Sobre la militancia de guerra de la izquierda y el lugar del progresismo en relación con la causa palestina

Sobre Israel y sobre la militancia de guerra de la izquierda y el lugar del progresismo en relación con la causa palestina.

Hay una militancia de guerra sin lugar al pensamiento crítico que me lleva a hacer el siguiente comentario, para dejar mi opinión al respecto.
Esa militancia de guerra -por lo tanto, fascista-, por la “causa palestina” y su modo de instalar la verdad por mayoría, mentiras, repetición y amenazas para apoyarla, que no comparten ni los palestinos porque saben que su error fue Hamas, sólo que le temen y mucho (si se le teme a diez mil millones de kilómetros de distancia, si le teme la selección subcampeona de fútbol, la FIFA, imaginemos el temor que tendrán los palestinos que conviven con Hamas, brazo de los Hermanos Musulmanes, que crían chicos a los que les enseñan a disfrutar cuando matan a un judío civil, incluso mujer o niño), y que los árabes no apoyan, sólo la apoya la cristiandad -y sólo porque tienen una excusa para ir contra la judeidad-, que señala con un dedo acusador desde sus 200 estados occidentales, que no son laicos sino cristianos naturalizados, al punto de que las personas se creen laicas cuando su pensamiento fue instalado en una educación y en una vida completamente cristiana, como va a ocurrir en Israel en el futuro o ya ocurre, que estando un tiempo uno termina creyendo que la cultura particular es algo natural.
Analizar a Israel como si estuviera en una burbuja suspendida en el espacio conlleva un alto riesgo de arribar a conclusiones equivocadas. Hay que tener en cuenta el entorno. No es lo mismo un Israel en un planeta laico dentro de un universo laico, que un Israel rodeado de tribus, y qué tribus, Los Hermanos Musulmanes, Irán, el Nazismo, el cristianismo -suavizado a partir del Concilio II- que declaran la exterminación del otro como condición para cumplir con su utopía totalitaria universalista. Periodismo de guerra en todos los niveles, con noticias falsas presionando y tratando de incidir en la opinión pública. Todo lo que ataca al racionalismo crítico desde la irracionalidad, más temprano que tarde desemboca en el fascismo.
Hay fascismo en Israel y hay fascismo en el ejército palestino de Hamas. Para aquellos que pudieran reclamar que estarían forzados por una superioridad de fuerzas a recurrir al terrorismo y crianza en el odio, no hace falta ser un experto en Oriente Medio para repasar las distintas guerras, cómo y de dónde fueron llegando las distintas tribus, y cuáles estaban, y los datos reales dicen que podría haber ganado cualquiera, y que los judíos fueron expulsados de los diez países árabes regulares que había a fines del SXIX, que Irán envió iraníes a establecerse a la zona de Palestina, que los judíos pudieron haber terminado en el mar en cualquiera de las cientos de batallas desde el SXIX (tenían en contra a árabes, otomanos, ingleses, después al propio Stalin quien había ayudado a la fundación del Israel), o en los ataques sorpresa en el SXX de las coaliciones árabes que llegaron a ser 18 países contra Israel atacando por sorpresa.
En el 1900 había 600 mil colonos judíos y un millón árabes aún no denominados palestinos ya que no existía esa denominación, guerreando. Los árabes lo saben y lo comprendieron, no lo comprende la cristiandad a cien mil millones de kilómetros de distancia; una cristiandad caracterizada siempre por su cinismo fascista. No es aconsejable construir una verdad desde una mayoría fascista, a través del concenso o la amenaza, conviene construirla al costo que sea, desde el pensamiento crítico, algo que escasea en las cúpulas israelíes, en la militancia palestina, en su ideólogo y financista iraní, y obviamente no se podía esperar menos del cinismo cristiano.
La mentira que lleva al odio es parte inherente del fascismo. Es muy simpático el pluralismo cultural, pero no creo que sea lo mejor ceder a ideologías biologicistas o totalitarias sólo porque nos caen simpáticas o en pro de la polifonoculturalidad, como las que menciono más arriba, musulmanas o nazis, y ahora la novedad y, que era esperable si lo pensamos dos minutos, los judíos más temerosos que empiezan a temer al cambio. Y el cambio no significa otra cosa que la pérdida del statu quo; a eso se refería Heráclito cuando decía que no nos metemos dos veces en el mismo río, a que si te metés en un río que fluye, la segunda vez habrás perdido tu statu quo, por eso hay que evitar a toda costa que el río fluya y la solución única posible es el control biologicista.
Las amenazas externas de exterminio son una propuesta de cambio radical, no sólo del statu quo, sino de arrancar el ser de cuajo; son las mismas utopías totalitarias tribales que al constituirse la una en el obstáculo de la otra, reclamando el exterminio del enemigo, llevan a que unas y otras busquen la limpieza del otro desde sus propias cartas de fundación. Todos tenemos nuestra utopía, y todas tienen un obstáculo en común, es eso que llamamos seres humanos y por eso no procuramos hacerlas cumplir. Sólo en una tiranía como la iraní o como la anterior nazi puede instalarse como ley una utopía injusta (notemos que el cristianismo al democratizarse se ha visto obligado a modificar sus cartas de fundación, ya no puede hablar del exterminio del otro si pretende seguir influyendo en la política estatal). Una característica que siempre me gustó del judaísmo es su capacidad de mantener y defender el espíritu crítico aun en las peores adversidades.
Hacer referencia parcial acerca de una guerra actual, donde las heridas están abiertas en todos los frentes que hacen referencia, a su vez, a otros miles de frentes anteriores en ramificaciones infinitas que nunca terminan, y de las que siempre hay alguien que tiene derecho a reclamar y sentirse insultado por su dolor (la militancia de guerra como la pro palestina, pro iraní o pro israelí, es dolorosa e insultante), no ayuda más que al fascismo que procura fomentar -para perpetuar- una guerra cuyos intereses posiblemente esté defendiendo, y con el miedo y la presión pública llevan a que un mundo de cristianismo cínico la acompañe.
Como crítico de los bestialismos tribales, no puedo más que decir, por más que mi utopía sea la desaparición de los tribalismos autoritarios, que eso no puede darse puntualmente en un caso en particular: tiene que ser parte de un acontecimiento planetario, ya que la justificación de una tribu se la da la existencia de otras tribus. Los que desde Occidente tienen una mirada crítica de Israel o de los países árabes, tienen que tener en cuenta que por más que sean ateos, judíos, musulmanes, viviendo en Occidente, han naturalizado, como “la libertad” de vivir, a un cierto tipo de libertad que no es más que la libertad cristiana, que de ninguna manera se parece a “la libertad”, sólo puede vivirla como libertad aquel que ya la ha naturalizado y esa libertad es la vida en el cinismo.
Yo no me atrevería a pedir que Israel, rodeado, como está, de un mundo cristiano cínico y fascista y de un mundo musulmán alocado, retrógrado y fascista, abandone unilateralmente su tribalismo autoritario con cada vez más tintes fascistoides. Ha de ser un trabajo global. Y la necesidad global de abandonar el fascismo generalizado, es decir, la ideología del odio, es cada vez más evidente. Cuando vemos el odio manifiesto en las esferas más altas de decisiones políticas o jurídicas, es imposible que no destilen odio a la humanidad los gobernantes, legisladores, jueces y círculos profesionales, si son los mismos hijos del odio de las tribus autoritarias que hoy están enfrentadas en todo el planeta. Lo mismo la sociedad: en general es fácil ver con qué aceitados mecanismos se enfilan los grupos para enfrentarse en batallas viscerales, jamás racionales, con qué facilidad surge el odio visceral y con qué facilidad se elude el análisis racional de los problemas. Hay una comodidad en la tendencia a odiar.
Me asombra la naturalización. Cuando leo las críticas de Occidente a Israel, con qué fuerza tienen naturalizado el cristianismo -y lo dice alguien cuya utopía sería un mundo elevado al más puro racionalismo crítico sin creencias falsas de ninguna naturaleza, es decir sin afinidad con la parte religiosa de ninguna religión-, objetivamente creo que el que apoya al periodismo y la militancia de guerra, que sin dudas se hace temer, está sirviendo al sufrimiento de los palestinos y los judíos en medio oriente y en todo el mundo, ya que creo que Hamas, el brazo de los Hermanos Musulmanes comandado por Irán, quiso destruir a Israel desde el odio, perdió su guerra, fue la primer resistencia al establecimiento judío antes que los árabes, al perder recurrió al terrorismo y ahora sólo está haciendo sufrir a palestinos y judíos, en todo el mundo, que no tienen diferencias raciales; las personas de carne y hueso judías y árabes se vinculan mucho mejor que lo que presupone, desde cien mil millones de kilómetros de distancia, la cínica cristiandad, basada en noticias de la militancia y periodismo de guerra anti Israel; y con esa presión internacional procuran sostener en el tiempo, de rehén, a un pueblo que podría estar disfrutando una vida digna, en un país floresciente, que hace un siglo era un páramo del que nadie quería hacerse cargo, un lugar del que sólo querían irse.
Me gustaría saber si mantendrían ese cinismo, si estuvieran viviendo en ese lugar; si fomentarían el sostenimiento de una guerra que ya ha tenido un desenlace, sólo por el odio a Israel y por el deseo de su desaparición porque no es cristiano o musulmán como les gustaría, como lo hacen desde millones de kilómetros de distancia detrás del teclado de una computadora, en lugar de reclamar que Hamas se retire definitivamente y que permita a dos pueblos que sólo son vistos como dos por el afuera, ya que se integran perfectamente en la vida cotidiana, así como se integran los judíos con árabes incluso los judíos en Irán, aprovechen las posibilidades del país que ha surgido después de tantas décadas de guerra, una democracia que no es incondicional a su entorno y que cuanto más amenazada se sienta, más débil en cuanto democracia será su vida política y social.
Es irónico que el progresismo, que le reclama a la izquierda abandonar al periodismo de guerra porque no es más que un apoyo funcional a la derecha, no lo vea en este caso, y se alíe en un periodismo de guerra, es decir con noticias abrumadoramente falsas. Parece que está demasiado lejos. No toca a sus reales intereses para comprenderlo, como lo comprende el progresismo cuando se trata de su propia realidad