y lo presenta como la nueva lógica que viene a liberar la razón de los límites kantianos y del principio de no contradicción. Identidad Esencial que necesita la contradicción para actualizarse, que convive con ella, irresoluta, el fin del pensamiento, de qué vale pensar si lo que es, es la única verdad con todas sus contradiccies. Idea esencial platónica en potencia aristotélica desplegada sucesivamente en su arrojado destino hasta su desarrollo final. Lógica tan seductora para nostálgicos reaccionarios utópicos estéticos y para idealistas populares desamparados y distraidos como peligrosa, pues lo verdadero de ayer puede ser falso hoy y todo acto de hoy es verdadero hoy por el solo hecho de manifestarse en el acto del Espíritu de la Nación que es el Soberano, Guillermo Federico de Prusia, cuyo realizarse, esencialmente bueno para la raza, crea verdad mientras escribe la Historia de la Humanidad, libro abierto a la vez único juez, quién más podría juzgar al que crea la verdad en acto, incapaz de manifestarse en su Personalidad Verdadera salvo en la guerra, necesitado de un conjunto de soberanos similares con quienes realizarse, es decir guerrear, y alcanzar la verdad, es decir la victoria pues la victoria hace a la verdad que será para la raza triunfadora, nos explica Hegel y su lista de filósofos racistas y fieles seguidores.
He aquí al reaccionario moderno en su resucitado intento heracliteano y platónico de detener el cambio de la ola democrática, recurriendo al nacionalismo sin ninguna originalidad, pues la misma idea de pueblo-raza superior está en La República y Las Leyes de Platón contraponiendo griegos y bárbaros y el esencialismo de las Ideas platónicas invertidas con la visión de causa final aristotélica, la Esencia no degenera, sino que evoluciona hacia su heroico destino. Y el mismo planteo holístico de justicia, belleza, sabiduría y verdad totalizada en el Estado, lo justo es justo si es justo para el Estado, lo bueno es bueno si es bueno para el Estado, etc, el individuo puede padecer los peores infortunios si es para el bien del Estado, etc. La verdad es importante solo para el individuo, pero no para el Estado, el individuo debe respetar la verdad, no así el Estado ni su clase gobernante que precisamente son los sabios. Para Platón el filósofo era un sabio, al contrario que para su maestro Sócrates para quien un filósofo era alquien que sabía lo poco que sabía y que sabía que la única herramienta con que contaba para saber algo más era la crítica. Una teoría para los nostálgicos reaccionarios que como en la Atenas de Pericles no encontraban freno racional ante el renovado avance del hombre crítico a partir de 1789. Para peor había pasado Kant para recuperar la confianza en la razón y la libertad, por suerte ya no estaba vivo para refutar las graves distorsiones sobre su teoría que lo desfiguraron en el supuesto creador de ese Idealismo al que siempre temió y criticó, incluso sospechando lo que vendría se adelantó a desvincularse de su ex discípulo Fletcher, otro oportunista hegeliano. Posiblemente haciendo caso a la máxima “en lugar de gastar energías enfrentando los sentimientos populares, usalos en tu provecho” sumaba al movimiento reaccionario, el movimiento popular que veía desesperanzado con envidia como los acontecimientos libertarios en Francia e Inglaterra después de doce siglos de cristianismo totalitario, crecían como en la democracia de Pericles y Sócrates veinte siglos antes. Esto podría explicar el éxito de un charlatán que justificó en su estilo charlatanezco que la filosofía estuviera al servicio del poder del Estado, es decir que fuera una charlatanería, a falta de toda argumentación, de extensas explicaciones oraculares y circulares. Ni a reaccionarios ni a desesperanzados importaba la verdad, importaba la dulce, iniciática idea de ser algo, formando parte de algo mayor, importante, qué podría ser más atractivo que pasar de la nada a ser el centro de la escena en el escenario del mundo que con insoportablemente largas y rebuscadas explicaciones sinsentido argumentaba irrefutable el principal de los filósofos. La peligrosa utopía totalitarista de Platón, aristócrata desesperado descendiente del último rey griego, Critio, que plantea con mil rodeos, seguramente reconociendo inconscientemente que mentía, una supuesta justificación racional para recuperar la pureza racial con matanzas como única forma de mantener incorrupta y a salvo de las tentaciones mundanas y de la degeneración del cambio, a la clase gobernante, su clase, necesaria ésta para sostener un holismo centrado en la figura del Estado, única forma de que todos los ciudadanos reciban justicia platónica, es decir reciban lo que les corresponde de acuerdo a su clase, si es clase gobernante todos los favores necesarios para gobernar, si es clase artesana o esclavo, la seguridad de que nadie le quitará el derecho a permanecer en esa clase para siempre, teoría rescatada de entre los muertos y pintada sin disimulo con los colores de la razón y de la libertad, pero, y dando el ejemplo quizá de su propia dialéctica de los opuestos, rechazando rotundamente en su antítesis la razón y la libertad que tan positivamente habían sido presentadas en su tesis inicial. Charlatán agente de un monarca de una región que había sido invadida por Napoleón, que había logrado algunos éxitos militares y que debía unificar, sin universidades, la primera la crea Napoleón al invadir y anexar, acomplejada frente a una Inglaterra en ese entonces reina de los mares y de la ciencia, una sociedad con necesidad de sentirse parte de algo mayor. Los intentos de libertad siempre han tenido desde Heráclito y Platón su bella reacción utópica que añora el inmóvil e incorrupto colectivismo de castas, he aquí el moderno nacionalismo racista hegeliano que reina hoy y define a los Estados Modernos, al menos en las regiones más oscuras, farsa intelectual peligrosa por su evidente objetivo como agente de un emperador, por su absurdo, su éxito y sus efectos.
He aquí cómo describe Schopenhauer este período romántico de la filosofía oracular que él llamó «edad de la deshonestidad»
«El sentido de la honestidad, ese sentido de empresa y de indagación que impregna las obras de todos los filósofos anteriores, falta aquí por completo. Cada página es testimonio de que estos pretendidos filósofos no se proponen enseñar sino hechizar al lector»
El éxito de Hegel marcó el comienzo de la «edad de la deshonestidad», como llamó Schopenhauer al período del idealismo alemán y de la «edad de la irresponsabilidad» como caracteriza K. Heiden la edad del moderno totalitarismo, primero de irresponsabilidad intelectual y más tarde como consecuencia de irresponsabilidad moral: el comienzo de una nueva edad controlada por la magia de las palabras altisonantes y el irresistible poder de la jerigonza.
El mejor testigo fue Schopenhauer, idealista platónico él mismo y conservador, si no reaccionario, pero hombre de suprema integridad al que le preocupaba la verdad ante todo. Su competencia como juez en asuntos filosóficos no puede ponerse en tela de juicio. Por lo menos, hubiera sido difícil encontrar en su tiempo quien lo superase. Schopenhauer, que tuvo el placer de conocer a Hegel personalmente y que sugirió el uso de las palabras de Shakespeare —«esa charla de locos que sólo viene de la lengua y no del cerebro»— para definir la filosofía de Hegel, trazó el siguiente cuadro, excelente en verdad, del maestro:
«Hegel, impuesto desde arriba por el poder circunstancial con carácter de Gran Filósofo oficial, era un charlatán de estrechas miras, insípido, nauseabundo e ignorante, que alcanzó el pináculo de la audacia garabateando e inventando las mistificaciones más absurdas. Toda esta tontería ha sido calificada ruidosamente de sabiduría inmortal por los secuaces mercenarios, y gustosamente aceptada como tal por todos los necios, que unieron así sus voces en un perfecto coro laudatorio como nunca antes se había escuchado. El extenso campo de influencia espiritual con que Hegel fue dotado por aquellos que se hallaban en el poder, le permitió llevar a cabo la corrupción intelectual de toda una generación».
Así describe Schopenhauer el juego político del hegelianismo: «La filosofía, jerarquizada nuevamente por Kant… no tardó en convertirse en una herramienta al servicio de toda clase de intereses: por arriba, los intereses estatales, y por debajo, los intereses personales… Las fuerzas impulsoras de este movimiento no son, en oposición a todos estos aires y afirmaciones solemnes, ideales, sino que vienen a llenar fines perfectamente concretos, esto es, personales, oficiales, clericales, políticos, etc.; en suma: toda suerte de intereses materiales… Los intereses partidarios agitan vehementemente las plumas de innumerables amantes puros de la sabiduría… Por cierto que es la verdad lo que menos les preocupa… La filosofía es desvirtuada por parte del Estado, porque se la utiliza como herramienta, y por la otra, porque se la emplea para obtener provecho… ¿Quién puede creer realmente que de este modo salga alguna vez a la luz la verdad, aunque no sea más que como subproducto?… Los gobiernos convierten la filosofía en un medio para servir los intereses estatales y las personas hacen de ella una mercancía..»..
«La filosofía es desvirtuada, por parte del Estado, porque la utiliza como herramienta, y por la otra, porque se la emplea para obtener provecho personal. ¿Quién puede creer realmente que de este modo salga alguna vez a la luz la verdad, aunque no sea más que como subproducto?».
Y finalmente el consejo de Schopenhauer al preceptor dehonesto «Si alguna vez os proponéis abotagar el ingenio de un joven y anular su cerebro para cualquier tipo de pensamiento, entonces no podríais hacer nada mejor que darle a leer a Hegel. En efecto, estos monstruosos cúmulos de palabras que se anulan y contradicen entre sí hacen atormentarse a la mente, que procura vanamente encontrarles algún sentido, hasta que finalmente se rinde de puro exhausta. De este modo, queda tan acabadamente destruida toda facultad de pensar que el joven termina por tomar por verdad profunda una verbosidad vacía y hueca. El tutor que tema que su pupilo se torne demasiado inteligente para sus proyectos, podría, pues, evitar esta desgracia, sugiriéndole inocentemente la lectura de Hegel».
Y para no ser menos, el buen alumno Heidegger escribía en 1933 «La Voluntad de Esencia de la Universidad alemana es una Voluntad de Ciencia; es una Voluntad de misión histórico-espiritual de la Nación Alemana, como Nación que se experimenta a sí misma en su Estado. La Ciencia y el Destino Germano deben alcanzar el Poder, especialmente en la Voluntad esencial»
El intento infructuoso de Platón practicado en sus monarquías amigas de mentir para ponerle un freno a la razón crítica, esta vez logrado. El descomunal esfuerzo kantiano de recuperarla de las extremos especulativos y su colosal trabajo para asentarla en terreno firme, aplastado.
Un agencia estatal de filosofía con licencia para mentir que inventa el nacionalismo, o más bien lo rescata de los cajones platónicos, Hegel y el idealismo alemán, al poner la razón al servicio del poder y sus intereses personales, la destruyeron. Así fue que quedó confinada prácticamente al dominio de la Física.
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