El origen del racionalismo crítico

El origen del pensamiento racional crìtico 

Ahora sabemos que nuestro cerebro es un dispositivo distribuido, modular, con millones de módulos especializados funcionando en simultáneo y descentralizado. Necesitó un despliegue modular para la sofisticación de sus actividades que iba camino a alcanzar. Si la interconexión no estuviera mediada por módulos y todas las neuronas estuvieran entrelazadas entre sí, portaríamos una cabeza de 10 km de diámetro, costosa e incómoda para trasladar.  La construcción del módulo es hereditaria: venimos al mundo prefabricados, genéticamente condicionados en nuestro comportamiento e inclinaciones, contamos con un sinnúmero de capacidades innatas. Nacer con piloto automático incorporado hace mucho más que facilitarnos la vida. Un deslizamiento serpenteante en el pasto nos hará saltar hacia atrás aun sin haber visto jamás una serpiente; tenemos incorporada una tendencia a adquirir el miedo por las víboras, pero sería una ardua tarea enseñarnos a odiar a una flor; respiración autónoma; miedo, dolor y movimientos reflejos ante eventos que nuestros ancestros hubieran considerado amenazas; sofisticados módulos visuales que acomodan el color de una fruta comestible de acuerdo al fondo para identificarla. Nuestros módulos innatos son nuestros ancestros velando por nosotros. 

No todo es hardware. Reaccionar a experiencias es activar neuronas que quedarán soldadas y se activarán frente a una experiencia similar. Así, memorizando reacciones aprendemos a reaccionar frente a experiencias similares. La repetición de una actividad refuerza el cableado y regenera sectores dañados. Son módulos no intercambiables con sus neuronas y sus cableados diferenciados, con órdenes genéticas de seguir patrones químicos y conductuales específicos para su interconexión.

Algunas actividades incluyen una parte genética y otra adquirida, como es el caso del lenguaje. Venimos con lo necesario para adquirir una lengua. Huesos y músculos adaptados; módulos para transmitir y descifrar vibraciones, una tendencia innata a producir sonidos y a reparar en los sonidos emitidos por otros. Pero no traemos ninguna lengua determinada. Aunque traemos una inclinación innata a aprender una lengua, necesitamos adquirirla. 


No existe algo así como la unidad de medida universal de procesamiento neural o neurona universal, ni puede considerarse seriamente una anatomía comparada de sectores cerebrales equivalentes entre distintas especies. La diferencia entre los sistemas nerviosos de las especies no es de orden cuantitativo, es de orden cualitativo. Neuronas con comportamiento único y módulos con funcionalidades propias de cada especie. Esta diferencia de orden cualitativo es enorme en el caso del hombre. La más notable es un intérprete capaz de hacer juicios. Todos los animales pueden expresarse y comunicarse, la abeja indica con su baile la dirección geográfica del lugar hallado, a su enjambre. El hombre además puede describir, argumentar sobre una descripción y argumentar sobre una argumentación. La capacidad de crítica argumentativa es necesaria para que la argumentación tenga sentido. El hombre puede argumentar. 


Lo más parecido en el cerebro humano a nuestra noción de conciencia-de es el intérprete lógico-témporo causal en el hemisferio izquierdo. Es el tejedor de la narrativa que nos narramos a nosotros mismos de nuestras propias experiencias. Lo curioso es que frente a errores y lagunas que estima que nos van a resultar contradictorias, altera los hechos para que el relato nos resulte satisfactorio a nuestra expectativa lógico-témporo causal. Más que un alumno obediente se parece a un adolescente despreocupado sin demasiado pudor para dibujarnos una historia convincente, que viviremos como cierta porque estamos limitados para construir mundos más allá de nuestro cerebro. Por ejemplo, si está dañado el sector del cerebro correspondiente a la mano izquierda, nuestro cerebro no notará ninguna ausencia, y en este caso nuestro concepto mental de nuestra propia completitud corporal consistirá en tener una sola mano. Y si alguien nos preguntase a quién pertenece esa mano izquierda que cuelga de nosotros, hilaremos una historia, diremos que no sabemos, que “es la mano de otro”. O nos asombraremos y preguntaremos a la vez “de quién es esa mano”. Nuestro relato tendrá datos falsos a la vista de nuestro interlocutor, pero verdaderos para nosotros. En cambio si lo que está dañado no es el cerebro, sino la mano, entonces el cerebro en este caso sí registrará su ausencia. 

Este ejemplo sirve para ilustrar dos cosas importantes y llamativas. Una es que no hay nada parecido a un comando central, la completitud del cuerpo se construye por sectores, estamos completamente distribuidos y descentralizados. La otra es la que mencionaba antes, que nuestro intérprete teje narraciones a la medida de nuestra expectativa lógica-témporo causal. Por ejemplo altera todos los tiempos para que no notemos la impotente realidad de que solo vivenciamos hechos consumados. Si nos quemamos un dedo, el módulo correspondiente detectará el dolor y por acto reflejo lo retraerá, sin esperar ninguna orden de ningún comando central ni de ningún Yo. Mi cerebro no me espera a mí para actuar. No espera a enterarse a partir de mi toma de conciencia y de mis razonamientos a ver qué le digo que haga. Un cuarto de segundo después tomaré conciencia de mi dolor en mi dedo y decidiré quitar mi dedo y creeré que lo he quitado yo sin notar que ya había sido quitado y creeré que todo sucedió al revés, que sentí que se quemaba mi dedo y que volitivamente lo aparté. El encargado de alterar los tiempos físicos y de narrar esa historia ajustada a mi expectativa lógico-témporo espacial es mi astuto intérprete. Puede resultar doloroso tomar conciencia de que somos conscientes sólo de hechos consumados, pero solo si proyectamos conceptos de espacialidad, temporalidad y causalidad propios de la capa física, inapropiados para el mundo psicofísico social humano. Por otro lado es evidente que si el cerebro se quedase esperando nuestra decisión para actuar no sobreviviríamos ni un instante.



En lo que sigue geometría, geometría dinámica, variedad -manifold- temporoespacial 4-dimensional hiperbólica pseudo-riemanniana con derivada covariante dinámica son sinónimos; dinámica de la geometría, gravitación, gravedad, Relatividad General, derivada covariante de la geometría, derivada covariante de la curvatura, derivada de la métrica, razón de cambio de la curvatura, campo gravitatorio y campo geométrico son sinónimos -así como sus correspondientes en las supervariedades y super álgebras de Lie-; simetría de Lorentz y Relatividad Especial son sinónimos y emergencia, entropía negativa, patrones, algoritmos e información son sinónimos. 

Hasta donde somos capaces de estimar el universo expande su geometría, reduce colisiones, suma estabilidad, incorpora energías bajas y masas elevadas. Su estiramiento geométrico incrementa su entropía máxima, alejando su estado del caos de la absoluta homogeneidad de la ausencia de información, dando las condiciones necesarias para la aparición de energía negativa. Es la posibilidad de la emergencia.

Un sistema es complejo cuando posee múltiples variables y gran extensión geométrica. Como es teóricamente imposible la medición exacta, nos valemos de estimaciones cuyo error, en el caso de los sistemas complejos, inevitablemente aumenta en el tiempo hasta alcanzar el mismo error de una estimación al azar, lo que significa ausencia de información, caos. 

Emergencia es determinación por discretización y a la vez indeterminación por complejización. Es esta dinámica entre patrones y caos la que configura la posibilidad de la emergencia de nuevas propiedades, propiedades solo justificables por sí mismas.  

En la emergencia solo algunas posibilidades son válidas: discretización. Las simetrías se diversifican y globalizan: complejización. La emergencia mantiene simetría sin primacías en su interdependencia con su capa originaria.


En la capa cuántico relativista un fotón es igual a otro fotón, la identidad corpórea es un sinsentido, hay simetrías, discretas o continuas, que se manifiestan en el continuum de los campos, cobra sentido la invarianza en la varianza. Tomó algunas décadas reconocer que la simetría de una partícula consigo misma es inútil y la relatividad autorreferencial absurda, la simetría de Lorentz relaciona estados energéticos y para justificar este cambio en energía a velocidades relativistas tiene que haber un cambio en la masa, pero la historia individual de una única partícula es inútil, necesita del continuum de los campos para representar el quiebre espontáneo de simetría del cambio en la masa como creación y aniquilación de partículas. Las simetrías tienen que respetar los principios de unicidad, causalidad, localidad, clusterización y conservación de energía. La derivada covariante de la geometría es la gravedad: el efecto de la masa-que es lo mismo que energía- sobre la geometría.

En una segunda capa, molecular, la incertidumbre momento-posición, superior a la constante de Planck, evita que los electrones se peguen al núcleo que concentraría al universo en un pequeñísimo y denso objeto indeterminado y sin espacios, y las fuerzas de los campos energéticos evitan que los electrones se alejen demasiado del núcleo, dándole al cosmos las formas que conocemos y el concepto de identidad corpórea. 

Retornemos al nivel cuántico-relativista. Las simetrías dictan las interacciones de campos geométricos y  energéticos. Los campos energéticos son campos de fuerza. Las teorías que hoy más se adecúan a las constataciones empíricas, se expresan en campos de cuerdas o campos de lazos y en derivadas covariantes de la geometría, en 4 dimensiones o en más dimensiones si queremos incluir la simetría bosones-fermiones y la gravedad. 


Persisten hoy importantes lagunas formales. La Relatividad General formula la gravedad como la derivada covariante de una geometría dinámica interactuante con la energía, pero esta fórmula no está cuantificada y tiene singularidades en energías supremas. Son las ecuaciones de campo de Einstein, G = T (con las constantes G + A g = 8 pi T), el tensor G de Einstein es la dinámica de la geometría -la derivada covariante de la geometría formulada con la derivada de la métrica g entre el tensor de curvatura Ricci R, el escalar de Ricci y los símbolos de Christoffel- y el tensor T momento-energía es la dinámica energética. Probablemente sea la ecuación con más entropía de todos los tiempos, revela la interdependencia entre geometría y energía, la intercambiabilidad entre energía y masa -expresado en el 4-vector momentum incluido en T y la métrica g hiperbólica que en lugar de sumar tiempo más espacio como en el caso euclidiano, los equipara, quedando la energía equiparada a la masa- y la dinámica del universo como un todo geométrico -A es la constante cosmológica cuyo valor positivo indica que el universo se expande-. 

La Teoría cuántica de campos relativista, el Modelo Estándar, incluye la simetría de Lorentz de la Relatividad Especial respecto a la energía, pero no la simetría de la gravedad respecto a la masa. Sus variantes son intentos por incluirla. El Modelo M que agrupa Super Simetría, Supercuerdas y Supergravedad, agrega dimensiones y números de Grassmann. El resultado es una super álgebra de Lie, un supergrupo de Lie y una super variedad que es un fibrado como el de la Relatividad General, pero sumándole más dimensiones con los números de Grassmann, que funciona básicamente igual que sus correspondientes clásicos, pero con sus a-números anti conmutativos y sus c-números conmutativos, que permiten series de infinitos grados de libertad. Y hay además un algoritmo de equivalencia entre la geometría de la Relatividad General y el Modelo cuántico. 

La ruta cuántica empezó sin tomar en cuenta la relatividad en sus cálculos pensando que no influiría en su escala y los procesos que la llevó a incorporarla los llamó cuantizaciones, primera cuantización, segunda cuantización, y normalizaciones y renormalizaciones. La primera cuantización es la restricción del principio de incertidumbre según el cual las partículas manifiestan una interferencia, no observable, entre sí y esa no-observabilidad crea incertidumbre, respecto a la posición y al momento, con una cota teórica, la incertidumbre entre ambas no puede ser menor a la constante de Planck. El aspecto contraintuitivo es el hecho de que la sola posibilidad de una observación interrumpe la interferencia, invirtiendo los roles en el sentido que si un evento común suele ser observable y no calculable a priori en este caso nos hallamos frente a un evento que se comporta al revés de lo que hubiésemos imaginado ya que no es observable y es calculable a priori. Las propiedades de las partículas y de la dinámica del sistema en general, reemplazan a las partículas por funciones de amplitudes de estado y de sus cambios de un estado a otro y se resuelve con operadores, estados posibles incluyendo spines, valores posibles y amplitudes. Las probabilidades cuánticas tienen el mismo comportamiento gaussiano que las probabilidades que todos conocemos de la escuela, tienen que respetar el principio de unicidad, la distribución sumar uno. La segunda cuantización es la inclusión de la restricción de la simetría de Lorentz de la relatividad especial. La normalización es la eliminación de picos que llevarían a integrales con probabilidades divergentes que no respetarían el principio de unicidad y la renormalización contempla la importancia de los cambios de escala en el comportamiento de las partículas y lo resuelve reemplazando en las fórmulas y según la escala los valores de los parámetros teóricos por los datos empíricos de laboratorio. Estas denominaciones confunden, porque no tienen que ver con las fórmulas en sí, sino con su historia y la historia de la corrección de sus errores y sus mejoras.

Las Teorías de Campos, tienen como variables campos, un continuum homogéneo y extenso. Las partículas portan cargas que generan el campo que a su vez influye en la dinámica de las partículas incluyendo su creación y aniquilación. Existen identificados tres campos energéticos: electromagnético, nuclear débil y nuclear fuerte o cromodinámico, sus grupos de Lie son SU(1), SU(2) y SU(3) y se los ha agrupado en dos o en un campo unificado. En la Teoría de Cuerdas, las variables son cuerdas, membranas unidimensionales con trayectorias bidimensionales. En esta teoría la gravedad es una fuerza más y está compuesta por cuerdas, alejándose de la idea central detrás de la Teoría de la Relatividad General para la que la gravedad es un efecto geométrico y que por eso se cumple el principio de Equivalencia entre aceleración y gravedad: la gravedad afecta a todas las partículas sin excepción y en todas tiene el mismo efecto y magnitud y por eso es imposible distinguir la gravedad de una aceleración. Hay una teoría aún incompleta que mezcla Cuerdas con el concepto geométrico de gravedad, es una combinación de Supergravedad, Supersimetría y Cuerdas y se llama Teoría M y tiene dos representaciones duales intercambiables, una geometría hiperbólica por un lado y el campo cuántico de cuerdas por el otro. En la teoría de Lazos, la gravedad es un efecto geométrico y la geometría está formada también por lazos, toda la teoría está expresada como un grupo de Gauge,.


Las matemáticas sobre las que descansan las teorías mencionadas, básicamente las simetrías de sus campos, son los Grupos de Lie (Lie los descubrió), grupos continuos no abelianos (anti conmutativos) llamados clásicos, de rotaciones en los Reales, Complejos y Cuaternarios cuyos cálculos complicados son aproximados con sus superficies tangentes llamadas Álgebras de Lie. Las Álgebras de Lie son espacios tangentes a un objeto curvo, en este caso el objeto curvo es un grupo representando simetrías aplicado con una cierta representación a una variedad N dimensional no euclidiana y cerrados respecto a sus derivadas de Lie. El espacio tangente es plano en cada punto del objeto curvo, pero la superficie tangente global al objeto curvo en su totalidad no es una superficie plana, los vectores son campos vectoriales tangentes a las curvas de integración que no tienen coeficientes constantes, varían en cada punto en función del desplazamiento en la superficie del objeto curvo que se busca aproximar. La derivadas de Lie (o Lie brackets o conmutador) es el equivalente a la derivada en la geometría euclidiana para las geometrías no euclidianas. Junto con la derivada covariante y sus símbolos de Christoffel que agregan a la derivada del campo vectorial la derivada de la curvatura y a veces de su torsión. Se calcula como la diferencia en el recorrido  a lo largo de dos campos vectoriales tangentes a curvas de integración. En una geometría con curvatura no existe el desplazamiento paralelo tal como lo conocemos en una geometría euclidiana plana sin curvatura. El desplazamiento en una topografía con curvatura es dependiente de la ruta seleccionada. De modo que recorriendo el campo vectorial tangencial A y luego el B no coincide con el recorrido alternando la secuencia, y la diferencia entre estos recorridos es la Derivada de Lie. El Álgebra de Lie aprovecha la propiedad de la función exponencial n-dimensional que cerca de la identidad se aproxima a su tangente, es decir que la derivada de (exp[X]) es igual a X cerca de la identidad. Otra forma de decir lo mismo es decir que la función exponencial aproxima valores finitesimales a partir de valores infinitesimales. Entonces si representamos las simetrías de los campos físicos por ejemplo como se hace actualmente con el grupo Complejo Unitario Ortogonal Exp(X) de las rotaciones en dos, tres o n dimensiones, lo podemos aproximar cerca de la identidad con X, que como vemos es su tangente (parte lineal a su derivada). Formamos el espacio vectorial de las tangentes de las curvas del grupo de simetrías Exp(x) que pasen por la identidad o por el elemento deseado ya que son espacios equivalentes. Este espacio vectorial al ser cerrado con respecto a sus conmutadores y siendo que estos conmutadores de los campos vectoriales tangentes a las curvas son la parte lineal de las derivadas entre los mismos significa que las derivadas forman parte del espacio vectorial asegurando que la información topográfica se mantiene cerrada al espacio vectorial y que este se mantiene tangente a la superficie del grupo de simetrías que buscamos aproximar. Toda la información topográfica reside en estos conmutadores. Todo esto descubierto por Lie y sucesores. Fue usado por Yang-Mills para cuantizar y relativizar el campo electromagnético y después se lo usó para cuantizar y relativizar el resto de los campos. Es el llamado Modelo Estándar y el intento de unificación con la gravitación con la Teoría de Strings siempre basado en estos grupos de invariantes gaugeanas (representación y aproximación de las simetrías encontradas en las variables campificadas). 

Hacia arriba las capas se complejizan y discretizan. Las capas moleculares químicas y genéticas, las capas intencionales- biológicas- de las diversas especies y por último el mundo psicofísico social humano donde interactúan estados mentales de sujetos sociales con identidad personal y la totalidad de los pensamientos humanos acumulados por la tradición. Explicamos este mundo con leyes morales. Es tan absurdo intentar explicar cuestiones concernientes a este nivel humano a partir de las simetrías de los campos cuánticos como intentar justificar una simetría de campos que descansa en la indistinguibilidad con leyes moleculares que descansan en la identidad corpórea. La moral y la identidad personal son propiedades emergentes en el mundo humano. No existen en los niveles inferiores. No pueden explicarse a partir de cableados neuronales. Si un niño se excusa por no haber cumplido con su tarea diciendo algo así como que “la posibilidad de los átomos está determinada”, que “ya estaba escrito que no haría la tarea” y que “por lo tanto no es algo que dependa de mí”, el problema de esta justificación es que usa leyes que escapan al control por parte de los elementos de la realidad en la que está inserto el niño, es decir sus padres. Los padres no estarán conformes porque no les permitiría controlar el comportamiento del niño, sería una respuesta inútil. Es poco probable que el más reduccionista determinista de los padres se conforme con esta explicación.

La adaptación genética es guiada por el comportamiento disposicional. Si los peces quedaron atrapados largos periodos en lagunas con escaso alimento y algunos peces descubrieron que otro alimento en otra laguna era abundante y apetecible, pudieron haber intentado atravesar el espacio terrestre que las separaba movidos por esta disposición. Sobrevivieron las mutaciones que a lo largo de mucho tiempo desarrollaron la capacidad genética para desplazarse fuera del agua. Lo que explica que durante un periodo tan prolongado hayan intentado una y otra vez cruzar a expensas de perecer en el intento es la disposición que los mantuvo motivados. Este comportamiento disposicional se incorpora a los genes. Si el pensamiento determina la adaptación, tenemos un ejemplo de una capa superior controlando a una capa inferior. Como corolario general decimos que las capas son interdependientes.  

La especialización es ventajosa durante estaciones prolongadas y garantía de extinción frente al primer cambio importante o brusco. Siguiendo con el ejemplo, frente a un nuevo deshielo, los peces que mutaron sus genes hacia un desplazamiento terrestre, se extinguirán, en tanto que los que solo mantuvieron en sus genes la disposición, sobrevivirán. La disposición genética es más flexible que la especialización. 

Cuando la disposición se adquiere, es social, está en la tradición y puede perderse porque admite alternativas. Cuando está incorporada en los genes no admite alternativas. Es el caso de los corales y sus arrecifes, los castores y sus diques o del hombre y sus ciudades. La tradición es el alimento de las capacidades adquiridas, una forma de herencia suave, imperfecta, porque es costosa en energía y tiempo y depende de un aprendizaje que podría no estar disponible. La herencia genética es perfecta porque es rápida, segura, precisa y económica. Favorece la supremacía en largos periodos de estabilidad y es desfavorable frente a cambios importantes o bruscos, como erupciones volcánicas, diluvios, deshielos o el choque con un meteorito. El medio tiende a cambiar. En el caso de los homínidos es mucho más notable. Los homínidos han desarrollado sus cerebros por la fuerte exigencia de la competencia entre sus pares en los grupos numerosos que formaron originalmente para ayudarse mutuamente en la caza-recolección. La exigencia cognitiva para la supervivencia dentro de un grupo numeroso es mayor que en la supervivencia a partir de cualquier otra habilidad. El tamaño cerebral de los homínidos es proporcional al tamaño de sus grupos sociales. En los chimpancés es 134 y en el hombre 150. El grupo social humano se mantiene en 150 como demuestran las interacciones en las redes sociales y las celebraciones anuales. Está asociado a la capacidad de memorizar los vínculos de cada uno de los miembros del grupo y de mantener una asociación visual de sus rostros y los rostros de sus vínculos. A partir del sedentarismo desde aproximadamente el S VIII AC la población humana protagoniza cambios demográficos y geográficos importantes y sucesivos. Pasó de una población escasa y dispersa a grupos cada vez más numerosos  y de cambios permanentes e impredecibles. Desde entonces adaptación es sinónimo de éxito social y éxito social es sinónimo de flexibilidad. La sociedad humana co-evoluciona. En este caso lo más adecuado es otro tipo de herencia, la herencia de disposiciones a adquirir ciertas características. Lo que se hereda no es la característica sino la disposición a adquirirla, quedando abierta la posibilidad de no adquirirla si el entorno no es el adecuado. Este tipo de herencia le da preponderancia a los organismos con mayor capacidad para la interpretación correcta del medio y la adquisición de las características, cuya disposición a adquirir heredó genéticamente, más adecuadas para la actual circunstancia. Es una genética de la flexibilidad.

Lo que le dio la ventaja decisiva al homo sapiens sapiens no ha sido disponer de dos manos libres para hacer herramientas que sumado al consumo de carne determinarían el engrosamiento de su cerebro, ya que el chimpancé tiene proporcionalmente mayor tamaño cerebral y más neuronas que el hombre actual. Recordemos que la diferencia es cualitativa. Aunque el cerebro humano no es un procesador multipropósito, y nace muy especializado, también viene con una gran plasticidad. Posiblemente a pesar de la dificultad que significó a la rama bípeda de los primeros homínidos su desplazamiento torpe en dos patas, una inesperada adaptación para sobrellevar cierta dificultad del bipedismo resultaría crucial. Al reducirse el tamaño de la pelvis, la necesidad que le dio esta estrechez pélvica de nacer con un cerebro abierto e incompleto cuya plasticidad estira su desarrollo hasta más allá de la adolescencia, permite que sus funcionalidades innatas se completen con la adquisición de una formación particularmente útil al medio social en el que le tocó crecer. Una parte importante del cableado retardará su soldadura hasta que gracias a la disposición heredada adquiera mediante aprendizaje las características fenotípicas más acordes al medio actual y descartar el resto. Y esta disposición genética a la flexibilidad es la diferencia cualitativa entre el cerebro humano y el del resto de los homínidos y de las demás especies.

Hoy suena razonable decir que somos los patrones y algoritmos de nuestras mentes autoconscientes interactuantes emergentes de nuestros cerebros intencionales automáticos. Es posible que no haya una limitación teórica para mudarnos de capa y reemplazar nuestros cerebros intencionales automáticos, mudarnos de cuerpo, teletransportarnos, fusionarnos y fisionarnos sin dejar por ello de ser demasiado nosotros mismos.

No existe otra relación entre nosotros y nosotros mismos hace un instante más que la vinculación causal que establecemos entre nuestro recuerdo de cierta experiencia y la persona que experimentó dicha experiencia. Lo que nos une con nuestro pasado no es que seamos una misma persona, un mismo sujeto, sino esa misma relación causal entre las experiencias vividas por alguien antes y esas mismas experiencias recordadas por mí ahora. Es esa conexión la que me convierte en una misma persona y no a la inversa. En todo caso es esa relación, la que justifica mis actitudes éticas ante la persona que tuvo las experiencias. Sin embargo la sensación de una identidad que trasciende más allá del mundo físico -lo mismo para la consideración del mundo psicológico- más allá de la unidad corpórea -o psicológica- es muy fuerte incluso por mucho que razonemos y meditemos acerca de lo absurdo del asunto. Una identidad basada en la unidad corpórea -o psicológica- puede, recurriendo a la paradoja de la pila, ir mutando en una serie finita hacia otra identidad llegando al punto en que se hace imposible decidir si se trata de una identidad o la otra. Este ensayo es posible en laboratorio, ha sido resultado de accidentes cerebrales, intervenciones quirúrgicas para la división de hemisferios en casos de epilepsia extrema y ocurre a lo largo de la vida más allá de cierto tiempo. Estos hechos nos sugieren que la identidad personal es un concepto más difuso y menos trascendental que la poderosa idea que por mucho que meditemos nunca nos abandona por completo, sin negar por ello su emergencia como realidad holística, que emerge en la interacción hacia abajo con el cerebro y con una pluralidad de identidades semejantes en el mismo nivel. Y así como emergen propiedades nuevas, otras pierden sentido. La cuestión del determinismo no puede proyectar el mismo sentido que tiene en el mundo físico, en el mundo de la sociedad humana. Así, por oposición, la cuestión del libre albedrío se torna un sinsentido. Lo mismo ocurre con la identidad corporal. Es inadecuado proyectar la determinación corpórea, individual, unívoca del mundo de las moléculas como concepto de identidad personal en el mundo humano. Esta construcción psicofísico social es un sinsentido que acarrea graves conflictos con las necesidades morales del mundo psicofísico social humano y se agravará con nueva tecnología y módulos cognitivos con ciclos argumentales autorreferenciales más complejos, en una capa de lo humano más independiente, interactuante y con un poder de control mayor sobre las capas físicas y las capas intencionales inferiores. Una mente con ciclos autorreferenciales complejos con potenciales capacidades para teletransportación, fusión y fisión escapa a la rigidez de esta identidad personal. El extremo  opuesto reduccionista-determinista de la proyección de la indiferenciación absoluta en la que se sustentan las leyes de la capa del fondo físico cuántico-relativista tampoco es adecuada, tanto las leyes morales del extremo de una identidad rígida como una situación de entidad indiferenciada son inútiles en el mundo humano, no explican nada y no benefician en nada.

Consideramos que tenemos razones para actuar, decimos que pueden ser racionales o irracionales, a veces razones individuales otras veces razones morales. Las razones morales son razones de grupo y entre estas hay morales racionales y morales irracionales que las llamamos religiosas en sentido amplio. A las razones individuales irracionales no las incluyo porque por supervivencia siempre terminan siendo una parte de la razón moral irracional como veremos más adelante. Muchas veces las acciones se contradicen con los motivos. Las morales racionales pueden tener acciones, en cada individuo, racionalmente irracionales, como el autoengaño o la autocontradicción consciente, cuando ven un beneficio en ello. La razón racionalmente irracional es parte de la genética de la flexibilidad que le permite al hombre sobrevivir en la sociedad. En las morales irracionales de acción originariamente irracional la situación es más limitada y compleja, la veremos más adelante.  

Las morales irracionales son las morales sostenidas en una razón originaria irracional como las religiones, el diseño inteligente, los esencialismos, las utopías totalitarias, los racionalismos dogmáticos como el cientificismo, el historicismo, el materialismo científico, el economicismo monetarista, la biología natural, el positivismo, el psicoanálisis, los psicologismos y sociologismos y la propia creencia dogmática en el racionalismo mismo. La moral racional es el racionalismo crítico o hipotético. 

Una moral racional permite el motivo individualista si determina racionalmente que es más beneficioso para el grupo el objetivo individual. Lo mismo para el caso del autoengaño conscientemente inducido. Son todos casos de acciones racionalmente irracionales. 

Lo que nos interesa es saber qué razones son contradictorias, cuales son las más beneficiosas para el grupo y qué noción tenemos de las personas, de los grupos y del tiempo en el plano humano, y si guarda alguna relación o debería guardar alguna relación este tiempo con el tiempo del plano físico. 

Si se considera al individuo una unidad psicofísica social indivisible trascendental, el yo presente no goza de la misma prioridad que el yo pasado y el yo futuro goza de más prioridad que el yo pasado. No gozan del igualitarismo que gozan los individuos de un grupo con razones de grupo. Si se trata de nosotros mismos, tendemos a retrasar los dolores y adelantar los placeres aunque el retraso signifique un aumento considerable del dolor, como podría ser el caso de postergar una operación aún a costas que en el futuro sea más dolorosa, como si nuestro yo futuro se tratara de otro individuo y no de nosotros mismos o pareciera que guardamos una esperanza oculta de que ese futuro no llegue. En este caso estamos priorizando nuestro yo presente por sobre nuestro yo futuro. No ocurre lo mismo con nuestro yo futuro inmediato, en este caso damos más importancia a nuestro yo futuro inmediato que a nuestro yo presente. Lo consideramos más real porque es más probable, pareciera que consideramos nuestro yo futuro inmediato más presente que nuestro yo presente. En cambio si se trata de otra persona, por ejemplo de un ser querido, invertimos la tendencia y preferimos aconsejar para que le de preponderancia a su yo futuro lejano, por ejemplo que sacrifique ciertos placeres actuales para alcanzar algún logro de su yo futuro lejano. El yo futuro lejano de nuestro ser querido es más importante que el yo presente de nuestro ser querido. Es como si un miembro del grupo fuera más importante que otro. También tomamos decisiones respecto a nuestro yo pasado y estamos dispuestos a sacrificar a veces nuestro yo presente para beneficiar a nuestro yo pasado, no así ocurre ante nuestro yo futuro, no sacrificaremos nuestro yo futuro por nuestro yo pasado. En el caso del futuro distinguimos el futuro inmediato como muy probable y el futuro lejano como poco probable, sin embargo no lo tomamos en cuenta en las decisiones no vinculadas a dolor. Si tomáramos en cuenta lo poco probable del yo futuro lejano no aconsejaríamos con tanta facilidad sacrificar el yo presente por un mejor yo futuro lejano improbable. Aun en el caso de que el yo futuro de alguien fuera a existir, es poco probable que se asemeje a la proyección presente que de él tenemos. Es probable que ese individuo nunca exista. Y la prueba de que en el fondo lo sabemos es el ejemplo que mencioné antes de que tendemos a postergar  el dolor desde el presente hacia un futuro lejano y adelantar los placeres del futuro lejano hacia el presente.

La razón individual con identidad personal psicofísico social indivisible y trascendental da prioridad al yo futuro y pasado y de sus seres queridos, después al yo presente y al yo presente de sus seres queridos y por último al del resto del grupo. Por lo general son motivos que se autocancelan, aunque en algunas situaciones no son contradictorios, por lo general se autocancelan. Por ejemplo cuando el sujeto llega racionalmente a la conclusión de que le convendría favorecer al grupo para favorecerse a sí mismo puede llevar a cabo una acción racionalmente irracional por lo contradictoria con el resultado esperado no contradictorio. Es cierto que si todos los individuos del grupo tienen como motivo de sus acciones el beneficio propio el resultado es negativo para cada uno de los miembros del grupo incluído sí mismo y sus seres queridos. Solo en el caso que los miembros que busquen el beneficio propio sean pocos su balance sería positivo. En cambio si todos los miembros que buscan el beneficio propio actúan en una acción racionalmente contradictoria para beneficiar al grupo se beneficiarían a sí mismos. Pero por lo general no tendrá beneficio propio porque tendrán prioridad los yo futuros de cada uno de los miembros del grupo antes que sus yo presentes, priorizando individuos que posiblemente nunca existirán. Una moral racional por el motivo inverso puede llegar a un razonamiento similar y llevar a cabo una acción racionalmente irracional contradictoria para beneficiar al grupo. Por ejemplo hay situaciones en las que conviene que cada miembro del grupo actuase como si le interesase su propio beneficio para alcanzar el mayor beneficio del grupo. Casos de esta índole se producen cuando están en juego las emociones y el éxito del grupo depende de las emociones de cada uno de sus miembros, por ejemplo en un grupo de actores donde es necesario que cada miembro se auto manipule para mantener alta su autoestima y así beneficiar al grupo. Lo mismo se da para otras situaciones con otras emociones como el coraje o la sensación de estar ganando en un combate. 

Hemos visto varios ejemplos de cómo la razón racional permite a la persona jugar con las acciones racionalmente irracionales como adaptación de la especie conducida por el grupo que ha incorporado en sus genes la tendencia a la flexibilidad como una forma de triunfar en el grupo, es decir sobrevivir y reproducirse. En el caso de la identidad personal trascendental tenemos que agregar como exigencia para la consideración de triunfo como individuo de la especie la trascendencia es decir el éxito del yo futuro lejano. La prioridad del yo futuro lejano sobre el yo presente autocancela la razón racional tanto moral como individual. Más adelante veremos una forma de evitarlo reconsiderando la conceptualización que tenemos de identidad personal.

La razón moral irracional se sostiene en tres pilares: identidad personal psicofísica social indivisible trascendental, utopía totalitaria y castas. Surge en una acción originaria racionalmente irracional por parte de miembros de la especie que establece una verdad irracional para establecer una razón de grupo. Los primeros miembros del resto del grupo tienen razones irracionales y se produce una empatía simbiótica con una razón irracional presentada como verdad. Se reproducen por adquisición por tradición. La tradición será la verdad irracional aceptada irracionalmente. El niño de las generaciones siguientes tendrá una adquisición cuasi-innata irracional de la creencia irracional. El resto del grupo así establecido, los seguidores, tiene una razón irracional. Las personas de razón individual irracional que no pertenecen al grupo son cooptadas por el grupo o no sobreviven porque el pensamiento irracional ha perdido la flexibilidad que distingue al hombre del resto de las especies necesaria para la vida en grupos numerosos como el grupo del homo sapiens sapiens de 150 individuos y se extingue. Necesita la unión simbiótica, encontrar la razón de grupo y como su pensamiento es irracional e individual sólo es posible mediante un acuerdo simbiótico con una razón moral irracional presentada como una verdad individual como es el caso de las salvaciones y las justificaciones trascendentales. De esta forma los unos encuentran la satisfacción a su razón individual irracional y los otros la satisfacción a su razón racionalmente irracional de grupo. De modo que todas las personas de razón irracional pertenecen siempre al grupo. Por esto es que ya había adelantado que las razones irracionales individuales no las trataría por separado. Un dato importante que se desprende es que en el acuerdo simbiótico los guías tienen razones racionales y los seguidores razones irracionales. 

Por ejemplo la acción originaria racionalmente irracional podría ser del estilo de “ellos no sabrían procurarse a sí mismos aquello que más les conviene”. Y una verdad irracional es la dogmatización de cualquier argumento por ejemplo “bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el reino de los cielos” o “al final el último capitalista será parte del proletariado que tomará al Estado caminando y alcanzará su libertad”, “el espíritu del pueblo es la verdad que se manifiesta a través de su emperador” o cualquier argumento dogmático reduccionista o biologicista o psicologista o sociologista o esencialista tomado prestado para una razón que niegue la especie o el todo y prometa la salvación individual, por eso son necesarios los tres pilares que mencioné. Lo que queda establecido es una tribu primitiva vinculada físicamente o en las redes sociales.  

Los guías del acuerdo simbiótico gozan de la flexibilidad de la razón racionalmente irracional y pueden triunfar socialmente y por lo tanto como individuos de la especie ya que pueden sobrevivir y reproducirse. En el resto del grupo la situación es diferente. Su razón originaria es irracional, su acción puede ser irracionalmente irracional o irracionalmente racional. La acción irracionalmente irracional es la acción irracional. La acción irracionalmente racional es producto de una verdad irracional adquirida o heredada y un intérprete que reinterpreta, la conciencia que lleva las riendas de la acción es la del guía. La persona que elige un guía para establecer un acuerdo simbiótico entre su razón irracional individual y la razón de grupo racionalmente irracional, puede triunfar, de hecho tiene altas posibilidades de hacerlo mientras no surja un cambio brusco del entorno: puede salvar su yo futuro y por el lado de la especie en tanto miembro: sobrevivir y reproducirse. Por lo general los guías están bien adaptados porque cuentan con la tendencia a la flexibilidad con lo que logran éxito social y pueden guiar a muchos miembros del grupo y salvarlos. Es inevitable la proliferación de una ética de la vergüenza entre los seguidos en el acuerdo simbiótico y una ética de la culpabilidad en los seguidores. En este lugar no es mi intención profundizar acerca de los aspectos cualitativos de la vida del seguidor que vive esta construcción. No tocaré acá aspectos como que una vida vivida sin la posibilidad de asomarse al universo tal como se nos aparece y se nos manifiesta es una vida perdida. Solo me interesa repasar los motivos en cuanto si benefician o no al grupo ya que este es un aspecto que le interesa a muchas personas. 

La persona que adquirió de forma cuasi innata una verdad irracional con la que su intérprete del hemisferio izquierdo tiene que lidiar para acomodar una narrativa que suene lógica y respete la causalidad temporal, un intérprete que se tiene permitido fabricar datos, ha perdido la posibilidad de la acción racional y de la acción racionalmente irracional, ha perdido la capacidad humana de la disposición a la flexibilidad que necesita para sobrevivir ante un cambio repentino como podría ser la muerte de su guía y la disolución del grupo. La disputa interna del intérprete lógico que tiene que lidiar en cada proposición con una verdad irracional ha perdido por completo la capacidad de la lógica humana y de la causalidad temporal. Su cerebro es como un sistema experto con una premisa falsa tomada de forma inamovible como verdadera, puede aceptar una contradicción y si acepta una contradicción toda proposición es verdadera. En su mundo, a causa de los datos que ha recibido su intérprete y su genética para acomodar los datos que recibe a las expectativas lógicas y témporo causales de su yo, no hay lugar para la acción racionalmente irracional ni para la acción racional a secas. Como ya vimos esta ausencia puede llevar a la extinción ante el primer cambio social. Es el dilema nuclear del hombre desde la modernidad.

 La moral irracional da preponderancia al yo futuro por el cual tiene que sacrificarse el yo presente para salvarse. Es más importante salvar el yo futuro de los seres queridos que el de los seres lejanos por lo tanto tiene prioridad mi poco probable yo futuro y el poco probable yo futuro de mis seres queridos que los yo reales presentes del resto del grupo. También los improbables yo futuros del resto del grupo tendrán prioridad sobre sus yo reales presentes, tendrán que ser “salvados” después que salvemos los yo futuros de nuestros seres queridos y nuestros propios yo futuros. Las decisiones dan prioridad a individuos futuros de futuros improbables cuya relación de identidad con los individuos presentes es imaginaria. Por lo tanto de las decisiones morales irracionales resultarán sumamente beneficiados individuos que nunca existirán. 

Como vimos, uno de los factores que guían la evolución es el factor social y desde que el hombre es sedentario y a grandes pasos este factor se ha hecho predominante. Y dos formas de esta evolución son la asimilación y la creación de nichos. La razón irracional puede hacer que adquirir cierta creencia irracional y en general el pensamiento irracional sea un factor de selección para la supervivencia a la cual tenemos que considerar desde la óptica del individuo , desde su pensamiento irracional: la reproducción, el éxito social y la trascendencia. En un momento dado todos los individuos de la especie habrán asimilado genéticamente a través de la creación de este nicho, la tendencia al pensamiento irracional y habrán perdido la tendencia genética a la flexibilidad y nuevamente frente a un cambio repentino de rumbo de la sociedad o del medio físico, el grupo se enfrentará a una posible extinción.

Estas notas sugieren que las razones racionales muestran mejores resultados morales que las razones irracionales.

Todo esto y otras diversas consideraciones que nos llevan a decisiones contradictorias con nuestras razones se resuelven o al menos mejoran sus resultados si las razones son morales racionales y en la argumentación de nuestras razones nos remitimos únicamente a las leyes del mundo psicofísico social humano, abandonando extrapolaciones de conceptos de otras capas que se tornan sinsentidos. Estas extrapolaciones que nos llevan a sinsentidos son la idea de identidad personal indivisible y cualquier argumento que usa el principio de causalidad en las capas no intencionales para crear el concepto sinsentido de libre albedrío.   Si no basáramos nuestras argumentaciones acerca de nuestras razones en la existencia de una unidad psicofísica social indivisible y trascendente, el individuo al que nos referimos como nuestro futuro y al que nos referimos como nuestro pasado no serían tan nosotros como lo es nuestro presente más que lo es el individuo que tenemos enfrente nuestro, nuestra identidad estaría más vinculada al individuo de enfrente que a nuestro pasado y a nuestro futuro y por lo tanto tendría preferencia en nuestras decisiones el individuo de enfrente que nuestro yo pasado y nuestro yo futuro y si hubiera por ejemplo recursos escasos, antes que almacenar para guardarle a un futuro yo cuya proyección lejana e improbable poco tiene que ver conmigo, compartiría con la parte de mí que está enfrente mío que es el individuo de enfrente cuya existencia es cierta y tiene más que ver conmigo que un individuo que ya no existe o uno que nunca existirá. No es necesario llegar a ningún reduccionismo extremo ni a ningún determinismo para convencernos de que la construcción que guardamos de nosotros mismos es por lo menos exagerada y descubrir que una franca aceptación dejándose caer en el vértigo de la incertidumbre cósmica finalmente es abrazar una autenticidad que resulta a los postres reconfortante, positiva, relajante y liberadora. Otorgamos prestigio al cuerpo temerario, pero recomendamos a nuestra alma cobardía.



 La adaptación social del hombre está relacionada con una reducción de la agresividad y un incremento de la solidaridad, rechazando y desterrando del grupo el comportamiento agresivo. El niño tiene actos totalmente desinteresados como interrumpir una tarea divertida para levantar y alcanzar algo que se le cayó a un extraño aun sin sentir simpatía ya que es un extraño y sin esperar recompensa. Otros animales no. Cuando crecen esto cambia y se busca simpatía y reciprocidad, ayudamos al que esperamos que nos ayude. 

Tenemos un módulo de mímica inconsciente imperceptible para nosotros mismos. Imitamos emociones, cuando hay simpatía también sensaciones. Intuimos qué le ocurre al otro. Con un extensivo sistema neural espejo comprendemos las intenciones y las emociones de los otros, sus estados mentales, entendemos qué le ocurre. A partir de cierta edad, los niños muy pequeños no, podemos descifrar falsas creencias en el otro. Con esta información nuestro intérprete teje una teoría sobre los otros. Una teoría de la mente. También una teoría sobre nosotros mismos. 

 Somos animales imitadores, ningún otro animal lo hace, o raramente lo hace. Tenemos una habilidad innata para entender que los otros tienen mentes con diferentes deseos, creencias, intenciones, estados mentales, tenemos una teoría de la mente y aunque es propio del hombre, atribuimos rápidamente estos estados mentales a mascotas, robots, esto explica el reflejo a atribuir antropomorfismos a todo, tendemos a atribuir una teoría de la mente a todo. Cuando nos miramos con nuestro perro armamos una teoría sobre lo que le pasa, y nos creemos que nuestro perro a su vez mientras nos mira se está construyendo una teoría sobre lo que nos pasa, pero no.

Tenemos una moral intuitiva, un freno moral universal, distribuida en múltiples sistemas, los módulos universales de la moral. En el hemisferio derecho tenemos un módulo que inhibe la acción egoísta. Son muchos los orígenes de nuestras reacciones morales: intuición, tradición, raramente usamos argumentos morales y cuando meditamos sobre asuntos morales nos encontramos con que ignoramos de dónde salen nuestras nociones morales. Nuestro intérprete ignora que tenemos un sistema moral innato, que por ejemplo hace que no sintamos atracción con quienes nos criamos para evitar el incesto. El intérprete no sabrá porqué consideramos que el incesto está mal, solo sabe que está mal y la argumentación puede ser variada. También es innato el dilema del fin no justifica los medios y la cuestión del involucramiento personal emocional. El intérprete recibe información de nuestras reacciones morales, pero ignora los motivos y teje una narrativa. Todos tenemos reacciones similares ante los mismos hechos morales, salvo variaciones adquiridas de la cultura, pero cada intérprete teje su propia narrativa, una variedad de narrativas. Sabemos que cada cual teje su propia teoría moral para la misma reacción y esto nos ha ayudado en la convivencia en una variedad de narrativas morales porque sabemos que de todas maneras compartimos la reacción.

Como nuestro entorno social cambia a través de la acumulación de conocimiento sobre nuestra propia naturaleza, desearíamos cambiar cómo experimentamos nuestra vida social, especialmente respecto a la justicia y el castigo. ¿Es necesaria la retribución?, ¿Está el castigo justificado?, ¿Es suficiente un cálculo consecuencialista? Nuestro sistema legal actual ha emergido de intuiciones innatas marcadas por la evolución, somos la ley porque hacemos la ley, igual que nuestro sistema moral. Recíprocamente nuestra adaptación está marcada, a través de la construcción de nichos, por las restricciones de nuestro entorno social, es decir los sistemas moral y legal. Incorporamos la dinámica social en nuestra elección personal. Nos figuramos las intenciones, emociones y objetivos de otros para sobrevivir. Los procesos sociales restringen nuestras mentes individuales.

Los genes y la cultura afectan nuestra forma de asimilar conocimiento, los orientales tienen un pensamiento holístico, los occidentales se centran en el individuo, sin embargo genes idénticos en culturas distintas puede producir resultados cognitivos opuestos. Nacemos con cierto sentido de justicia y otras intuiciones morales. Estas intuiciones contribuyen en los juicios morales de nuestro comportamiento que a su vez contribuyen en las leyes legales y morales que establecemos para nuestras sociedades que a su vez restringe nuestro desarrollo. Esta presión social sobre el individuo afecta su supervivencia y su reproducción, que a su vez afecta qué procesos cerebrales selecciona. Con el tiempo esta presión social le da forma a quiénes somos. De ahí que nuestros sistemas morales son reales y de suma importancia es entenderlos. Los nuevos conocimientos de las ciencias de la mente, el determinismo del cerebro sobre nuestra mente, nuevos datos sobre intencionalidad y voluntad, nos agregan algo sobre el castigo y la retribución, sobre la responsabilidad y culpabilidad sobre las que descansan los sistemas legales de hoy. La ley común se basa en la creencia de que es injusto tratar hechos similares, distintamente, en diferentes ocasiones, así el precedente o las últimas decisiones se vinculan a las que se tomen en el futuro. Entonces son los juicios pasados de jueces y jurados los que hacen a la ley común y no legislaciones. 

La responsabilidad no está en el cerebro, no tiene un área o una red para la responsabilidad, es una interacción entre personas, un contrato social, refleja una regla que emerge de uno o más agentes interactuando en un contexto social, y la esperanza que compartimos es que cada persona seguirá ciertas reglas. Un cerebro anormal no significa que la persona no puede seguir reglas. La esquizofrenia no se relaciona con comportamiento violento. No hay una lesión en una ubicación determinada, no hay un switch que active el comportamiento violento. Podría servir para excusarse o el caso opuesto para etiquetar.

Pensamos tres formas de castigo: retribucionista, consecuencialista (utilitarista) y restituyente. 

La retribución, mira al pasado, al ofensor y al castigo, castiga al ofensor con un daño proporcional al daño provocado según el justo merecimiento, considera para eso el escándalo moral engendrado y en el sentido intuitivo de justicia de que todos son iguales y son igualmente castigados y que nadie puede ser castigado por un delito que no cometió. El castigo no es destierro, recuperación social o compensación a la víctima, aunque podrían ser subproductos. 

El consecuencialismo mira hacia adelante, el damnificado es el grupo -originalmente el Reino, después el Estado, pero si lo que procuramos es una moral acorde al cúmulo de conocimientos de la humanidad del S XXI corresponde hablar de grupo-, castiga al ofensor procurando el mayor bienestar social futuro, disuadiendo, incapacitando o rehabilitando, la severidad no se relaciona necesariamente al daño provocado, puede castigar a alguien para disuadir a otros, puede incrementar severidad en casos muy publicitados o de famosos, o en delitos frecuentes para una mayor disuasión, en última instancia no interesa castigar, sino que lo suponga el público, es ejemplificador. Es más neutral, evita la venganza y represalias injustas, pero puede caer mal, parecer injusto o violar derechos individuales. Puede castiga por delitos aún no cometidos, se retomarán investigaciones sobre la predicción de comportamientos sepultadas en el S XIX ahora a la luz de las nuevas ciencias de la mente, pudiendo mejorar o agravar el error en el castigo. 

La justicia restituyente se centra en las necesidades de ambos víctima y ofensor, son protagonistas activos ambos más la comunidad, busca reparar el daño a la víctima, tratar a la víctima en su totalidad, que el ofensor sea respetuoso de la ley, que haga cosas reparadoras, que la comunidad asuma la responsabilidad del agresor, soporte a la víctima y brinde oportunidad a los ofensores de reintegrarse. En delitos leves una sincera disculpa cara a cara y una reparación con frecuencia es suficiente para liberar a la víctima del temor y el enojo, pero podría no ser factible para delitos graves. 

Jueces, jurados y abogados atribuyen sus posturas a años de educación y de discusiones filosóficas, lo cierto es que la mayor parte de lo que ocurre en una corte son intuiciones que traemos de fábrica incluido un cierto sentido de justicia, reciprocidad y castigo. Niños pequeños eligen juegos con premios compartidos, se solidarizan con las víctimas y rechazan a los agresores, distinguen entre intención y accidente. Armamos grandes teorías al respecto, pero simplemente nacemos así.

Una misma persona dice qué cree acerca del castigo y actúa como si tuviese dos cerebros y si se le preguntara no sabría explicar porqué en forma lógica, y es que tenemos otra vez al intérprete haciendo su trabajo tratando de explicar un juicio intuitivo. Con una amplia variedad de opiniones, las personas se auto-catalogarán como disuasivas, o una mezcla de disuasiva con retributiva, estas diferencias afectan apenas levemente su comportamiento punitivo casi siempre retributivo: desean castigar al ofensor y que el castigo sea proporcional al daño cometido, si se les ofrecen alternativas consecuencialistas manifiestan deseo de atrapar a los ofensores, prevenir el crimen, pero sin castigar injustamente, darle a la persona lo que merece, pero sólo después de merecerlo. Quieren ser justas. Reduce su hipotético castigo si toma conocimiento del determinismo cerebral, considera que si el ofensor no es responsable por sus actos, no merece un castigo severo. Las razones de sus castigos hipotéticos serán utilitaristas en abstracto, pero invocarán razones retribucionistas en la práctica. Esta pérdida de claridad lleva a una legislación voluble. Una justicia restaurativa es atractiva, pero es dudoso que las personas, al menos en el caso de occidente, cuenten con la libertad volitiva para una justicia puramente restaurativa, con ausencia de castigo, en casos de crímenes graves, por más que su voto sea en ese sentido. Al parecer compartimos la misma respuesta moral al castigo. Al igual que con otros sistemas morales, la diferencia no está en el comportamiento, sino solo en nuestras teorías acerca de por qué respondemos en la forma que lo hacemos.


Algunos monos de grupo social numeroso tienen policías, monos especiales en cuya presencia el resto tiende a regular su agresividad y conflictividad.

La tradición sostiene la disyuntiva entre justicia para el grupo o individual, entre justicia emocional o en abstracto. Si los argumentos sobre el libre albedrío y la responsabilidad última realmente muestran que en última instancia nadie puede merecer castigo, y si es así, el castigo no puede estar justificado en el sostenimiento retribucionista que es el merecimiento último, sino solo en el sostenimiento consecuencialista de que es necesario para disuadir el comportamiento antisocial, tal vez podamos ver que las razones evolucionarias para nuestros deseos de que las personas sufran cuando nos han causado daño directo o indirecto muestran que nuestros fuertes sentimientos acerca de la correspondencialidad de la retribución son más profundos e importantes que una presunción de una supuesta señal hacia la verdad moral y tomar más seriamente nuestros sentimientos retributivos como un aspecto profundo e importante de nuestro carácter sin endosarlos como una guía a la verdad y comenzar a repensar nuestra actitud hacia el castigo en esa base.

Analicemos la propuesta determinista de ausencia de responsabilidad y que en consecuencia todo castigo solo puede ser injusto. Pero en el supuesto que aceptemos el determinismo, no hay culpa, si alguien decidiera enviar en una nave a todos los deterministas al espacio, de acuerdo al supuesto, nadie sería culpable, es decir que la propuesta determinista necesita en última instancia recurrir a una teoría retributiva para sobrevivir y sería un absurdo. 

La propuesta de la retribución con base evolucionista que mencioné antes, la pondremos en cuestión ahora contraponiendo una alternativa cuya justificación recurre al mismo argumento que usa la propuesta que cuestionamos. Una identidad personal cuyas determinaciones espaciales y temporales en el espacio humano y en el tiempo humano, tengan el sello del sentido humano que el hombre se constituyó a sí mismo desde su evolución y su tradición, es decir moral, a la luz de las puertas que se ha abierto a sí mismo en su cúmulo de conocimiento manifestado en su tradición y su adaptación genética-cognitiva expresada principalmente en su tendencia innata a la flexibilidad, descartando  proyecciones semánticas de otros niveles de realidad, y teniendo en cuenta la existencia en la historia de comunidades de grupos numerosos con un, documentado por investigaciones científicas antropológicas, exitoso manejo de su sistema judicial, con un sentido del castigo restituyente con razón en el grupo, evitando el castigo salvo los esporádicos casos de crímenes graves ultrajantes únicos que requerían la creación temporal de cierto Consejo para aplicar en esos casos puntuales castigo retributivo, resarcimiento y cura de la víctima como una terapéutica de la totalidad, cuando no fuera incluso el propio ofensor el que se procuraba su propio castigo, con el mismo argumento usado para sostener el planteo de la supuesta necesariedad del castigo razonablemente avalado en una razón evolucionista tomando la evolución como una señal de que ese es el camino a seguir porque “así lo indican nuestros ancestros” que se nos manifiestan a través de nuestra intuición de justicia, podemos argumentar que la construcción de un nicho social moral básicamente consecuencialista y en la ausencia de castigo, imitando comunidades precolonización exitosas documentadas, estas nuevas restricciones sociales morales, restringirían la supervivencia y la reproducción, que a su vez condicionaría al nivel de nuestro comportamiento, y con este control en la adaptación genética con el tiempo la intuición retributiva mutaría por selección natural en intuición restituyente con razones de grupo, y esta evolución nos daría la razón de que los motivos para una justicia restituyente sin castigo tendría “sus raíces profundas en nuestra evolución”, luego “tenemos que darle la importancia que se merece porque define nuestro carácter”. Con lo que queda probado que el argumento acerca de una supuesta sabiduría comprendida en la intuición de justicia no es un argumento válido que pueda utilizarse como se lo ha hecho pues está usando la proposición que se quiere demostrar para demostrarla, está cometiendo una petición de principio.

Los conceptos de responsabilidad, culpabilidad y castigo emergen en la realidad intencional con conciencia de sí mismo, que es el nivel de realidad del mundo humano, pero son conceptos independientes. Las ciencias de la mente aportan nuevos datos pero hay que ser cuidadosos y tomar sus aportes con cautela ya que su bibliografía está viciada de regionalismos, con estadísticas limitadas a las poblaciones occidentales que evolucionaron bajo el yugo de sofisticadas técnicas de control social multivariado, variado entre el amor y la sangre, de un grupo que había conocido la democracia liberal: la Grecia Clásica de Pericles y su herencia del elogio del ego. Otras comunidades no alcanzadas por las grandes dinastías americanas y africanas ni por los grandes imperios religiosos del lejano y medio oriente ni de occidente, evolucionaron con una identidad menos rígida que incluía a la persona y al grupo con un cierto sentido holístico. 

Queda mucho para discutir sobre justicia y moral a la luz de nuevos datos de nuestra propia naturaleza y del destino que nos propongamos alcanzar. Es un asunto abierto el de la moral y la justicia y se vislumbra como en ningún otro asunto, con la física y la biología aportando pruebas sobre nosotros, acerca de cosas que hasta ahora sólo podíamos animarnos a conjeturar en el plano metafísico, que nuestros ancestros y nuestra tradición a través de nuestra propia naturaleza y nuestra emergente realidad humana, nos ha estado advirtiendo que el éxito adaptativo humano de su tendencia a la flexibilidad, el comportamiento flexible, es el pensamiento racional crítico.

Algo de biopolitica. Mercado, templo y esquizofrenia

La razón de Estado, ese régimen de Estado originario de la Europa mercantilista del SXVII que mutó primero de realeza a despotismo real y fue racionalizado, juridiccionado externamente y veridiccionado internamente en el SXVIII en una pluralidad de Estados externamente jurídicos en competencia y crecimiento colectivo simultáneo e infinito, simultaneidad e infinitud garantes de una paz a la vez necesaria, necesitando e invitando para su crecimiento colectivo infinito al resto del mundo o más bien a sus riquezas a apostar sin integrar esa banca y a la vez en correlato soberano absoluto en cada Estado internamente autoregulado de hecho por decisión racional y funcional a sí mismo en una suerte de frugalidad o minimalismo conveniente de acuerdo a ese ámbito creador de verdades de los economistas, el mercado, y su verdad primera, la utilidad, que hay que maximizar limitando la intervención estatal o en los términos del utilitarismo radical: limitando la pérdida de libertades a solo intervenciones en nombre del interés de tal o cuál individuo o grupo, siempre orientado a aumentar acompasadamente población y artículos de necesidad para mantenerse competente frente a los demás Estados de dicha pluralidad. Esto es lo que llamamos liberalismo. La cultura estableciendo las formas de un intercambio en la libre competencia garantizado por un régimen gubernamental policial de mínima intervención, el ganador alcanzará el cielo, aunque encierra una encrucijada pues el capital mayor al absorber al capital menor como el charco a la gota se concentra agotando irremediablemente las transacciones que necesitan multiplicidad a no ser que encuentre mercados infinitos como en su origen histórico de concentración de capital y expansión de mercados que se mundializaban sometiendo mediante custodiados monopolios recibiendo mano de obra gratuita y riquezas absorviendo otras economías, trabajo forzado y esclavitud de dos continentes, luego otra vez concentración, mercado muerto, paro, pérdida de una legitimidad sustentada en cada transacción, intervención gubernamental para destrabar, el capitalismo no solo es poder de policía, despotismo, conquista, sometimiento, masacres, necesidad de crecimiento infinito, acumulación y crisis, sino también paradógicamente redistribución, el capitalismo se auxilia cíclicamente en el socialismo, cuando un mercado muerto da lugar a un Estado de bienestar al que luego boicoteará cuando una cruzada o población sedienta de libertad le abra las puertas al capital libertario. El liberalismo tiene su patria la cual no sólo es el capital, sino también su cuna donde se vienen haciendo los repartos del mundo colonizado desde el SXV. Pero avancemos hacia el siglo XX. Estamos en la Alemania posguerra, destruida, sin Estado legítimo y en la Norteamérica de esa época. En un congreso se difinirá el futuro Estado a reconstruir. Aprovechando las fobias evidentes hacia todo lo estatal, aunque veremos más adelante, que conllevan un error, se establece que será un Estado de corte liberal. No deja de resultar paradójico, que si el estilo gubernamental será de corte liberal, y si el liberalismo reclama al Estado simplemente que lo deje hacer, declarándolo explícitamente como algo inútil, para qué y cómo podría ser ese nuevo Estado. La cuestión es que no existiendo un Estado, paradógicamente lo necesitaba y con necesidad esencia, por la razón que veremos más adelante, de modo que había que crearlo y limitarlo. Una breve explicación es que el intercambio utilitarista, esto es, sin interés por el otro, y el intercambio altruista, su extremo opuesto, por tratarse de acciones inviables para los seres vivos, necesitan instituciones y eticidades coercitivas. Por eso necesita el liberalismo de un Estado coercitivo aunque después tuviera que limitarlo.
Pero sigamos. Los impulsores del neoliberalismo en ese 1948, planteaban que el proteccionismo, el asistencialismo, la planificación y el intervencionismo del tipo keynesiano constituían una suerte de invariante determinista político-económica de tal manera que partiendo de cualquiera de ellos desembocaba inexorablemente en el totalitarismo, señalando que la crisis del nacionalsocialismo antes de su desenlase los había implementado a los cuatro, y ejemplificaban asimismo con la planificación soviética, con el New Deal en Norteamérica y el laborismo inglés. El totalitarismo habría sido la reacción en cadena de una invariante económica de proteccionismo, planificación estatal, asistencialismo e intervencionismo dirigido; lo cual habría llevado a la desintegración de la red social, la atomización del individuo frente a un Estado gigante y de crecimiento indefinido y todo originado por un liberalismo que, intimidado, intervino racionalmente sobre su comportamiento natural para autolimitarse, y estas intervenciones hicieron crecer al Estado hasta una administración con tipos de racionalidad técnica, que llevó a una burocratización y finalmente el desenlace, el totalitarismo, la masificación, atomización social y todos los efectos nocivos que se le achacaban antes a la economía de mercado. Esto era el pensamiento neoliberal en esa fecha que marcamos. El liberalismo que otrora era el mercado vigilado por un Estado, ahora era el mercado viglando al Estado.
Lo importante de lo nuevo del liberalismo no es que el foco pasa del intercambio a la competencia, ya que la derivación lógica política es la misma: dejar hacer, con una mínima intervención en el mercado, sólo para evitar monopolios y asegurar un ámbito para la competencia y sí intervenir en el ámbito de la produccion, protegiendo la propiedad individual de lo producido.
Pero lo que sí se destaca de lo nuevo es que la competencia pasa de ser algo primitivo, intuitivo a algo que hay que construir. La competencia es ahora algo formal, es una idea, y necesita un arte de gobernar direccionado a este ideal. Un arte de gobernar activo, vigilante, paradójicamente intervencionista. Un liberalismo positivo.
Ya no se trata de no tocar,  sino de saber cómo tocar. Y plantean tres
aspectos principales: los monopolios, la acción económica conforme y la política social. El monopolio, dicen, lejos de ser la consecuencia natural de la competencia, en realidad es fruto de proteccionismos, deficiencias judiciales como la herencia y la reglamentación deficiente en las sociedades de acciones, su atractivo como facilidad recaudadora para un Estado concentrado, el apoyo judicial y el consenso social que logra. Además, en el mercado, la tendencia a la concentración es disuelta por la multiplicidad de variables dinámicas de la competencia, antes de llegar a una forma monopólica. Y de existir, se autoregula para mantener su privilegio, con lo cual tampoco en ese caso atenta contra el mecanismo regulador que son los precios. Solo hace falta una estructura para la competencia, eso sí, que sea rigurosamente formal en sus procesos, y un marco institucional antimonopolio para evitar que se fomente por afuera de esta estructura. En segundo lugar, las acciones conforme, reguladoras y ordenadoras, las primeras con prioridad en controlar la inflación para estabilizar los precios desestimando la importancia del poder adquisitivo, el pleno empleo y la balanza de pagos. Los instrumentos aceptados para intervenir son: en la política crediticia, la creación de taza de descuentos; en el comercio  exterior, la reducción de saldo acreedor para regular el alza de precios externos; en la recaudación, la reducción moderada de la presión fiscal para influir sobre el ahorro y la inversión. Se prohiben los mecanismos usados por la planificación como fijación de precios, sostén de un sector del mercado, creación sistemática de empleos e inversión pública. De hecho, se reconoce cierto nivel de desempleo como esencialmente necesario, aunque el planteo sea que la estabilidad de precios es la forma de proteger el poder adquisitivo. Y después de todo ¿Que es un desocupado?  ¿Una victima social, un discapacitado de la economía? Nada de eso. Es un trabajador en tránsito. Estas acciones reguladoras, son coyunturales. Pero la parte verdaderamente interesante está en las intervenciones de ordenación. El marco. Y es que para que este principio de la sociedad funcione bien, necesita de un verdadero mecanismo de relojería, por lo sofisticado y precisión, para ordenar a la sociedad. Hace falta intervenir masivamente en el orden cultural, jurídico, técnico y material. Es decir, intervención discreta a nivel económico y masiva a nivel social. Todo un orden de competencia. Y en tercer lugar, en lo referente a la política social. Recordemos que las intervenciones de los llamados Estados de bienestar, apuntan a hacerle de contrapunto a un mercado salvaje creador de desigualdad, apuntan a socializar, a equiparar el acceso a ciertos bienes de consumo, redistribuyendo los ingresos con asignaciones familiares y además se aplica el criterio de que a mayor crecimiento más activas son las políticas, pues se supone que corresponderia mayor recompensa. Pero esta igualación destruye el juego ordenador de las oscilaciones en la diferencia que es la competencia. Y para qué buscar esa igualación relativa, si después de todo, la desigualdad es igual para todos. Además, volcar al consumo, mediante esas transferencias, lo que sería ahorro e inversión, es un pecado, salvo una transferencia marginal de un máximo que de todos modos se hubiera destinado a sobreconsumo y a un mínimo sin posibilidad permanente de subsistir por su cuenta. No hay nada, en las medidas neoliberales, parecido a la búsqueda de la media del ingreso. En cambio, sí se pedirá a la sociedad, que trate de capitalizarse individualmente mediante seguros, mutuales y propiedad privada, para protegerse del peligro que son el accidente, la enfermedad y la muerte. La única política social es el crecimiento económico. Política social que guió a países que siguieron ese camino y llevó al anarcocapitalismo norteamericano. Paradógicamente, el Gobierno neoliberal, tiene que intervenir con igual intensidad que en un estilo de gobernabilidad de planificación, sólo que no interviene sobre el mercado ni sobre sus efectos nocivos, sino para protegerlo. Después el mercado se encargará de proteger a la sociedad, hará seres competitivos y ese será su aporte.  Hace falta intervenir profundamente a la sociedad para que los mecanismos competitivos atraviecen su trama. El objeto no es la economía como era en el capitalismo clásico, es el entorno social. La sociedad del intercambio egoísta, dando lugar a la sociedad de la competencia. No es el consumo ni la masificación. Es la diferenciación, la productividad, la empresa individual, hasta en la unidad familiar. Y con ello se dará cabida al crecimiento del litigio y la sociedad judicializada. Históricamente, en donde no interviene el poder público, terminan resolviendo los tribunales. Al Gobierno le toca intervenir sobre cualquier reacción anticompetitiva, que surgirá humanamente, ya que, como sostengo, la exigencia del acto egoísta o altruista es contrainstintivo. Ya expliqué en otro contexto, pero recuerdo brevemente que el acto egoísta sólo satisface al ego y el acto altruista al prójimo,  ambos contrariando la necesidad de todo acto de vida de significar a la vez en la misma vivencia cierto beneficio para el otro y cierto beneficio para uno mismo. El don es intercambio regulado. En las comunidades sanas son actos de vida.  En el capitalismo es acto egoísta orientado al valor. En el cristianismo es acto altruista. En el neoliberalismo es acto egoísta orientado a la competencia. Requieren marcos jurídicos  sumamente ordenados y estrictos,  ya sea religiosos,  éticos o racionales por su naturaleza contraria a la vida. Y son formadores de sociedades esquizofrénicas. Pero retomemos donde dejamos, el neoliberalismo tenía el desafío de probar que el capitalismo no había muerto y para eso explican que no se trata del fracaso de un orden natural fundado en el capital y la acumulación,  sino de un orden de derecho económico consciente al que no es necesario mejorar ni su teoría económica ni su historia sociológica sino su marco jurídico institucional, el cual había tomado formas que limitaban en lugar de liberar a la economía de mercado y para eso buscarán definir una teoría del derecho que llamarán Imperio de la ley o Estado de derecho. En oposición al despotismo: poder público dirigido por la voluntad del soberano; y al Estado de policía: equiparación, aplicación del mismo grado de coerción, a la norma local o particular que a la ley general. El Estado de derecho coloca el origen del orden público en la ley y distingue entre la coerción legítima en la aplicación de un mandato público donde esté implicada la soberanía y el resto de las medidas administrativas. A lo que se suma la posibilidad de un arbitraje judicial entre los ciudadanos y el poder público. El Estado de derecho no es ni la completa libertad de circular todos libremente en todas direcciones ni que se le ordene a cada uno la hora de su salida y su recorrido, es una hoja de ruta, es decir, consideraciones puramente formales que hay que tener en cuenta. Lo que se busca de hecho, es que el poder público no tenga derecho a la planificación, y con ello, no habría entidad con suficiente visión global de la economía capaz de planificarla,  influenciarla y dirigirla por ejemplo para nivelar los ingresos. Se necesitan leyes que digan solo qué no se puede hacer, que no se alteren según sus efectos y que den certidumbre a los agentes económicos y un Estado ciego a la economía. En una palabra: un juego. Un juego regulado de empresas, dentro de un marco jurídico institucional garantizado por el Estado.  Eso es el capitalismo renovado. Ley y orden del midwest norteamericano, la creación de un orden económico de la espontaneidad en el marco de una ley únicamente formal. Sin planificación ni proteccionismo. El sujeto económico no es consumidor, productor o de intercambio. Es la libre empresa competidora y diferenciada con sus objetivos y estrategias propias, pronta a litigar multiplicando la superficie de rozamiento y fricción. Otra vez se olvida que somos seres para vivir y hacer vida, seres con conatus, y en este modo de intercambio, no hay lugar para el otro, el prójimo, la especie, la conmoción o el lazo solidario, y el poder judicial adquiere tal protagonismo cotidiano que se vuelve un árbitro interventor. Marx veía el origen del mal capitalista en su esencia material o económica: el capital y la acumulación.  Todos los capitalistas, tanto intervencionistas socialistas como liberales, dirán que las normas son parte de la economía, pues establecen el modo del intercambio, de modo que ese problema que plantea Marx, los problemas históricos del capitalismo, se resuelven cambiando las normas. Los primeros, los intervencionistas del tipo keynesiano o socialistas, interviniendo para redistribuir el capital y con proteccionismo, intervenciones necesarias por la tendencia social a crear organizaciones centralizadas y concentrar el capital. Lo que están diciendo es que un socialismo es la derivación inevitable de la concentración y por otro lado y precisamente por esto, hay que extremar la vigilancia para no caer en un totalitarismo. Los neoliberales desecharán esta alternativa, dirán que la pérdida de libertad que conlleva la planificación es inevitable por el error económico racional que supone la planificación y que constantemente habrá que pagar con pérdida de libertad. En cambio, lo que habría que hacer es intervenir masivamente en la trama social contra su tendencia vital a evitar la competencia mediante organizaciones centralizadas, pero en la economía solo con reglas de forma y solo para garantizarla. El modelo aleman, ese que nos hace temblar, no el totalitario, sino del Estado de derecho, como sea, la democracia cristiana alemana difundida por el mundo, ese fue el resultado. La tragedia histórica dejó dos imaginarios fóbicos respecto al Estado: su capacidad expansiva infinita hasta dominar por completo a su objetivo, la sociedad civil y su suerte de continuidad entre Estado administrativo,  benefactor,  burocrático,  fascista y totalitario. En este estado de cosas,cualquier análisis sobre la seguridad social y su necesidad de administración derivará en los campos de concentración. Y lo que se logra en el fondo es evitar una crítica real y actual. Y eso es lo que hacen los liberales: la crítica vacía al socialismo en todas sus formas. Lo cierto es que el totalitarismo, tanto en Alemania como en la Unión Soviética, no surgieron de un Estado burocrático ni de ninguna gubernamentalidad estatal, sino de una gubernamentalidad de partido. A grandes rasgos, las políticas sociales o solidarias de alguna de las formas socialistas o intervencionistas consisten en redistribución,  subsidios y regulación de la economía, esto último para mantener el crecimiento y el pleno empleo. Y los objetivos puramente económicos de cualquier capitalismo desde el más abierto hasta el más socialista son pleno empleo, estabilidad de precios, saldo acreedor positivo de la balanza de pagos, a veces operando sobre el valor de cambio de la moneda y la tasa de descuento crediticia para que presten utilidad al ahorro, a la inversión y a la competitividad internacional. Las intervenciones de las gubernamentalidades del tipo keynesiano y de Estados de bienestar, son medidas proteccionistas: modificaciones a la tasa aduanera a modo de grifo del comercio exterior y subsidios a segmentos productivos. Como supondrán, el Plan Social no tiene que tener efectos nocivos sobre la economía, sobre todo ante la mirada neoliberal. El estilo neoliberal apunta primera y coyunturalmente a la estabilidad de precios y la original necesidad de asegurarse un cierto índice de desempleo, todo eso ya lo vimos. Pero agrega algo más al juego de partenaires. Ya sabemos que todos están invitados a jugar sin haberlo solicitado ni deseado. Pero además tiene otra novedosa regla: nadie puede posteriormente quedar excluido. Nadie puede perderlo todo de forma tal que quede imposibilitado de jugar. Esta es la idea del impuesto negativo. La única asistencia social es un dinero efectivo al que caiga por debajo de un umbral de ingresos sin importar la causa. El efecto es una población flotante, fluctuante en torno a dicho umbral, como mano de obra abundante de libre disponibilidad, y distinguida del resto en su calidad de pobre. No se busca resolver las causas de la pobreza ni reducir la pobreza relativa, es decir, la diferencia de ingresos, ni el pleno empleo, ni el crecimiento colectivo. Resulta llamativo que ni el más socialista de los modelos intenta desincentivar la riqueza desmedida, igual o más perjudicial que la pobreza y potenciando en su asociación sus efectos perjudiciales. El liberalismo norteamericano, protagonista desde la guerra de su independencia en la construcción del Estado, y presente en toda discusión, y que gracias a que las etapas socialistas del SXX buscaron establecer un imperialismo militar, se desarrolló tanto a izquierda como a derecha, construye utopías, está vivo, es en esa Norteamérica, verdaderamente, una forma de ser y de pensar. Recordemos que la economía clásica solo ve cosas y procesos y divide todo en tierra, capital y trabajo. Al trabajo lo abstrae al tiempo utilizado de su fuerza. Marx probó que esa porción de tiempo no retribuido, entre el valor producido y el salario, la plusvalía, y esa suerte de enmascaramiento sobre el trabajo, que solo permite valorar su fuerza y su tiempo, es el sentido del capitalismo. Pero nadie indagó sobre el trabajo. Los liberales, interesados en redefinir el objeto económico, ven conductas económicas, es decir, decidiendo en la asignación de recursos escasos a fines que se excluyen mutuamente. De esta forma, rescata el valor económico del principio de racionalidad estratégica, aplicado por el trabajador en la práctica. Retoma estas definiciones: ingreso es el rendimiento del capital y éste es potencial fuente de ingresos. La idoneidad del trabajador es su capital, capital humano, por su indisociabilidad. Y sus salarios, son su ingreso. Una empresa para sí mismo. Un universo de unidades empresa. Retorno al hommo económico,  pero no será el socio del intercambio por necesidad y utilidad clásico. Es el empresario de sí mismo. Esto lleva al estudio de la acumulación del capital humano. Y su constitución innata y adquirida. Hereditaria o congénita la primera. Los efectos racistas de la genética deben ser temidos. Pero los análisis se concentran en la posibilidad de inversión en capital humano por acumulación de capacidad adquirida, y para esto, los informes ambientales de la vida del niño. Costos como Salud, higiene pública, movilidad, comunicaciones y educación pueden verse como inversión en ese capital humano. Un migrante es un inversor, su costo es su traslado y el lucro cesante, que busca aumentar su renta: aumento de salario. Es también renta del capital humano la innovación que corrige la baja de la tasa de ganancia. El nivel y las formas de inversión en capital humano es central en el desarrollo de los países. La amenaza política es la eficacia de esta incursión sobre este capital históricamente ignorado y la aplicación de esta grilla de análisis a todos los fenómenos sociales invirtiendo toda relación social en económica. La empresa individual es el concepto ético y vital que se busca oponer al frío y mecánico juego de la competencia que por sí solo llevaría a la alienación y desintegración social. Los norteamericanos han aplicado la grilla económica hasta para medir la renta para la madre, de la crianza de su hijo, un comportamiento humano que no puede abstraerse a una transacción económica en los términos de costo-beneficio. Pero el cinismo político surge en la crítica de una acción pública y por lo tanto no económica,  sino social, por su costo económico. No es más  que un mecanismo de presión y desgaste cuyos datos nada tienen que ver con la realidad. La lógica positivista aplicada al mercado como símbolo de validez para filtrar como contradictorias, inconsistentes o sin sentido, todas las medidas públicas. En lugar de un dejar hacer, un no dejar hacer al Gobierno desde una suerte de Tribunal económico.
La asimilación por parte del Estado de las deudas privadas, no es otra cosa que una transferencia negativa de capital, cuyo objetivo en lugar de ser la redistribución y nivelación de los  ingresos, es lo opuesto, profundizar la concentración de la acumulación. Puesto que ninguna sociedad aceptaría tal perjuicio sobre sí misma, el mecanismo es el fraude, se le hace creer a la sociedad, que está siendo beneficiada y que la deuda tuvo destinos muy benéficos para sí misma, se esconde que hay una violación a la ley, a la soberanía, a lo colectivo, hay una transferencia, pero deudas, de los sectores de capital concentrado hacia los menores ingresos. Cabría evaluar si la licuación de las deudas privadas, absorvidas como públicas por el Estado, mediante lobby y fraude legal es considerado desde el punto de vista de la estrategia empresaria, la competencia y la utilidad, un intercambio ejemplar ¿El robo, el fraude, la estafa, es un intercambio económicamente perfecto?
Crimen es todo acto que conlleva al que lo comete, el riesgo de una pena. Aunque esta definición liberal se asemeja a la del código penal, presenta una sutil, pero importante diferencia: deja el foco del acto en sí para ponerse en el lugar del individuo, ¿ para mostrar qué ? Lo cruel, horripilante y patológico de la conducta no es relevante. Lo importante es que todos tienen en cuenta la ecuación costo beneficio de sus actos, incluyendo sus actos criminales. A la oferta criminal hay que balancearla con una demanda negativa, que se decide de acuerdo a la misma grilla de costos, teniendo en cuenta que hay una oferta de crimen elástica y una inelástica costosa muy costosa de contrarrestar con una demanda negativa. Esta demanda negativa, es todo lo que hace real la aplicación de la ley, el enforcement of law, el derecho negativo. El mismo objetivo economicista de Bentham y su universo panóptico donde todos se sintieran transparentes y vigilados a bajo costo, en la Inglaterra del el SXVIII, pero con ecuaciones muy distintas. En aquel liberalismo, una ley simplificada definía el delito y a la vez indicaba el cálculo del castigo que recuperara el daño social, y se hablaba de acto, no se mencionaba una conducta criminal que tuviera acarreado un costo mayor, pero en el SXIX se inventó al criminal, la cárcel: lugar de empoderamiento del tiempo como castigo, reemplaza al suplicio público, al escarnio y al destierro, y esta figura criminal fortalecida por pseudoteorías antropomórficas y que involucra expiación, reincidencia, recuperación, reinserción, está orientada a una sociedad disciplinada, mano de obra productiva, es más costosa, la ecuación económica había fallado cuando se la quiso aplicar a la criminalidad. Pero regresemos a los neoliberales. Los norteamericanos liberales tienen una ecuación donde no se vislumbran prácticas de disciplinamiento ni intenciones normalizadoras hacia el jugador, no se busca eliminar las diferenciaciones ni desalentar la conducta competitiva, sino reglas aplicadas al juego que permitan a cada uno hacer sus cuentas, que los lleven a considerar el costo del crimen como excesivo y así desestimarlo, más estudios económicos para calcular las reglas apropiadas que lleven a minimizar la oferta elástica de crimen Son los estudios y las medidas ambientales.
En la  misma sociedad se establece un contrapunto entre utilitarismo y caridad, dos caras de la misma moneda, el templo y la bolsa, dos lugares raros si los hay, lugares donde el hombre se enceguece, ante el dios dinero que le pide frialdad y el dios caritativo que le pide entrega. Lugares donde la vida se queda afuera.
La Edad Media, desde Hobbes, Locke, introduce al hombre  de interés, homo económicus, el que opta por salvar su meñique antes que al mundo (ADam Smith), el de la decisión irreductible e intransferible de Hume; al que hay que dejarlo hacer para que en la multiplicidad de las atomicidades en sus intereses egoístas produzcan inevitablemente el beneficio general,  gracias a la mano invisible de Adam Smith, mano que confiesa la creencia en una finanidad o Dios proveedor, e invisibilidad nada casual, pues le está diciendo al soberano: no te metas porque no sabes y no sabes porque no puedes saber. ¿Hipocresía para poner un freno al despotismo? Como sea,  racionalmente o por "creencia divina",  se le está poniendo un freno a la razón de Estado y al Estado  Policía  y creando la verdad del interés individual al que hay que dejar hacer. Este Homo económicus no puede ser abarcado por el Homo jurídicus o sujeto de derecho del contrato social, otro homo diseñado contra el absolutismo soberano para atacarlo desde otro flanco: el reclamo de derechos indelegables, pues el económicus no podría ceder derechos para el beneficio propio y de todos como lo hace el jurídicus, en su esencia está el reclamo de libertad. El Homo económicus hace una crítica  fundamental: la imposibilidad de una visión totalizadora del rumbo económico. Pero el Homo económicus del interés egoísta,  del egoísmo salvador del mundo, no existe,  como tampoco un Homo jurídicus que fuera a cumplir con un contrato acordado previamente aun si fuera a posteriori contra sus intereses. No son más que abstracciones fabricadas para enfrentar a una razón de Estado absolutista y un Estado de Policía. Y no pueden más que aparecer solo como parte de un hombre social más real, el hombre del vínculo espontáneo, tanto el del Palacio o el de la choza, el homo humanitis,  el único hombre que existe desde que puede atribuirsele humanidad,  el que se vincula estableciendo lazos de simpatía,  o por compasión,  y también el que disfruta con la angustia que sabe que padecerá un grupo al que piensa abandonar,  o que se alía con un grupo con el que simpatiza al tiempo que desprecia a otro grupo, el que discute.  Es la sociedad Civil, única posibilidad del hombre del interés egoísta y el hombre de derecho, y que surge en Europa como correlato del poder,  pero que se va a terminar preguntando ¿para qué quiero un poder externo, un Estado,  para qué quiero un gobierno?  Y,  en última instancia,  la que va a ubicar al Estado como un anexo de sí, que podría no estar. Este proceso se da en el marco del pensamiento occidental predominante: el pensamiento liberal, aunque fuera desde una posición lateral a la gubernamentalidad, desde una posición crítica. El hombre del interés egoísta solo puede manifestarse dentro de la sociedad civil, pero a la que paradógicamente deshace, porque desarma los lazos solidarios espontáneos que establece el hombre intuitivamente al encontrarse con otros hombres. La ironía es que tras milenios de relaciones jefe-subordinado,  amo-esclavo o siervo, que permitieron la aparición de polis, reinados y Estados, espacios externos de poder, en una palabra, gobernadores y gobernados, que han intentado sobrevivir con conceptualizaciones míticas-religiosas, morales, jurídica-racionales y políticas, el liberalismo del interés egoísta llega para cuestionar ese poder que irónicamente tiene su origen en el interés económicus, la primera vez que alguien accede a subordinarse y permitiéndo así dar rienda suelta a  pretenciones egoístas. Las demás culturas, por ejemplo, los indios de América del Norte o del Sur, culturas africanas, trobriandesas, etc, no degeneraron en vínculos de subordinación,solo el vínculo espontáneo que se da entre alguien que decide seguir y otro que permite ser seguido, sin subordinación, y sin embargo aun sin la existencia de un apéndice gubernamental, nunca fallaba la formación de un consejo cuando había que enfrentar un peligro,  decidir sobre un comportamiento interno que no se resolvía por sí solo, o comunicarse con alguien externo al grupo. La sociedad civil no había degenerado en mecanismos de Poder.