Una historia de jugar con fuego

Se banaliza la cuestión de los prejuicios, y en ello se nos ha ido siempre la humanidad. Cuando Sócrates decía "sólo sé que no sé nada", no había humildad en sus palabras, sino orgullo, lo que estaba diciendo es "yo sé que no sé nada, pero vos, vos sabés mal". Cuando Sanchez y Descartes dicen algo así como "el sentido común (ahora diríamos, la capacidad de razonar y arribar a la verdad, ya que sentido común tiene hoy otro significado: opinión pública, conciencia social, sentido colectivo) es la capacidad mejor distribuida y abundante pues nadie considera que le falta" en su ironía está diciendo que todos creemos reunir las mejores condiciones para llegar a la verdad, porque nos sentimos cómodos razonando, pero no es lo mismo razonar y sonar razonable que tener razón, ya que para lo segundo hay que contar con un método adecuado basado en un espíritu crítico. Prueba de ello decía, es la enorme variabilidad de opiniones distintas entre culturas y zonas geográficas o en la misma cultura y aun en las mismas personas a lo largo del tiempo incluso sobre los mismos asuntos. En esos tiempos no se conocía la existencia de los prejuicios como se los conoce actualmente, cierta forma de proposiciones axiomáticas que se establecen en la amígdala cerebral en etapas tempranas prelógicas en entornos emotivos como una mesa familiar y dispuestos a derribar cualquier realidad que los ponga en contradicción. Las hegemonías, en occidente el capitalismo y el cristianismo, o el capitalismo cristiano, para constituirse como tales han debido contruir desde la educación, mentalidades sobre prejuicios que representen sus intereses, de forma tal que más tarde a los medios de comunicación les alcance con recrear ambientes lógicamente consistentes, para que se activen, rechazando, inesperadamente para un expectador, cualquier cosa que se aparezca amenazador para dicha consistencia. Por ello y porque los prejuicios son imborrables, en que no juguemos más con ellos, se juega la vida cotidiana, se juegan las vidas individuales y se juega el futuro de la humanidad.

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